Nos encaminamos a una sexta extinción de especies y por eso es urgente defender la biodiversidad

Nos encaminamos a una sexta extinción de especies y por eso es urgente defender la biodiversidad

El actual modelo económico es incompatible con la conservación y protección de la biodiversidad.

Una mujer pasea con su bebé por la madrileña Puerta de Alcalá durante la pandemia. GABRIEL BOUYS via Getty Images

Esta semana se hará pública, si no hay cambios de última hora, el primer documento de la Estrategia de Biodiversidad de la Unión Europea que presentará la Comisión Europea. 

La sexta extinción requiere de una acción urgente y la estrategia no se puede retrasar más; una estrategia que debe ser ambiciosa en sus objetivos e integral, de manera que abarque y trate todas las causas de pérdida de biodiversidad y proponga soluciones viables a cada una de ellas de manera urgente. 

Hay muchas cuestiones relevantes y que ya fueron adelantadas en la resolución de este Parlamento para la COP15.

Por un lado, en cuanto a los objetivos de conservación y restauración, la UE necesita contar con objetivos ambiciosos de conservación y de restauración de la naturaleza. El Parlamento ya manifestó su voluntad para que en 2030 el 30% de las áreas naturales fueran protegidas y el 50% para el 2050. De la misma forma, un 30% de los ecosistemas y áreas degradadas actuales deben restaurarse para 2030.

Por otro lado, el Parlamento también ha pedido en varias de sus resoluciones (como la resolución de polinizadores o la resolución sobre la COP15) que haya un objetivo vinculante ambicioso de reducción de pesticidas.

A día de hoy, no hemos conseguido alcanzar los objetivos de la Estrategia Europea de Biodiversidad de 2010 ni tampoco los objetivos de Aichi a 2020, por lo que es evidente que, si los objetivos no son vinculantes, éstos no se cumplen. La nueva estrategia no puede quedar en una recolección de ideas y objetivos que luego no se cumplan. 

El actual modelo económico es incompatible con la conservación y protección de la biodiversidad.

Necesitamos que la Comisión acompañe la presentación de la Estrategia con planes y medidas legislativas concretas para hacer vinculantes todos estos objetivos, sobre todo los de conservación, restauración y reducción de uso de pesticidas.

Igualmente, en el caso de nutrientes, parece que la Estrategia recogerá objetivos de reducción del uso de fertilizantes con fósforo y nitrógenos, pero desconocemos si además de un posible Plan de Acción para la Gestión Integrada de Nutrientes en 2022, tendremos legislación para hacer vinculantes esos objetivos, o si hay prevista alguna medida o modificación en relación a la Directiva de Nitratos.

A la espera del texto para conocer los propósitos de la Comisión, lo que la situación actual de pandemia y la crisis económica y social que ha generado nos deja patente es la necesidad de aprovechar el impulso de esta estrategia para iniciar un cambio transformador.

Cada vez más científicos, investigadores y distintos expertos de distintas ramas académicas nos están explicando que el actual modelo económico es incompatible con la conservación y protección de la biodiversidad.

En el momento de reiniciar nuestra economía, pensemos también que es una oportunidad para hacerlo protegiendo la naturaleza.

Por tanto, pensemos también que este es el momento oportuno para, como se ha dicho en otras ocasiones memorables, “empezar de nuevo”, cambiando nuestros patrones de producción y consumo, que nos llevan a sobreexplotar unos recursos que son limitados (y cada vez más), sustituyendo nuestro esquema tradicional de imposición fiscal por una fiscalidad verde, no sólo por la recaudación de recursos económicos, sino sobre todo como incentivo para evitar que corporaciones y ciudadanos contaminen como se ha venido haciendo hasta ahora y, finalmente, introduciendo nuevos parámetros de bienestar social, como los beneficios que aportan los servicios de los ecosistemas a la población, a la hora de analizar el impacto de las actividades económicas en la naturaleza.

En el momento de reiniciar nuestra economía, pensemos también que es una oportunidad para hacerlo protegiendo la naturaleza, preservando la biodiversidad y asegurando la pervivencia de muchos ecosistemas que hoy están en peligro de extinción, situaciones que, bien sabemos mejor ahora que nunca, suponen un riesgo cierto y no tan lejano en el tiempo para los equilibrios sistémicos del planeta y, por consiguiente, para los humanos como especie.