Nueve meses de invasión: Ucrania, entre la reconquista, la dependencia exterior y el frío

Nueve meses de invasión: Ucrania, entre la reconquista, la dependencia exterior y el frío

Kiev sigue llevando la iniciativa de esta guerra, pero no es sencillo atacar todo el rato. Los ataques a infraestructuras esenciales amenazan con otra crisis humanitaria.

Un soldado ucraniano dispara artillería a tropas rusas desde su posición, en las proximidades de Bakhmut, Donetsk, el pasado 20 de noviembre. Libkos via AP

Del frío vino la guerra y al frío vuelve. La invasión rusa de Ucrania cumple este jueves su noveno mes, un tiempo en el que le ha dado la vuelta a un mundo que se desperezaba de la pandemia. Más de 10.000 civiles heridos y otros 6.500 muertos -al menos 400 niños- van ya en esta impensable guerra clásica en el corazón de Europa, según datos verificados por Naciones Unidas, aunque Estados Unidos eleva la cifra a 40.000 inocentes asesinados. En cuanto a soldados, 100.000 por cada bando, propaganda arriba, propaganda abajo.

La contienda se alarga, pero no se estanca. Ucrania avanza en su reconquista, aunque se enfrenta al tiempo, a la dependencia de armamento y material exterior y al invierno que se echa encima. Rusia trata de hacer suyas las regiones que formalmente se anexionó, tras un refrendo ilegal, que no controla ni remotamente, mientras Vladimir Putin hace equilibrios con las críticas internas. Y, mientras, en Occidente presionan para acercar una solución al conflicto, complicado como se hace seguir gastando en el aliado ucraniano, cuando los ciudadanos están con el agua al cuello por la inflación y la energía.

Cómo estás las cosas

El último mes de contienda ha sido muy movido. Ucrania ha recuperado Jersón, la primera gran ciudad tomada por los rusos, al inicio justo de su “operación militar especial”, punta de lanza de su contraofensiva. Tras los éxitos de primero del verano y el relanzamiento de septiembre, ahora se ha apuntado este tanto que es importante en lo estratégico y esencial en lo anímico. Kiril Tymoshenko, jefe de gabinete del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha afirmado esta semana que han liberado 77.700 kilómetros cuadrados de país, lo que supone un 52% de lo invadido por Rusia en estos meses. Un buen dato, que nadie esperaba con las diferencias entre los dos ejércitos, logrado por la resiliencia local -militar y civil-, el apoyo exterior y los fallos propios de Moscú, pero que no puede ocultar que Rusia sigue ocupando otros 119.900 kilómetros cuadrados, esto es, un poco menos del 20% del país.

El coronel retirado Manuel Gutiérrez explica que “Rusia aún tiene una importante superioridad aérea y de lanzamiento de misiles de largo alcance”, aunque la brecha con Ucrania se ha “nivelado” gracias a la llegada de armamento de países OTAN. La llegada del invierno es un “desafío”, que “endurecerá la batalla” y, sobre todo, “afectará muy negativamente a las condiciones dignas de vida de la población” ucraniana, pero no cree que el famoso general invierno vaya a ser un elemento que incline la derrota o victoria de nadie. “Están en terreno conocido, para ellos es un elemento natural y, en todo caso, sería un problema para todos”, constata.

Entiende que, sobre todo, el invierno influirá en las rutas, las apuestas de combate, porque habrá zonas que habrá que relegar. Cita el caso del río Dnieper, que no se podrá abordar “en meses” porque se congelará. La zona, donde los puentes han sido volados por Ucrania con armamento de EEUU, quedará para otro momento en breve, indica.

“En este momento, la iniciativa táctica y estratégica es de Ucrania, eso es un punto a su favor porque no es lo mismo atacar que defenderse, desde el terreno y desde el personal, que está en un momento dulce de ánimo”, constata. “Pero tampoco es sencillo avanzar todo el rato. Rusia ha hablado de repliegue, no de retirada, y es entendible que se hagan fuertes en otros puntos, que recobren fuerzas. No es una huída, no es tan fácil. Siguen resistiendo en otros lugares, por lo que Ucrania se sigue desgastando y eso es un riesgo”, ahonda.

