No nos queda ni Portugal: España se salva de ser última en Eurovisión gracias al 'televoto'

No nos queda ni Portugal: España se salva de ser última en Eurovisión gracias al 'televoto'

Holanda ha conseguido el micrófono de cristal con el tema 'Arcade' de Duncan Laurence.

Con mucha pena y casi nada de gloria. Así ha sido el paso de Miki Nuñez por Tel Aviv (Israel). España volvió a pegarse el batacazo en Eurovisión, aunque consiguió remontar con el televoto, no logró pasar de los cinco últimos puestos.

La canción del extriunfito se salvó de ser la última gracias al voto popular, que la situó en el puesto 22 de 26. Del jurado no nos dieron ni Francia, ni Andorra ni Portugal. 

Holanda, con Arcade de Duncan Laurence, que se perfilaba como favorita ha ganado finalmente el certamen también gracias al voto popular, aunque sin demasiado sobresalto: se veían ganadores. 

La actuación del español llegó cerca de las 23:00 horas, cerrando la última tanda de actuaciones. Antes de él, pocos habían conseguido levantar el auditorio de la Expo de Tel Aviv. Pero de poco sirvió quedarse en la retina del jurado e incluso animar a los presentadores. El marcador no subió.

El final estaba anunciado desde hace dos semanas. Las casas apuestas daban a Arcade de Duncan Laurence como vencedor desde el principio. Y así fue, a pesar de que luchó por el primer puesto con Macedonia del Norte, Italia, Suecia y Rusia. Aunque finalmente el top 5 lo han completado Italia, Rusia, Suiza y Noruega.

La gran final del certamen europeo pasó sin grandes despliegues ni sorpresas, sin apenas momentos ridículos y con una actuación de España que –pese a que pocos apostaron por ello antes del primer descanso de la gala– animó a los que estaban delante y detrás de las cámaras. 

Para empezar a notar los ánimos arriba hubo que esperar cerca de dos horas, cuando llegó Islandia, en el puesto 17º. Las actuaciones anteriores fueron más dignas de Tu cara me suena que de Eurovisión.

Albania apostó por Isabel Pantoja, con Jonida Maliqi disfrazada con un traje que mezclaba tintes de fallera con otros folclóricos y futuristas, y San Marino presentó a un candidato llamado Serhat absorbido por el espíritu de Don Limpio. Lo que más brilló de su actuación fue su total look en blanco.

Aunque el protagonista absoluto e indiscutible en las redes sociales fue el ruso Sergey Lazarev. Él y sus clones reflejados en los espejos, en diferentes estados fueron objeto de memes de todo tipo –y, de verdad, no fue para menos–. Su actuación sacó del armario a todos los que cantan en la ducha.

En cambio, lo más esperado de la gala defraudó. El pensamiento flotante de todos los espectadores tenía nombre de mujer: Madonna. La reina del pop mantuvo en vilo a medio continente hasta un día antes de la celebración, cuando confirmó que estaría en la gran final. La cantante comenzó con Like a prayer y lo demás mejor dejarlo en el olvido.

La gala de Eurovisión se presentaba como una de las más políticas y polémicas hasta el momento por el boicot al que habían llamado varios colectivos del movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) por los más de 70 años de sometimiento a Palestina. Pero se quedó en eso hasta casi el final de la noche. La fiesta ganó.

Los únicos que dieron la sorpresa fueron los islandeses Hatari que, a última hora, cuando recibieron los datos del televoto reivindicaron la libertad de Palestina desde la green room.

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A pesar del movimiento en redes sociales, la originialidad brilló por su ausencia. Seguramente para mayo de 2020, cuando los eurofans se trasladen a Países Bajos, no se acordarán de lo que pasó hoy. Y los españoles harán, una vez más, por olvidarlo.

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