O Más Madrid o menos España

O Más Madrid o menos España

Paris Álvarez.

El verdadero patriotismo tiene que ver con la comida. Todo ser vivo tiene entre sus funciones básicas la nutrición -obtener alimentos- junto con la relación -formar colectivos-, y el ser humano viene uniendo ambas desde los tiempos prehistóricos de los clanes recolectores y tribus agrícolas. La identidad grupal sirve de sostén para el bienestar de cada uno -nunca de cobertura para el privilegio de los menos-, además de ser un suplemento cultural de la mera nutrición física -nunca un consuelo sustitutivo de ella-. Y, a partir de estas dos necesidades, hemos creado dos artes: el culinario y el político. Por eso nos permitiremos hablar sobre la idea de España partiendo de dos menús. Por un lado, está el cocido madrileño que prepara Íñigo Errejón. Él mismo ha reflexionado sobre cómo la armonización de productos diferentes -garbanzos, patatas, repollo...- es capaz de producir -si hay buena cocina- una receta de sabor agradable y uniforme; se trata de una parábola sobre las diversas gentes de Madrid. Pero a todo esto le añade un discurso sobre la importancia de la dieta saludable -madrileña, española y mediterránea-, de la sostenibilidad ecológica en el comercio alimentario, y de adquirir comida de proximidad: los contratos públicos de comedores o cuarteles deberían priorizar a los autónomos de la ciudad y a las cooperativas de la región. Alimentarse puede ser un acto identitario frente a los etiquetados en inglés y las multinacionales apátridas. Igual que Chesterton propuso incendiar el mundo entero por el rojo cabello de una niña, Errejón propone tumbar todo el mercadeo mundialista desde un plato de cocido.

Por otro lado, Abascal se presentó en la casa de Bertín con unos ‘pimientos nacionales’: son pimientos rojos y amarillos, colocados según los colores de la bandera española. Se trata de un nacionalismo nivel ‘pinta y colorea’, además de un uso algo indigno de la enseña, pero esconde un simbolismo mayor. Cada pimiento está relleno de quinoa – perfecta confluencia de lo carca y pijo, como Vox-, todo ha sido íntegramente cocinado por la mujer de Abascal, y la materia prima resulta tener denominación de origen peruana. Es la metáfora completa. Con las mujeres en la cocina, un par de señores se sientan en una mansión a deleitarse ante un país servido en su plato: una nación pintada de rojigualdo, pero rellena de desarraigo -peruanos explotados, cuentas en Suiza, capital extranjero...-. Este es el nuevo eje; ni ’izquierdas o derechas’, ni ′constitucionalistas o independentistas’, ni ′liberales o populistas‘... se trata de ’cocido o pimientos’: o la receta española o el injerto americano, o la olla para todos o el huertito de algunos, o una España para los que cada día nos ganamos el cocido o para los señoritos a los que le importamos tres pimientos.

Y solo uno de estos dos chef gobernará Madrid: o el ‘bloque Más Madrid’ o el ‘bloque Vox’. Hablaríamos del bloque del PSOE contra el bloque del PP si quisiésemos destacar la disputa entre izquierda y derecha, o el de Podemos contra Ciudadanos si quisiésemos destacar la disputa por la nueva política, pero pensamos que nadie se cree ya ninguna de esas categorías caducadas. Decimos ‘bloque Más Madrid’ y ‘bloque Vox’ para destacar a los protagonistas que están marcando el ritmo a sus respectivos aliados, y para plantear que el ingrediente verdaderamente disputado es la idea nacional-popular, que ambos aspiran a encarnar: ¿qué concepto de comunidad prevalecerá?

O un Madrid de carácter humilde y cuerpos abastecidos, o una España de nacionalistas con platos vacíos.

Son también las dos únicas candidaturas que aspiran a una transversalidad que les permita abrir brecha en el anquilosado y copado espectro político. En palabras de Errejón: ”Hoy  se me han acercado unos jóvenes que no tenían aspecto de votarnos, pero escucharon nuestro discurso, y les ha gustado lo que hablamos sobre dedicar recursos a alquileres asequibles e instalaciones deportivas. Tenemos la voluntad de ser un ayuntamiento que va a defender a todos los madrileños, empezando por aquellos que no nos entienden, a los que les han hablado mal de nosotros, que verán en nuestros hechos que no hacemos demagogia. Queremos que vengan a decirnos: nosotros votábamos al PSOE, al PP, a Cs, pero os vamos a votar a vosotros, porque habéis hecho de mi barrio y mi calle un entorno mejor. Esa es nuestra diferencia, mientras que algunos solo luchan por siglas, o por sus partidos″... Solo que ese discurso lo ha pronunciado en realidad Ortega Smith en Hortaleza. Pero sólo uno de ambos proyectos es sincero. Sólo uno de los dos lleva desarrollando una idea transversal desde 2014, cuando el Vox de Vidal-Quadras era una agencia de colocación del PP que se autodenominaba ‘derecha auténtica’. Sólo uno de los dos exponentes tiene un largo compromiso con los frentes amplios -por el que lo ha sacrificado todo-, mientras que el otro ha tenido una reciente ocurrencia ‘atrápalo-todo’ con vistas a medrar. Sólo uno es cocina a fuego lento, y el otro es rápida comida basura; sólo uno es receta de la abuela, y el otro es producto procesado.

Es hora de dar un golpe sobre la mesa. Nuestra patria son los comedores públicos y no los banquetes en reservados, es la bandera para todos y no la bandeja de unos pocos, es el derecho al plato caliente y no la súplica por unas migajas, es vivir comiendo bien y no comer para apenas sobrevivir, es un país de pan con chorizo y no sin pan para tantos chorizos, es un salario mínimo que pueda llenar la nevera y no una amnistía fiscal a quienes vaciaron nuestros almacenes, es la impagable hora del bocadillo y no las horas extra impagadas, es educación infantil en dieta mediterránea y no riesgos de desnutrición y obesidad, es la hermandad entre comensales y no la voracidad de los caníbales, son las cenas familiares y no los desayunos del IBEX, es el mesón de la esquina y no la cadena de las antípodas, es Errejón en La Jota y no Cifuentes en el McDonalds, es el agua pública de Carmena y y no el ERE en CocaCola de Marcos de Quinto. El domingo 26 de mayo, podemos encargar dos opciones de menú para los próximos años. O un menú fresco y variado, o el menú insalubre de siempre. O una cocina que cada día suma más, o una cocina que cada día despide imputados y tránsfugas: o Más Madrid o menos España. Habrá un Madrid despensa de España entera, o una España de sobras para medio mundo. O un Madrid de carácter humilde y cuerpos abastecidos, o una España de nacionalistas con platos vacíos.

Buen provecho.

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