  Mapa de situación de la guerra a 22 de noviembre de 2022.EPDATA

El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington, sostiene que en estos momentos, liberado Jersón, en el sur la pelea se centra en artillería lanzada a las dos riberas del río. Pero sobre todo, hay movimientos de Moscú hacia Lugansk, Donetsk y el este de Zaporiyia. Hablamos de los cuatro territorios que, en septiembre, Rusia pasó a entender como suyos, puro suelo patrio por obra de consultas hechas bajo presencia militar y con participaciones y recuentos más que dudosos. Pelean por zonas como Avdiivka, que lleva meses resistiendo, donde quieren dejar embolsados a los ucranianos para que no reciban ayudan ni bienes. En Pavlovka también arrecia la artillería.

El Kremlin parece estar preparando el terreno, dicen estos especialistas, para hablar de un ataque de bandera falsa en el óblast de Belgorod, “probablemente en un esfuerzo por recuperar el apoyo público a la guerra en Ucrania”. Está muy tocado ese apoyo. Gutiérrez cree que para Rusia la pelea en Ucrania ahora se centra en tomar esas cuatro regiones y anexionarlas “realmente, como con Crimea”, una solución con la que Putin podría conformarse y poner fin a la guerra. Las aspiraciones imperiales y antinazis de los primeros días de contienda se diluyen. Quiere ese bocado, que la OTAN no proteja a Kiev y que Crimea siga como hasta ahora.

Porque ese parece ser el nuevo objetivo de los de Zelenski, ir a por la península que Rusia les robó en 2014. Su viceministro de Defensa, Volodimir Havrylov, de visita en Londres, ha hecho unas declaraciones a Sky News en las que señala que esa es su diana ahora. Sostiene que “un evento inesperado dentro de Rusia que involucre al presidente Putin, o su círculo íntimo, podría permitir que Ucrania entre Crimea para fin de año”. Para la primavera, el territorio estaría dominado y la guerra, acabada. Es su “sensación”, dice.

Las autoridades de Crimea han afirmado esta semana que han repelido dos ataques ucranianos con drones, uno de los cuales supuestamente tenía como objetivo una central eléctrica. Niegan que haya habido daños o que su población esté siendo evacuada, mientras las Inteligencias de EEUU y Reino Unido han detectado un refuerzo de tropas rusas en la zona. Medios como RFI han constatado que hay ucranianos que ya dudan incluso de que la península pueda volver a sus manos no en lo territorial, sino en lo más personal: ¿quieren sus habitantes volver a ser ucranianos? ¿Se han rusificado demasiado en estos año años?

Está por ver si esta apuesta es tal, si es rápida y sus consecuencias. Hay analistas que creen que quien mucho abarca, poco aprieta, y que debería Kiev primero asegurar lo que va conquistando y, luego, buscar otras fronteras en el mapa. “No debemos cometer el error de subestimar a Rusia”, insiste el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

“El riesgo es que, en esta desesperación, la guerra se está volviendo más despiadada y los civiles lo pagan. Putin quiere quitarse de encima la responsabilidad de la falta de avances y teme que su gobernabilidad se vea comprometida. Eso siempre puede cambiar las cosas sobre el tablero”, indica. Cita por ejemplo los ataques a infraestructuras esenciales , que tienen ya a 10 millones de ucranianos sin luz. Kiev, la capital, es la zona más afectada, con cortes de hasta 12 horas en el suministro de electricidad. Naciones Unidas ha aplaudido los trabajos “impresionantes” de reconstrucción del tendido, pero hay un “riesgo real de crisis humanitaria”. El 40% de la capacidad de generación de energía está dañada en el país. La Asamblea de la ONU, esta semana, ha votado para exigirle a Rusia que pague por todos los daños causados en estos meses, pero como el que oye llover.

Ucrania necesita ir rápido en su avance, también, para seguir convenciendo a sus aliados occidentales de que si se le dan medios y entrenamiento puede vencer a Rusia. Saben que esto sólo acabará cuando Moscú se derrumbe. Esta semana, Reino Unido ha anunciado que por primera vez enviará helicópteros a Ucrania, además de 10.000 proyectiles más, esenciales porque el ritmo de gasto está siendo muy alto. EEUU, la semana pasada, aprobó 38.000 millones de dólares más para apoyar a Kiev. La UE, también el martes, ha liberado los 2.500 millones que restaban de un paquete de 5.000 en ayudas y ha declarado a Rusia “estado patrocinador del terrorismo”, con las sanciones que conlleva.

