La OTAN cumple 70 años: ¿Para qué ha servido? ¿Para qué sirve?

La OTAN cumple 70 años: ¿Para qué ha servido? ¿Para qué sirve?

Harry Truman, el entonces presidente de EEUU, firma el acta de creación de la OTAN, en 1949. Historical via Getty Images

Imaginen el momento: plena postguerra de la Segunda Guerra Mundial, Europa puesta en pie pero caminando lentamente con muletas, las tropas de EEUU y Canadá volviendo a casa, la Unión Soviética expandiéndose sobre países satélite, las Naciones Unidas recién paridas sin capacidad para mantener la paz en el mundo...

Europa occidental y sus aliados de Norteamérica decidieron que había que actuar si querían estar protegidos, sobre todo frente a Moscú, y así fue como el 4 de abril de 1949, hace hoy 70 años, se firmó el Tratado de Washington, que establecía la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Diez países de ambos lados del océano (Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido) se comprometieron a defenderse mutuamente en caso de agresión armada contra cualquiera de ellos por parte de una potencia externa.

Desde entonces, la OTAN ha sido una organización esencial para entender el mundo. Pero, ¿lo sigue siendo hoy? ¿Qué papel juega si ya no hay Guerra Fría, si no hay Pacto de Varsovia ni Telón de Acero, si el tablero y las piezas han cambiado por completo?

Mientras los ministros de Exteriores de la Alianza se reúnen en Washington para soplar las 70 velas de la tarta, tres especialistas tratan de radiografiar el estado de la Alianza para El HuffPost.

¿Para qué ha servido la OTAN?

Para Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), la Alianza ha servido para tres cosas esenciales: “para defender los intereses estadounidenses en Europa, ya que claramente nace de su voluntad; para evitar enfrentamientos intraeuropeos, en la medida en que ha funcionado como una especie de cemento, que ha ido aunando voluntades y métodos de funcionamiento entre los aliados; y para hacer frente a la URSS en el periodo de la Guerra Fría”.

Alberto Bueno, investigador de la Universidad de Granada y del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI), destaca que la importancia de la OTAN radica en que “ha ido más allá de lo que es una estricta alianza militar, de poner capacidades sobre la mesa, pues también es un foro político que, si no existiera, habría que inventarlo”. Y explica su rotunda afirmación: “No existe ninguna otra organización similar. Es el único foro político y militar en el área occidental en el que se pueden discutir acuerdos y desacuerdos de los socios. Creo que a día de hoy ese es el gran valor añadido que tiene”.

Para Ernesto Pascual, profesor de los Estudios de Ciencias Políticas de la UOC, “ha servido para establecer un marco de paz”. Básicamente, dice, “ha permitido crear esta alianza transnacional, muy importante para Europa, y mantener una estabilidad dentro del continente, que había sufrido dos guerras y que precisamente mediante este mecanismo intentaba pacificar la situación y crear un marco común de entendimiento entre sus países”. Añade, además, lo que este organismo ha supuesto para España: “Nos sirvió para romper el aislacionismo que habíamos vivido durante los 40 años de dictadura franquista. En 1986 se hicieron rápidamente tres cosas que marcaron la diferencia: se entró en la CEE, se reconoció el Estado de Israel y se entró en la OTAN. Todo sumado nos hizo integramos plenamente en la construcción europea”.

¿Y para qué sirve hoy?

Pese al balance positivo de estas siete décadas que hacen los expertos, Núñez Villaverde pone el dedo en la llaga: “todo eso es pasado”. Es más: “la OTAN tiene más pasado que futuro”, afirma. Recuerda que cuando terminó la Guerra Fría, “la OTAN sufrió una crisis existencial muy obvia”, de esencia. ”¿Para qué la necesitábamos si ya no había una confrontación bipolar? Pero entonces es cuando a la Alianza viene Dios a verla y los países que se iban liberando del control de Moscú empiezan a llamar a su puerta, porque buscan la protección de EEUU y, como está dentro de la OTAN, pues la protección de la OTAN también. Lo hicieron porque siguen considerando hasta hoy que su principal amenaza es Rusia”, explica.

Ahí es cuando la Alianza, sostiene este militar retirado, encuentra “una nueva razón de ser, recobra fuerza cuando parecía que ya su finalidad se había terminado”. Pero ese nuevo cometido, a la vez, es “el germen de una fragmentación que hoy en día es bien visible: hay países de la OTAN que lo que quieren es un esquema clásico de defensa colectiva frente a la amenaza rusa, los del centro y el este de Europa, y otros que quieren una OTAN que sea una organización de seguridad global y no de defensa colectiva”.

