Baloncesto: no es oro todo lo que reluce en la pretemporada

Baloncesto: no es oro todo lo que reluce en la pretemporada

El Barcelona lleva unos años que le cuesta arrancar. Se le pegan las sábanas y hasta el momento de máxima tensión no espabila. Como ese compañero capaz de sacar adelante un examen sin haber estudiado nada, pero con una inspiración envidiable. El mejor ejemplo fue la pasada Copa del Rey.

¿Recuerdan cuando se pasaban la noche entera estudiando porque al día siguiente tenían un examen importantísimo del que no habían tocado un libro durante todo el curso? En ese momento sabían que se la jugaban y, como no podían abarcar todo, apostaban por lo que tenía más posibilidades de caer. A veces tenían suerte y otras no. A todos nos ha pasado. Llegábamos a clase con un nudo en la garganta rezando para que el profesor recitara el enunciado de los Reyes Católicos y se olvidase de que existieron Alfonso XIII y la crisis de la Restauración. A veces, era más lo que no sabíamos que lo que habíamos aprendido y, aun así, aprobábamos. Otras sólo nos habíamos dejado un pequeño apartado insignificante o que ni siquiera sabíamos que era parte del temario. Entonces todo se alineaba en nuestra contra y Alfonso XIII se reía del hueco en blanco que íbamos a entregar.

Los pronósticos de pretemporada siguen el mismo patrón. Algunos equipos tienen todo lo necesario para luchar por estar en lo más alto e, incluso, ganar la competición. Pero el tiempo les condena porque han pasado por alto un pequeño detalle. Quizá unidad, a lo mejor los años ya pesan, puede que la culpa sea del cha cha cha. Lo único claro es que la respuesta no ha sido la esperada. Los Nets de Brooklyn pertenecen a este campo: de ser candidatos a arrebatarle la corona a los Heat de Lebron James han pasado a ni estar en playoffs (13 victorias y 21 derrotas). El único consuelo que les queda es que los Knicks de Nueva York están aún peor (12-22). Pero, parafraseando a Francisco Umbral, yo he venido aquí a hablar de la Liga Endesa, no de la NBA.

El Barcelona lleva unos años que le cuesta arrancar. Se le pegan las sábanas y hasta el momento de máxima tensión no espabila. Como ese compañero capaz de sacar adelante un examen sin haber estudiado nada, pero con una inspiración envidiable. El mejor ejemplo fue la pasada Copa del Rey, a la que los azulgrana entraron por los pelos y que acabaron levantando. Este año, aunque con más margen de error, vuelven a sembrar dudas.

A 8 de enero, los de Xavi Pascual son cuartos, empatados a victorias con Unicaja e Iberostar Tenerife. En un momento en el que las comparaciones con el Real Madrid no hacen más que supurar las heridas, el Barça está cumpliendo en cuanto a números, pero no convence ni su estilo ni el compromiso de algunos jugadores. Los ilusionantes relevos veraniegos no han salido como se esperaba y Nachbar, Dorsey y Papanikolaou son pura intermitencia. El caso más drástico ha sido el de Lampe, del que dicen las malas lenguas que está loco por dejar el club. El Barça se agarra al de siempre, Juan Carlos Navarro, y a Ante Tomic. Mr. Fundamentos es el más valorado de su equipo, pero aún adolece de la poca sangre que le hizo tomar el Puente Aéreo desde Madrid. A pesar de todo, recuerden de quién estamos hablando. Este Barça no son los Nets.

Los pronósticos unas veces fallan, pero otras dan tan en el centro de la diana que hasta el mismo Robin Hood se quitaría su sombrero picudo. Si el Barcelona no convence, en el extremo opuesto está el Valencia Basket: el único que, con dos derrotas y 12 victorias, puede ver sin prismáticos al invicto Real Madrid.

El conjunto taronja jugó este miércoles su primer partido de la segunda fase de la Eurocup (segunda competición continental tras la Euroliga) y alargó las comilonas navideñas a costa del Ostende belga (101-74). Aunque al principio costó, la renta final tiene un valor extra gracias al basket average (+27) logrado. Justin Doellman, Romain Sato y Bojan Dubljevic se alzaron como los grandes artífices del triunfo, y no sorprende. Este tridente lleva haciendo las delicias de la afición de Levante durante toda la temporada (el montenegrino Dubljevic algo menos por una lesión).

El Valencia ha conseguido rebatir la bipolaridad que ha mandado en la ACB durante los últimos tres años y colocarse como la sombra del Madrid en la tabla. Si no se habla más de ellos es porque los blancos no hacen más que romper registros. Pero si los de Laso se han mostrado intratables en esa batalla, en el plano individual sí que ha habido choque de espadas entre Justin Doellman y Nikola Mirotic. Ambos llevan toda la temporada quitándose el uno al otro el primer puesto de la lista de valoración (juego al que en el mes de diciembre se ha sumado el pívot del Iberostar Tenerife Blagota Sekulic). El estadounidense fue el MVP de noviembre.

Ya en el verano se veía que los valencianos pisaban fuerte. Fueron el único conjunto invicto en pretemporada, consiguieron mantener en sus filas al goloso Doellman y se reforzaron con Van Rosson y Lafayette en la dirección, Lucic y Sato de aleros y Juanjo Triguero y el internacional Pablo Aguilar como hombres altos. Esa jugada rompía en pedazos el papel de comparsa del club y el paso de las jornadas ha confirmado la hipótesis. Esta vez, Alfonso XIII se quedó en el cajón. Pero, como suele decirse, la historia la escriben los vencedores y de nada sirve una gran actuación al principio si a la hora de la verdad el grupo se desinfla. La primera prueba de fuego llegará en menos de un mes: del 6 al 9 de febrero se jugará la Copa del Rey en Málaga y los taronja ya se han asegurado un puesto como cabezas de serie.