“La guerra convencional de Ucrania es algo para lo que no estábamos preparados en lo económico o en lo energético, pero tampoco en lo defensivo. Los países de la Alianza llevan años invirtiendo en otro tipo de armamento y material, enfocado a guerras híbridas o amenazas difusas, más centrados en la tecnología o la inteligencia, y tampoco es eterno el granero de armas de Occidente ni de sus empresas armamentísticas. No es eterno el flujo de lo que se puede dar a Zelenski”, explica el militar español. Por ahora, las conquistas garantizan que no se enquiste la situación, pero también cambiarán las cosas con el poder republicano en la Cámara de Representantes de EEUU y, quizá, Joe Biden no lo tenga tan sencillo para arrimarle el hombro.

Las reservas de munición de los aliados de Kiev, ha publicado The Wall Street Journal, van mermando. Hasta Corea del Sur le está vendiendo armas a Washington para que se la dé a Ucrania. Hace falta mucha potencia de fuego, sobre todo. Artillería, tanques, cañones. Una guerra de libro.

  Un soldado ucraniano se asoma en un tanque capturado a los rusos, el 22 de noviembre, en la región de Donetsk.Libkos via AP

Negociar ya no es palabra tabú

En las últimas semanas, la diplomacia también se ha colado en el tablero de la guerra, cuando parecía relegada por el peso de los acontecimientos. EEUU está presionando a Ucrania para que esté “abierto” a mantener conversaciones de paz con Rusia, a la vista de que la guerra se alarga y a las fuerzas de Kiev les resultará difícil recuperar todo el territorio que Rusia ha capturado en la guerra y que logró irregularmente en 2014, que es lo que Zelenski pretende recobrar.

En estos días, han sido muy llamativas las declaraciones del presidente del Estado Mayor Conjunto de EEUU, el general Mark Milley, quien afirmó que el ”éxito” de Kiev en contrarrestar la invasión de Rusia lo coloca en una mejor posición para comenzar unas conversaciones. Sentarse con Putin no parecía estar en los planes de Zelenski, cuando le va comiendo terreno. Washington, por boca de Milley, dejó claro que su apoyo es total al país atacado, pero comparó la situación actual con la Primera Guerra Mundial, cuando las dos partes en litigio llegaron a un punto muerto en cuestión de meses pero siguieron luchando durante tres años más a costa de millones de vidas de europeos. “Aquello se convirtió en 20 millones de muertos en 1918 (...). Entonces, cuando haya una oportunidad para negociar, cuando se pueda lograr la paz, aprovéchala”, agregó.

“La probabilidad de una victoria militar ucraniana, definida como expulsar a los rusos de toda Ucrania (…), de que suceda pronto, no es alta”, recalcó. “Puede haber una solución política donde, políticamente, los rusos se retiren, eso es posible”, dejó sobre la mesa. Negociar desde una posición de fuerza, ventajosa, cuando Rusia no avanza. Eso defendió, en la línea de lo que el propio Biden le ha dicho ya en persona al presidente ucraniano.

El portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby,  insistió poco después en que su país no está tratando de obligar a Kiev a mantener conversaciones o ceder territorio. Sólo el presidente ucraniano “puede determinar si está listo para las negociaciones y cuándo, y cómo son esas negociaciones”. “Nadie de Estados Unidos lo está empujando o arrinconando contra la mesa”, insistió.

Pero la verdad es que lo parece: Biden no quiere guerra, y menos, larga, sabe que es impopular y le lastra la economía; ha hecho lo posible por evitar una escalada en la retórica nuclear y sabe que no es sencillo explicar, por muy clara que sea la agresión a Ucrania, que tanto dinero y esfuerzo de Washington se dedica a política exterior. A principios de este mes, Zelenski levantó su condición de que el presidente Putin esté fuera del poder antes de aceptar una conversaciones, un cambio que, según los medios ucranianos, se produjo después de la presión de la Casa Blanca.

