Ni Hollande ni Google pueden salvar a la Prensa

Ni Hollande ni Google pueden salvar a la Prensa

Sólo una industria en fase terminal está tan ciega como para suponer que los recientes acuerdos firmados por Google en Bélgica y en Francia van a suponer un cambio significativo en su relación económica con el gigante de las búsquedas. Google es una empresa, no una ONG dedicada a sacar a la Prensa del pozo de los números rojos, y ha basado su negocio desde el primer día en la innovación tecnológica, es su terreno, en él tiene pocos competidores. La influencia, sin embargo, ha sido siempre la sustancia del negocio de los medios.

Sólo una industria en fase terminal está tan ciega como para suponer que los recientes acuerdos firmados por Google en Bélgica y en Francia van a suponer un cambio significativo en su relación económica con el gigante de las búsquedas.

Google está repartiendo algo de dinero, sí, pero en un caso a través de acuerdos de intercambio de publicidad aún no definidos y en otro a cambio de una vaga declaración de apoyo tecnológico para la reconversión digital. Y en ambos siempre está presente una misma declaración de intenciones: ayudaremos a los medios a aprovechar mejor nuestros sistemas de explotación publicitaria. Es decir, os tendemos la mano y repartimos unos millones pero os animamos a que seáis más dependientes aún de nuestra tecnología y de nuestros sistemas de explotación publicitaria.

Google es una empresa, no una ONG dedicada a sacar a la Prensa del pozo de los números rojos, y ha basado su negocio desde el primer día en la innovación tecnológica, es su terreno, en él tiene pocos competidores. La influencia, sin embargo, ha sido siempre la sustancia del negocio de los medios. Es su espacio natural. Y en los últimos meses la Prensa, muy especialmente en Europa, acuciada por su creciente crisis económica, ha empezado a moverse buscando apoyos para obligar al gigante de Mountain View a pasar por caja.

Pero ni Google ni Hollande van a salvarla. La revolución digital afecta de una forma tan profunda a los sistemas de financiación del periodismo que sólo una reinvención de todo el entramado industrial y tecnológico alumbrará medios independientes y competitivos en la nueva era digital.

La pregunta es sencilla: ¿Están los ejecutivos de los grandes grupos de comunicación preparados para afrontar este reto? O van a seguir acudiendo al poder político para que solucione sus problemas financieros, con el riesgo de pérdida de independencia informativa que eso supone.

Hay que diseñar medios que, teniendo una gran calidad periodística, aprovechen todo el poder que hoy nos ofrece la tecnología. En segmentación, creación de comunidades de intereses, utilización eficiente de los diferentes dispositivos a través de los que las audiencias consumen la información, exploración de productos y nichos de pago... El mercado está más abierto que nunca y tremendamente receptivo a la llegada de nuevas ideas y productos. Creo que los éxitos de Google, basados en su capacidad de generar tecnología extremadamente útil, nos dan una pista de por dónde debe caminar hoy la Prensa para reinventar su modelo y salvarse.

El periodismo no ha de tener miedo. El cambio no está siendo fácil ni lo será. Pero si los empresarios de hoy no encuentran el camino, estoy seguro de que habrá otros que sin duda lo hallarán.