Hay países de la OTAN que lo que quieren es un esquema clásico de defensa colectiva frente a la amenaza rusa, los del centro y el este de Europa, y otros que quieren una OTAN que sea una organización de seguridad global y no de defensa colectiva

Defiende que, incluso en estas circunstancias, a medio plazo sigue teniendo sentido, porque sigue siendo “una realidad operativa en términos de defensa colectiva y hasta un freno a las disensiones intraeuropeas”, y además “no tenemos otra cosa mejor”. Sin embargo, enumera sus lagunas, los retos donde no llega: la ciberdefensa, la lucha contra el terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva o los efectos del cambio climático. No tiene, insiste, ni principios claros, ni instrumentos ni dinero para esas batallas.

El actual presidente de EEUU, Donald Trump, ha llegado a decir que la organización estaba “obsoleta”, “cuestionando la validez de la OTAN, insultando y despreciando a los aliados”. “Eso está haciendo que este aniversario sea cualquier cosa menos una fiesta. La Alianza seguirá siendo, por un tiempo al menos, una organización funcional en declive, pero no muerta”, concluye Núñez.

Ernesto Pascual comparte con el especialista de IECAH que la OTAN “se ha quedado sin sus objetivos en muchos aspectos”. “Cayó el muro de Berlín en el 89, se acabó el Pacto de Varsovia y parte del acta fundacional de la OTAN quedó fuera de lugar. Luego, con el paso del tiempo, sólo ha habido dos intervenciones reales, en los Balcanes y en Afganistán, cuando EEUU pidió ayuda, nada más. Y ahora se enfrenta a una situación de autodestrucción”, describe.

Habla de una especie de “tormenta perfecta”: se aplica una “nueva política aislacionista por parte de EEUU”, mientras vemos un “renacimiento en Europa de populismos identitarios, que pretenden centrarse en su pequeño territorio y no ven más allá”. “El desafío más grande que tiene ahora la OTAN es consolidarse en este contexto”, señala. El otro desafío es el “expansionismo” por el que apuesta el presidente ruso, Vladimir Putin, y el temor que causa en ciertos países como Suecia, “que están hasta recuperando el servicio militar obligatorio ante la perspectiva de una posible acción militar rusa”.

Alberto Bueno reconoce que, como la OTAN “nació para otra cosa”, antes de nada hay que ver si sigue teniendo sentido. El experto de la UGR responde que sí, porque hay una “tensión renovada con Rusia que hace que nos suene la película y parezca que vuelve a ser necesario un actor así”. “La duda es si realmente estamos viviendo un proceso similar al que vimos en la Guerra Fría, y si ante otras amenazas, riesgos o desafíos, la OTAN también debería dar respuestas de otra manera”, cuestiona.

La tensión renovada con Rusia hace que nos suene la película y parezca que vuelve a ser necesario un actor así

El contexto mundial es otro, diferente al de hace 70 años, por mucho que haya “algunos elementos similares” como las tensiones nucleares entre Washington y Moscú, que han dado por roto el Tratado de control de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés). “Ni Rusia es la URSS ni estos EEUU son los de entonces”, remarca. Hay “otros actores, China sobre todo, más los países europeos, no sólo los occidentales, sino los del centro y el este… Hay que repensarlo todo”, defiende.

Hay un gran debate en el seno de la actual OTAN: el del dinero. En la última cumbre en Bruselas, el choque entre Trump y sus aliados fue importante, a cuenta de los euros que cada cual aporta a la Alianza. Es una materia, coinciden los expertos, clave para el futuro del organismo, pero hay que abrir el foco, defiende Bueno. “Dedicar el 2% del PIB a Defensa, que es lo que exige Washington y a lo que se comprometieron los países aliados, es un indicador más del esfuerzo global que hace un país en defensa, pero hay que hablar también de las capacidades y de cuáles son los compromisos en las misiones. Tiene poco sentido -y aquí el ejemplo arquetípico es Grecia-, gastar por encima de ese 2% si no aportas luego capacidades a la alianza, si no pones militares en el exterior… Otros tienen menos gasto pero la contribución al esfuerzo colectivo es muchísima. Este es el momento de hablarlo”, enfatiza Bueno.

