Para todos aquellos que quieran saber un poco más acerca de lo que está ocurriendo en Bolivia…

Para todos aquellos que quieran saber un poco más acerca de lo que está ocurriendo en Bolivia…

Tras hacer historia con programas sociales dignos de exportación, Evo Morales cayó en la trampa del poder.

El expresidente boliviano, Evo Morales.PEDRO PARDO via Getty Images

No sería justo comenzar a hablar de lo que actualmente sucede en Bolivia sin mencionar lo que nos trajo hasta este punto. Sin duda todos han escuchado hablar del primer presidente indígena del mundo, quien ascendió al poder de manera democrática en 2005 con el apoyo de más del 50% del electorado, como una brisa fresca tras años de convulsión social e inestabilidad política, con una retórica distinta, con un discurso de reivindicación hacia los hasta entonces excluidos, Bolivia, convencida en su buena fe, le dio una oportunidad… 

Durante la primera gestión de gobierno hizo cosas que a muchos no les gustaron, sin embargo el bien común resultado de esas gestiones era mayor, como una versión Robin Hoodesca: quitar las regalías a los ricos para redistribuirlas entre los más pobres, universalizar los servicios básicos y reivindicar lo ancestral, recobrar el orgullo de nuestras raíces y de los nuestros… todo aquello funcionó, la pobreza extrema disminuyó, las cifras macroeconómicas fueron beneficiosas (en gran parte debido a la bonanza de los precios internacionales que nos dieron los mejores años de ingresos, pero el análisis económico no es en lo que queremos enfocarnos ahora).

Tras hacer historia con programas sociales dignos de exportación (como el caso del acceso universal al agua y saneamiento, como derecho humano, entre otros), cayó en la trampa del poder; tanto así que la idea de la alternancia pareció no gustarle y, a título de mantener “el proceso de cambio” y de la “nueva Bolivia”, se creó la imagen del Caudillo con la colaboración de sus más allegados que nunca aprendieron a decirle la verdad más allá de endiosarlo y que lo convencieron de que él era el proceso de cambio, y la nueva Bolivia no sería posible sin él. 

Pasó a su segundo mandato con una artimaña que daría las primeras luces de su interés de consolidarse eternamente en el poder, pues antes de finalizar el primer mandato (2008) convocó a un referéndum revocatorio, primero para demostrarnos y demostrarse que la gente lo quería, y en segundo lugar porque cuando postuló a un tercer mandato (modificó en 2008 la Constitución para aprobar dos mandos consecutivos, pero la figura de un tercero no existía), con el pretexto de que no acabó el primer mandato en su totalidad, por lo que el mismo no contaba como un primer mandato, de modo que podría presentarse al tercero a cuenta del segundo… hábil y convenientemente, adicionalmente se argumentó que se refundaba el Estado, pasando de ser “La República de Bolivia” a ser el “Estado Plurinacional de Bolivia” tras la aprobación de la nueva CPE, entonces, sería el período 2010 – 2014 como el primer período en la Nueva Bolivia, sí lo sé, enredado el asunto no?. 

Tras haber ganado por tercera vez las elecciones, sin siquiera haber finalizado la primera gestión de su nuevo mandato, decidió que se postularía nuevamente. No se lo pidieron, él lo decidió y, como mencioné anteriormente, nadie en su gabinete ni círculo cercano tuvo el coraje de contradecirle. De ese modo, se preparó un referéndum de consulta, el cual resolvería si se cambiaba el artículo de la Constitución que permitía la reelección indefinida para presidente, vicepresidente y autoridades territoriales. El referéndum se llevó a cabo el 21 de febrero de 2016, dándole una victoria al NO con el 51% de los votos. El oficialismo más adelante argumentaría que el triunfo se daba por una estrecha diferencia, sin embargo previo a conocerse los resultados finales, habían salido a decir que si ganaban por un voto, ganaban, y si perdían respetarían la decisión del pueblo… 

Tras hacer historia con programas sociales dignos de exportación, Evo Morales cayó en la trampa del poder.

Spoiler alert! La decisión del pueblo de ese 21F no se respetó, salió el oficialismo a interponer un recurso con el argumento de que poner un candado a la reelección de Evo Morales atentaba contra sus derechos, así como lo leen: atentado a sus derechos humanos y políticos... Y como el Tribunal Constitucional era del oficialismo, aprobaron el recurso sin mayores análisis al mismo, sin considerar lo que el 51% de la población votante había ya decidido.

Eso nos lleva a la elección del 20 de octubre de 2019, con el dúo Morales – García, habilitado a pesar de ir en contra del voto popular del 21F. Ese día, recordado por la asistencia masiva a las urnas de sufragio, de manera ordenada, contundente y sin ningún tipo de disturbios... pero mientras entraba la noche, sucesos extraños comenzaron a acontecer, principalmente cuando el TREP (Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares) sufrió un repentino e injustificado corte, dejando de transmitir los resultados al 83% por mas de 23 horas. Cabe mencionarles que según el mismísimo Órgano Electoral, el margen de error entre el TREP y el cómputo oficial podía ser del 1 al 2% (declaraciones previas al día de las elecciones), ya hasta antes del corte la diferencia entre los dos partidos políticos mas votados (MAS de Morales y CC de Mesa) era menor al 10% que de acuerdo a la normativa debiera de existir para ganar en una primera vuelta; por lo tanto, el restante 17% del cómputo por reportar debería mantener esa tendencia.

