'El infierno is coming', pero no estamos solos: Europa, ante su ola de calor más precoz

'El infierno is coming', pero no estamos solos: Europa, ante su ola de calor más precoz

Suspensión de exámenes oficiales, apertura de piscinas nocturnas, permiso para no trabajar... Así se enfrenta Europa al temido calor africano.

Con un vídeo de siete segundos y el titular ‘El infierno is coming’, la meteoróloga de RTVE Silvia Laplana alertaba este lunes en Twitter de la ola de calor que estaba por llegar a la Península Ibérica (y que ya ha llegado).

Tanto dio en el clavo Laplana que el diario británico The Guardian le copió el titular horas después, mientras se hacía eco de las temperaturas que se van a alcanzar en España: 42ºC el jueves en los valles del Ebro, Tajo, Guadiana y Guadalquivir, según datos de AEMET, y con una sensación térmica de hasta 47 grados. Ahí es nada.

Pero para bien o para mal, no estamos solos. En Roma llegarán a los 36ºC, en Berlín a los 37ºC, en París a los 38ºC y en Suiza a los 39ºC. Quizás a un cordobés le parece poca cosa, pero para nuestros vecinos europeos no es tan habitual llegar al centro de salud, por ejemplo, y que haya aire acondicionado. Tampoco en las guarderías, explica María Ulzurrun, una joven española que trabaja en un jardín de infancia en Berlín: “Los niños duermen menos y comen peor y nosotras [las cuidadoras] estamos más estresadas”. “En las casas generalmente no tenemos aire acondicionado y en el transporte público, sólo en las líneas nuevas”, comenta Paul Ackermann, redactor jefe de la edición francesa del HuffPost, sobre la situación en París.

  La plaza del Trocadero, en París, el 24 de junio.CHRISTOPHE ARCHAMBAULT/AFP

Si al norte de los Pirineos no están adaptados a semejantes temperaturas es porque, hasta hace unos años, se libraban de las olas de calor africano. Aunque eso está cambiando (un saludo, crisis climática). En Francia siempre recordarán la ola de calor de 2003, que acabó con la vida de casi 15.000 personas, sobre todo ancianos, señala Ackermann. Desde entonces, el Gobierno galo ha tomado medidas, y estos días las está poniendo en práctica: en París se abrirán ‘salas de frío’ entre las 2 y las 6 de la tarde en edificios institucionales, ocho piscinas municipales permanecerán abiertas por la noche y se instalarán 1000 fuentes de agua potable en toda la capital, tal y como ha anunciado la alcaldesa, Anne Hidalgo.

Es un fenómeno sin precedentes, porque se está produciendo a principios de junio, algo que no veíamos desde 1947

Tan temida es la subida del mercurio en Francia que este lunes el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, compareció para anunciar una decisión insólita: se posponen los exámenes nacionales de final de secundaria. Programadas para este jueves y viernes, las pruebas tendrán lugar finalmente los próximos 1 y 2 de julio. “Este episodio de canícula resulta inédito en período escolar”, argumentó el ministro. Porque, efectivamente, en Francia y en otros países todavía no ha terminado el curso escolar.

Algunos meteorólogos franceses hablan de una sensación térmica de hasta 48ºC a causa de la humedad, y, ante tal alarma, no resulta extraño que las tiendas de electrodomésticos se estén desabasteciendo de aparatos climatizadores. “Fui a comprar un ventilador, pero los estantes estaban vacíos”, explica a AFP Anne-Sophie Vigier, de 30 años, a la salida de un centro comercial en el sur de París.

“Es un fenómeno sin precedentes, porque se está produciendo a principios de junio, algo que no veíamos desde 1947”, confirma Emmanuel Demaël, de la agencia meteorológica francesa Météo-France.

En Alemania tampoco es asunto menor la ola de calor. Se espera que el récord de junio de 38,2ºC, registrado en Fránkfurt en 1947, se supere esta semana con los 40ºC en esa misma ciudad.

Por suerte, los germanos cuentan con el concepto Hitzefrei, literalmente, ‘libre por calor’, es decir, un permiso para trabajadores y estudiantes para faltar a su puesto de trabajo o estudio en caso de altas temperaturas que planteen riesgo para la salud.

Un asalariado que se considera en peligro a 26ºC está en su derecho de dejar de trabajar

La cuestión es qué se considera ‘peligroso’ para la salud. Según la ley del trabajo alemana, la temperatura no debe superar los 26 grados Celsius en el lugar de trabajo. En caso de alcanzarse los 30º, es obligación del empleador procurar condiciones óptimas para sus empleados, ya sea instalar ventiladores y fuentes o proporcionarles ropa adecuada para el calor.

Es lo mismo que en Luxemburgo se conoce como droit de retrait. “Un asalariado que se considera en peligro a 26ºC está en su derecho de dejar de trabajar”, explica a L’éssentiel Karim Sorel, abogado luxemburgués especializado en derecho laboral.

  Roma, 24 de junio.ALBERTO PIZZOLI/AFP

La “ola de calor más intensa de la última década en Europa” también llega a Italia, especialmente al norte y centro del país, donde se batirán récords de temperaturas en junio. Y lo más grave no es la ola en sí, sino que llega en un momento de emergencia por falta de médicos en los hospitales.

Para solventar esta crisis, algunos profesionales sanitarios han tenido que suspender sus vacaciones e incluso la ministra de Defensa, Elisabetta Trenta, ha reconocido que se está examinando “la posibilidad de enviar médicos militares para hacer frente a la escasez de personal en hospitales”.

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Dentro de este infierno en que se ha convertido Europa, hay pequeños oasis. Que se lo digan si no a los gallegos, cántabros y asturianos. E incluso a los griegos. “Grecia es una excepción en esta ola de calor”, cuenta Antonis Fourlis, redactor jefe de la edición griega del HuffPost.

Atenas no sufrirá “temperaturas extremas” como el resto de Europa ni superará su media estival de 35ºC, explica Fourlis. En cualquier caso, los griegos saben cómo hacer frente al calor: “Las duchas a media tarde se han convertido en una costumbre para los atenienses este mes de junio y, además, en Grecia somos fieles usuarios del aire acondicionado después de una fuerte ola de calor que hubo en 1987″.

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es