El mayor acierto, el mayor error

“El mayor éxito de la OTAN como institución ha sido uno fantástico, sensacional: acabar con la Guerra Fría sin pegar un tiro, sin necesidad de actuar armadamente, simplemente por la imposición de la estabilidad en el continente europeo”, resume enfáticamente Pascual.

Núñez Villaverde también resume su principal bondad en “haber logrado que el continente europeo no haya sufrido guerras”. Hay excepciones, como la de la Antigua Yugoslavia, “pero desde luego para la Europa occidental ha sido una garantía de seguridad incuestionable, por encima de cualquier otra consideración”.

Para Bueno, “la gran virtud es que no se valora el hecho de que exista una alianza, una organización internacional colectiva, donde actualmente hay una treintena de países que se sientan a la misma mesa a hablar de temas de defensa, de intereses comunes. Ese foro político, militar y estratégico es el gran logro de la Alianza en estos años. Es único”. Pone el acento en el trabajo callado, el diario, el que no se ve, pero da resultados.

Hay un sentir similar en cuanto a las luces. En cuanto a las sombras, cada analista señala una diferente. Núñez apunta “la huida hacia delante” que llevó a la Alianza a embarcarse en una misión como la de Afganistán (iniciada en 2001), “que está fuera de su área tradicional de responsabilidad, y que obviamente ni tuvo éxito ni va a tener éxito, porque es una tarea que escapa a las capacidades de una organización militar”. EEUU fue quien pidió la ayuda de sus aliados y todos entraron en el avispero, sin haber logrado estabilizar el país.

  Soldados canadienses de la misión de la OTAN en Afganistán, abandonando Kabul en 2014.Reuters

Bueno se acuerda de la intervención en Libia en 2011, que no ayudó a pacificar el país tras la caída de Muamar el Gadafi. Sigue sin haber gobierno y se han multiplicado los grupos terroristas en el país, por ejemplo. No obstante, matiza que “se suele mencionar como un fracaso de la OTAN por todo lo que vino después, por no haber tenido la previsión suficiente, pero en este caso quienes realmente quisieron llevar el liderazgo político fueron Francia y Reino Unido, estados individuales”.

Mientras, Pascual destaca los desajustes ante el deseo de las exrepúblicas soviéticas de querer quieren acogerse al paraguas de la OTAN. “La negociación de ese acercamiento sin pensar que Rusia tiene intereses y que ve como una ofensa el hecho de que la Alianza avance hacia sus fronteras es un fallo de cálculo que nos ha llevado a situaciones como la de Ucrania, donde hay una guerra, aunque se le ponga el eufemismo de “baja intensidad”. En parte es por la posibilidad que se les ofreció a los ucranianos, la esperanza de acercarse a la OTAN y a la UE, sin haber negociado primero con Rusia. Moscú reaccionó violentamente y ha dejado en una situación comprometida a la defensa europea, que no ha sido capaz de actuar en este punto, porque sería un avispero dentro de la propia Unión Europea”, explica.

¿Europa se independiza?

En los últimos meses, países como Francia y Alemania han enarbolado la bandera de la llamada “autonomía estratégica”, que defiende que la UE se libere en cuestiones de Defensa de las exigencias y conveniencias de EEUU, que es quien lleva décadas marcando el paso. Se llega a hablar incluso de crear un ejército europeo propio, pero por ahora de ello no hay más que referencias nada concretas. ¿Cómo se encaja esto dentro de la OTAN? ¿Pueden convivir las dos apuestas?

Jesús Núñez reconoce que ambas apuestas “no pueden ir en paralelo mucho tiempo”. Hay una escisión interna importante sobre la visión que debe primar, dice, y hasta que eso no se aclare, pocos pasos concretos se darán. “Ahí están las distintas sensibilidades: los atlantistas, con Reino Unido a la cabeza, y los países del este de Europa, que dicen: ‘no, queremos más OTAN, dejémonos de tonterías, esto ya es una realidad y para qué poner huevos en otras cestas’; y los europeístas, con Francia al frente, que dicen: ‘no, tenemos que aspirar a esa autonomía estratégica, y desde esa posición hablar con EEUU, si es que tenemos intereses comunes todavía, colaborar en lo que nos parezca, pero teniendo nosotros nuestra propia capacidad’. Así están las cosas”, describe.

