“Cada vez que vamos al bosque tenemos que estar listas para encontrar a algún refugiado muerto”

“Cada vez que vamos al bosque tenemos que estar listas para encontrar a algún refugiado muerto”

Los voluntarios que socorren a los migrantes que tratan de cruzar de Bielorrusia a Polonia lamentan el abandono de los principales actores políticos de este conflicto.

Tumba de cuatro de los migrantes muertos en esta crisis, en el pueblo polaco de Bohoinki. Se trata de un joven sirio de 19 años, un yemení y dos iraquíes (un bebé y un adulto).NÚRIA GARRIDO

SOKOLKA (POLONIA)-. Joanna Gryzmala baja las escaleras del apartamento donde se encuentra alojada en el municipio polaco de Sokolka. El pueblo está nevado y hace mucho frío. Son las tres de la tarde pero el cielo ha empezado ya a oscurecerse. Reconoce que está cansada. La noche anterior solo pudo dormir cuatro horas porque estuvo en el bosque de Bialowieza hasta las tantas intentando ayudar a un grupo de personas migrantes que trataban de llegar a Polonia. Pero aún así, considera importante sacar tiempo para esta entrevista. Se sienta en una cafetería cercana y empieza a contar por qué ha decidido convertirse en voluntaria y, en definitiva, por qué considera importante ayudar en esta crisis humanitaria que ha estallado en la frontera Polaca con Bielorrusia con especial tensión en las tres últimas semanas.

“Sigo este caso desde el principio. Estoy muy implicada. A esta zona vine por primera vez en octubre, aunque hay que recordar que en agosto ya hubo intentos por parte de afganos de cruzar la frontera. En aquel momento era difícil venir”, explica esta joven polaca, de 33 años. Ella es de Cracovia, una de las ciudades más grandes del sur de Polonia, pero estas semanas se ha trasladado a esta localidad que se encuentra a 13 kilómetros de la frontera.

Desde aquí pueden estar más cerca de los necesitados. De las personas que buscan una vida digna. La mayoría de ellas son de Irak, Yemen, Afganistán y Siria. Huyen de la miseria económica y de los conflictos políticos de sus respectivos países pensando que podrán entrar a Europa por esta zona engañados por Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia o más conocido como el último dictador de Europa.

Gryzmala se graduó en Psicología y posteriormente hizo un doctorado centrado en temas de refugiados. Actualmente trabaja investigando para la universidad de su ciudad, Jagiellonskim, pero ha decidido cogerse días libres para ayudar en esta causa. Cuenta además que su madre también ayudó en el pasado a refugiados así que siente que ahora le toca a ella a través de la Fundacja Ocalenie. “Nuestra misión consiste básicamente en esperar a que alguien nos llame para socorrerlo. En ese momento sientes diferentes emociones desde rabia hasta frustración porque muchas veces no puedes hacer gran cosa por las limitaciones”, indica.

Y es que desde el pasado mes de septiembre el Gobierno polaco ha establecido el estado de alarma en en la zona que rodea la frontera impidiendo la entrada de activistas y periodistas. “No tenemos permiso para ir a determinadas zonas y eso hace más complicado nuestro trabajo. El Gobierno polaco tiene sangre en las manos, es inaceptable la manera en la que están tratando a estas personas. Los están matando. Cada vez que vamos a ayudar a alguien al bosque, tenemos que estar preparadas para seguramente encontrarnos a alguien muerto y eso es muy duro”, lamenta Grzymala.

No tenemos permiso para ir a determinadas zonas y eso hace más complicado nuestro trabajo. El Gobierno polaco tiene sangre en las manos, es inaceptable la manera en la que están tratando a estas personas. Los están matando

Asimismo, considera que el Ejecutivo polaco, liderado por Mateusz Morawiecki, no quiere mostrar lo que está ocurriendo realmente en la frontera y que, por ello no deja pasar a los periodistas. “Me parece horrible. Y están manipulando a la opinión pública. Lo que hacen es mostrar la historia como ellos quieren y, de esa manera, ponen a la población polaca en contra de los refugiados”, denuncia.