El director de la CIA, William Burns, sostuvo hace diez días conversaciones con el jefe de inteligencia ruso SVR, Sergei Naryshkin. Fue en Ankara, en la reunión en persona de más alto nivel de funcionarios estadounidenses y rusos desde que comenzó la guerra, el 24 de febrero. ¿Qué se habló allí? Nada ha trascendido. “No está realizando negociaciones de ningún tipo… Nos apegamos firmemente a nuestro principio fundamental: nada sobre Ucrania sin Ucrania”, insistió la Casa Blanca.

Los comentarios de Milley, especialmente, han generado temores de que EEUU quiera quisiera reducir el objetivo de Kiev de recuperar todas las tierras que ocupan los rusos, incluidas Crimea y el Donbás. “Cualquier idea expresada de las concesiones de nuestra tierra o de nuestra soberanía no puede llamarse paz. Los compromisos inmorales conducirán a sangre nueva”, dijo Zelenski en el Foro Internacional de Seguridad de Halifax.

El profesor de la Universidad de Georgetown, Charles Kupchan, citado por la agencia AP, dijo que es más probable que la administración de Biden sólo esté tratando de asegurarse de que la puerta esté abierta para las conversaciones, y que Milley simplemente es “un poco más progresista”. “No creo que sea prematuro. Creo que es prudente. Los rusos y los ucranianos deben tener la perspectiva de que existe una ruta diplomática”, señaló. Y también es una señal para Zelenski, cuya estridencia está poniendo a prueba la paciencia de algunos aliados.

“Zelenski, comprensiblemente, se calienta un poco y dice cosas que a los aliados no les agradan”, insiste Kupchan. Y, por eso, la Casa Blanca busca adelantarse a cualquier presión de los aliados europeos para poner fin a la guerra antes de que Kiev esté lista. “La administración Biden quiere moverse lentamente, para asegurarse de que el consenso transatlántico se mantenga sólido como una roca”.

  Un sanitario traslada a un quirófano a Arthur Voblikova, de 13 años, en un hospital de Jersón. El niño ha perdido un brazo y es atendido a oscuras por la falta de medios. via Associated Press

Pero el experto en estrategia de defensa Frederick Kagan, del American Enterprise Institute, afina que Milley no refleja todo Washington. En lugar de presionar a Zelenski, EEUU debería aumentar los suministros de armas para ayudar a Ucrania a derrotar contundentemente a las fuerzas rusas, defiende. “No estoy convencido de que los ucranianos no puedan recuperar todo o la mayor parte de su territorio”, agregó en la misma agencia. “Deberíamos ayudar a acelerar la victoria de Ucrania en esta guerra (...). Disminuir la velocidad ahora no es lo correcto”.

Las tentativas de las potencias occidentales de que Ucrania, fortalecida por los éxitos de su contraofensiva militar, se siente a negociar con Rusia equivalen a pedirle que se rinda. “La guerra terminará cuando retomemos el control de nuestras fronteras y cuando Rusia le tenga miedo a Ucrania”, afirmó Mijaílo Podoliak, un asesor clave de la presidencia ucraniana, a la prensa local. “Cuando uno tiene la iniciativa en el campo de batalla, es un poco extraño recibir propuestas del tipo: de todos modos, no podrán hacer todo por medios militares, lleven a cabo negociaciones”, añadió a AFP. “Eso significa que el país que ataca, que recupera sus territorios, debe rendirse ante el país que está perdiendo”, zanja.

Zelenski rechaza negociar sin que se retiren las fuerzas rusas de todo el territorio y recuerda al mundo, además, que Rusia no ha dado pasos que muestren su voluntad de negociar nada. “Todo lo contrario”.“Rusia no quiere negociaciones. Rusia está llevando a cabo una campaña de comunicación llamada ‘negociaciones’», afirma su asesor.

Impulsada por las últimas victorias, Ucrania no puede “permitirse ninguna pausa” en su contraofensiva lanzada a finales de verano, pese a la llegada del frío y de las primeras nevadas, que empeoran la situación en el terreno. Es, por ahora, su único objetivo realista: avanzar, avanzar y avanzar.