A su juicio, “eso de la autonomía es un sueño irreal”, y pone un ejemplo clarificador al respecto: ”¿Tiene intención la UE de dotarse de armas nucleares? No. Ni loca. ¿Están los franceses dispuestos a poner sus armas nucleares a disposición de Bruselas y que las maneje para la defensa de toda la UE? No, tampoco. Pues así no hay base para esa autonomía”.

Como mucho, ahonda, se están dando “pasitos”, vemos “embriones de algo que puede en otras circunstancias políticas, en el futuro, pueden derivar en que haya efectivamente una capacidad europea de Defensa, pero desde luego para eso nos quedan décadas”. Con realismo, repite varias veces, no puede haber alejamiento de Washington, incluso aunque Angela Merkel, la canciller alemana, lo señale ya como un socio del que no nos podemos fiar. “EEUU es quien garantiza la seguridad de los europeos, empezando por darnos su paraguas nuclear. Lo demás son palabras que pueden servir para alimentar un sueño, pero no está a la vuelta de la esquina, aunque sería deseable”, argumenta.

  Emmanuel Macron y Angela Merkel, los principales defensores de la idea de ejército europeo, se saludan en una visita de la mandataria alemana al Elíseo. Stephane Mahe / Reuters

Alberto Bueno descarta directamente la idea de un ejército comunitario, porque no hay, dice, “ni un pensamiento estratégico detrás ni unos intereses compartidos ni una visión homogénea”, al menos, por ahora. “La pregunta sería: ¿para qué lo queremos? Creo que el debate sí sirve como un elemento dinamizador de discusión entre los socios europeos, para decir tenemos que hacer más y conjuntamente. Ese es el valor añadido que aporta ese término, ninguno más. Quien esté hablando de ejército se está engañando o autoengañando”, remarca.

Como no todos los estados de la UE tienen ni capacidad de llevar a cabo misiones internacionales ni ganas o intereses de hacerlo, como cada cual tiene sus objetivos, como “cada país hace la guerra por su cuenta”, no es posible aún dar ese paso al costado, desmarcarse tanto, sostiene. La OTAN sigue ahí y juega, por ahora, ese papel de apuesta de defensa común, por más que surjan recelos ante lo que Bruselas se plantee hacer en el futuro, mirando competencias, apuestas y posibles duplicidades. Frente a esos temores, Bueno plantea la visión contraria: mientras cuaja o no cuaja una apuesta del club comunitaria, es bueno que se abra el debate y que los países europeos tomen “más protagonismo”, porque eso redundará en “más eficiencia”.

Lo enmarca también en la “vieja discusión” en cada orilla. “Por un lado, se dice que EEUU quiere imponer la agenda, que en Europa estamos a su servicio, pero por otro, los países europeos saben que en buena medida se benefician del apoyo inestimable de Washington. Lo vimos en los Balcanes o en Libia. Sin las capacidades que EEUU puso sobre la mesa ninguna de estas operaciones se hubieran podido realizar. Luego EEUU se queja del poco compromiso del Viejo Continente, pero sabe que también tiene unos aliados ciertamente fiables aquí, que son imprescindibles en su proyección estratégica. Al final, aún, nos necesitamos unos a otros”, reconoce Bueno.

Es cierto que los europeos deberíamos dar un paso adelante en este tema, pero también es cierto que la alianza con EEUU aporta un peso específico a Europa que, como territorio, no tiene, ante los desafíos del mundo global

Ernesto Pascual sostiene que es “natural” que posturas aislacionistas como las de Trump lleven a mandatarios como Merkel a desconfiar del socio de siempre y apostar por hacernos cargo de “nuestros asuntos”, “lo cual significa también una revolución en la UE, con las dificultades que eso tiene”. No obstante, entiende que el malestar debería ser pasajero o, al menos, aminorarse, si EEUU rebaja su hostilidad.

“Quedan dos años de legislatura de Trump y los gobiernos por venir para ver si Washington vuelve a ser proactivo y no amenazante, como en este momento, en el que considera a la OTAN un negocio de venta de armas. Hay que ver si vuelve a entender que es una estructura multilateral de pacificación. Es cierto que los europeos deberíamos dar un paso adelante en este tema, pero también es cierto que la alianza con EEUU aporta un peso específico a Europa que, como territorio, no tiene, ante los desafíos del mundo global”. No sólo habla de defensa pura y dura, de peso militar, sino de carencias como las de población o industria que tenemos frente a potencias como China. “Si vamos a menos, no podemos quedarnos más solos”, concluye.

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