Y es que, la presencia policial en esta zona de Polonia ha aumentado de manera significativa especialmente en los pueblos cercanos a la frontera como Sokolka. Es habitual ver constantemente furgones de policías y soldados por las carreteras de los pueblos cercanos a la frontera.

En este sentido, Joanna explica que los guardias fronterizos les persiguen por el bosque cuando tratan de ayudar a algún grupo de migrantes. “Cuando voy al bosque yo no tengo miedo por ejemplo de encontrarme con animales, pero sí de los policías”, reconoce. Además, según denuncia Reporteros Sin Fronteras (RSF), en los últimos días diversos periodistas y fotoperiodistas han sido detenidos los guardias fronterizos polacos cuando intentaban informar del conflicto.

  Joanna Grzymala, activista y voluntaria polaca.NÚRIA GARRIDO

Ante estos hechos, el responsable de RSF para la Unión Europea y los Balcanes, Pavol Szalai, ha pedido al senado de Polonia que los medios de comunicación “recuperen todos los derechos de los que gozaban antes del estado de excepción”. Pero de momento la situación sigue siendo la misma. De hecho, hay muchos controles policiales a los profesionales de la comunicación. En este sentido cabe recordar que Polonia ocupa el puesto 64 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021 de RSF.

Sobre la actuación de la Unión Europea ante esta crisis, Joanna también se siente decepcionada: “La política de Bruselas sobre refugiados en los últimos años ha sido bastante consistente. Incluso le ha ofrecido ayuda a nuestro Gobierno, básicamente para que se limpie las manos en una situación que yo ahora mismo percibo como genocidio”.

Mientras Joanna sigue explicando su punto de vista, afuera la localidad del este polaco sigue teñida de blanco por la enorme cantidad de nieve que ha caído esa mañana. Y precisamente, la joven polaca advierte de que las personas que se encuentran ahora mismo a la intemperie -se calcula que son un centenar puesto que algunos de ellos fueron trasladados a una nave industrial y otros devueltos a sus países de origen- no tienen los suficientes recursos para lidiar el frío y que, seguramente sea su primer contacto con un clima tan duro. “En las próximas semanas, morirá más gente porque el frío irá a más. El otoño todavía se puede soportar ahí afuera pero el invierno aquí cosecha temperaturas bajo cero prácticamente todos los días”, añade.

Sobre cómo se sienten los migrantes con los que se ha encontrado en el bosque, Joanna dice que muchos de ellos están cansados porque ya han sido devueltos a la parte de la frontera de Bielorrusia varias veces. “Se sienten como una pelota de pin-pon. Por una parte los guardias fronterizos polacos los devuelven a Bielorrusia cuando los ven en la parte de Polonia. Y una vez allí, los guardias bielorrusos los vuelven a impulsar otra vez a la zona polaca. Esto está provocando que muchos de ellos quieran volver a sus países de origen o otra lugar donde al menos puedan estar más seguros”, lamenta.

  Nieve en la localidad polaca de Sokolka, desde donde algunos vecinos y activistas ayudan a los migrantes.NÚRIA GARRIDO
Se sienten como una pelota de pin-pon. Los guardias fronterizos polacos los devuelven a Bielorrusia cuando los ven en la parte de Polonia. Y una vez allí, los guardias bielorrusos los vuelven a impulsar otra vez a la zona polaca

También denuncia que cuando la guardia fronteriza polaca encuentra cuerpos en su parte, los devuelve a Bielorrusia y que por tanto, esas víctimas quedan fuera de las estadísticas. De hecho, la cifra de víctimas mortales exacta por esta crisis se desconoce. Algunos medios apuntan a que son ya 13 personas (entre ellas un bebé) las fallecidas, aunque esta cifra podría ser ya superior por lo que cuenta Joanna.

Asimismo denuncia, que cuando se encuentran a una persona herida en el bosque y necesita asistencia médica, llaman inmediatamente a la ambulancia, pero que aún así, los soldados siguen persiguiendo a la persona herida. “Los que consiguen cruzar la frontera algunos tienen la suerte de conseguir asilo, esto es posible a veces. Pero no es lo habitual”, indica.