Sin embargo, cuando se reestableció el TREP, las cifras variaron de tal manera que la estadística no encuentra explicación lógica, y casualmente le daba al partido MAS la mayoría con exactamente el 10% de diferencia como para ganar en primera vuelta. Si eso ya era sospechoso, aún más sospechoso resultó que el hasta entonces presidente Morales saliera de manera adelantada a festejar el triunfo (aún sin tener el 100% del conteo), confiando en el voto del área rural. Esto también encendió las alertas del Organismo de Estados Americanos, quienes participaban como veedores, lanzando un comunicado en el que daba a conocer las irregularidades que se habrían presentado durante el conteo de votos.

Así fue como la población, tanto afines a la oposición, como personas sin consigna política alguna, salieron a las calles en pos de protesta, solicitando auditorías, incrédulos ante los resultados que el oficialismo mostraba. Los puntos de bloqueos en las principales ciudades capitales del país se fueron multiplicando, cinco departamentos entraron en paro cívico con movilizaciones y cabildos, mientras en La Paz, sede del Estado, tan solo se bloquearon en las principales calles de la zona sur de la ciudad. Las protestas fueron pacíficas, pero constantes y determinantes en el pedido clamoroso de un nuevo proceso electoral. En el transcurso de los días aparecieron especialistas que con pruebas demostraron las posibles manipulaciones realizadas durante el cómputo de los resultados de las elecciones, tal así que el mismo Gobierno solicitó a la OEA que se manifestara con una auditoría que considerarían vinculante, para así apaciguar las protestas.

19 días de paro cívico, sin abandonar los puntos de bloqueo y con los líderes cívicos llamando a la movilización y a los cabildos a tomar resoluciones, pero en el ínterin los grupos de choque del Gobierno salieron a las calles en protestas que se decían pacíficas, pero que en todos los casos acabaron en confrontaciones violentas que se cobraron la vida de tres personas, dos en la localidad de Montero y otra en la ciudad de Cochabamba. Todas las víctimas fueron del bloque que realizaba el paro. En varios de esos casos la policía tenía el mandato de intervenir lo menos posible, dejando a los bloqueadores desarmados y sin protección de las hordas armadas con palos y tubos metálicos.

Las protestas fueron pacíficas, pero constantes y determinantes en el pedido clamoroso de un nuevo proceso electoral.

Finalmente al día 18 del paro, la policía se unió al clamor del pueblo y se amotinó, poniéndose en riesgo por insubordinación, pero anteponiendo su juramento de servir a la población, a no reprimirla y protegerla de las hordas enardecidas. Igualmente importante fue el comunicado emitido por la OEA, quien adelantaba las conclusiones preliminares de su auditoría al proceso electoral, que categóricamente reconocía que habría existido un cambio de tendencia inexplicable estadísticamente y sugería una nueva elección con un nuevo Tribunal Supremo Electoral, para garantizar la transparencia del mismo. Ni 12 horas después de conocerse el informe, el presidente y vicepresidente estarían renunciando, alegando que lo hacían por un supuesto “golpe de estado” y para evitar la persecución y maltrato a los afines al partido de gobierno, sin mencionar en ningún momento el informe de auditoría que tanto ellos habían solicitado.

La renuncia en todo momento tuvo tintes de victimización, no reconoció que se habilitó aún en contra de la Constitución, que desconoció el voto de un referéndum vinculante y que manipuló a su favor los resultados electorales y siempre antepuso un discurso de odio que no iba de la mano con lo que estaba visualizando al interior del país. Durante los 19 largos días de paro y bloqueos pudo verse la unidad de la gente, la solidaridad, las ollas comunes, la unidad entre oriente y occidente que durante el Gobierno de Morales siempre estuvieron frente a frente y contrapuestos.

Finalmente, todo reventó por la noche del domingo 10 de noviembre. Grupos afines al MAS avanzaron contra los barrios residenciales y comerciales de la ciudad, causando destrozos, saqueando comercios, quemando domicilios... quemaron 33 buses del transporte municipal, amedrentaron a los vecinos con detonación de dinamitas, apedreando ventanas, entrando a las casas, con discursos de odio hacia los que consideraban privilegiados y culpables de la renuncia de Morales. Se vivió una noche de terror, seguida de una mañana igual de convulsionada. Por la tarde la ciudad de El Alto acabó de colapsar, unos contra otros, sin distinción, sin respeto, sin humanidad, mientras los enfrentamientos en la zona sur de la ciudad de La Paz se “controlaban” por momentos. En el Alto reinaba la anarquía, grupos numerosos de miles de personas tomaron por asalto los módulos policiales, robando el armamento, listos para bajar a tomar la ciudad de La Paz por diferentes puntos, pero principalmente por la Zona Sur.

Ahora, nos vemos rebasados por la muchedumbre. La policía no es suficiente, la resistencia civil se las bate con lo poco que tiene, escudos artesanales hechos de turriles de metal, bates, cascos, palos, y mucho coraje, un coraje que a pesar de la frustración no se deja ganar la humanidad, pues en muchos casos, son los que acaban socorriendo a los heridos del otro bando que quedan abandonados. Me pregunto dónde queda el mensaje de la renuncia indicando “cesar las confrontaciones”. Pareciera que lo dijo por encima, mientras que por debajo incentivaba el odio… un odio desmedido, que olvida la simbiosis en la que esta sociedad se desenvuelve, pues nosotros necesitamos de ellos, y ellos de nosotros, como para hacernos daño de esta manera.

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