"La violencia obstétrica por desgracia existe y por desgracia es común"

"La violencia obstétrica por desgracia existe y por desgracia es común"

Entrevista con la matrona Paula Camarós, conocida en redes como @babysuitebypau, que publica 'El poder de crear vida'.

La matrona Paula Camarós.HÉCTOR VILA / PLANETA

Libros sobre el embarazo puede haber muchos pero Paula Camarós se propuso escribir El poder de crear vida, una guía con todas las respuesta para vivir esa etapa, así como el parto y el posparto, de forma “consciente, tranquila y empoderada”, además de desmontar múltiples mitos.

La matrona, conocida por sus 600.000 suscriptores de YouTube y por sus 223.000 seguidores de Instagram como @babysuitebypau, defiende que es posible otra forma de maternidad más humanizada para la que ni siquiera hacen falta grandes inversiones por parte de los hospitales.

Con la perspectiva que le da haber trabajado seis años en el sistema público de salud de Reino Unido y el día a día en el centro de maternidad que dirige en Pozuelo de Alarcón (Madrid), explica cómo se podría traer al mundo a los bebés en entornos más respetados, en qué consiste el hipnoparto o por qué la violencia obstétrica está “en el día a día”.

Como cuentas, has sido matrona en el sistema de salud de Reino Unido y afirmas en el libro que allí viste que “otra maternidad es posible”. ¿A qué te refieres con eso? ¿Qué diferencias viste?

Reino Unido es un país pionero en parto respetado y lo que más me llamó la atención nada más llegar es que hay muchísimas opciones para ofrecer a la mujer. Y una vez le cuentas qué alternativas tiene, los riesgos, los beneficios... es la mujer, y en el caso de que exista pareja, la mujer y su pareja, los que toman la decisión en base a lo que ellos llaman informed choice, elección informada. Eso me pareció un cambio brutal en referencia a cómo es la obstetricia en España. También, por ejemplo, la formación tan constante que tenemos allí los profesionales. Estamos en constante formación, pagada por el hospital, estamos reciclándonos constantemente y cada seis meses tenemos que hacer como una serie de pruebas como de aptitudes, de skills que ellos llaman, para tener claro que dominamos la materia y estamos actualizados. Aquí, si quieres actualizarte, o te pagas un curso o una formación, o es raro que un hospital cada seis meses te forme.

En tu día a día en tu centro, ¿cuál es el mito más extendido que te sueles encontrar sobre el embarazo, el que tienes que estar desmintiendo todo el rato?

¡No te podría decir un solo mito porque hay tantos! Sobre todo, por ejemplo, temas de alimentación: ‘Es que me han dicho que no puedo comer esto porque va a pasar nosequé’. O las relaciones sexuales, que también les agobian mucho: ‘Mi marido dice que no porque va a hacer daño al bebé’. Siempre les cuento que no, que son seguras durante el embarazo, que no existe riesgo salvo en aquellos embarazos puntuales en los que sí haya contraindicación médica. Siempre les digo que es un momento de pareja, que es verdad que como mujer embarazada lo que hay que buscar son posturas que permitan estar cómoda y, en caso de falta de lubricación, usar lubricantes de base acuosa. ¡Pero cada día escucho una cosa diferente, me paso desmintiendo mitos buena parte del día!

El comer por dos, también, ¿no?

¡Exacto! El comer para dos y no por dos... Muchas mujeres se agobian también durante la lactancia porque, imagínate, se toman un día un refresco con gas y se piensan que el bebé va a tener más gases por eso...

Cuando nos abandonamos porque decidimos vivir el embarazo entre algodones por miedo a que cada cosa que hagamos pueda dañar a nuestro bebé es un error

Me llama la atención porque dedicas todo un capítulo a la importancia de sentirse bien, de verse guapa durante el embarazo, y es algo que no suele venir en otros manuales. ¿Por qué decidiste incluirlo?

Porque el embarazo es una etapa muy vulnerable de la mujer en la que parece que todo queda como relegado al bebé. Y es verdad que es muy importante llevar hábitos saludables para que crezca sano, pero cuando, entre comillas, nos abandonamos porque decidimos vivir el embarazo entre algodones por miedo a que cada cosa que hagamos pueda dañar a nuestro bebé es un error. A la consulta vienen mujeres agobiadas, ‘¡Mira qué canas!’ o ‘Ya no me pongo las cremas por miedo a hacer daño al bebé’... Es importante que lleven a cabo procedimientos que se sabe que son seguros en el embarazo como teñirse el pelo, hacerse la manicura o depilarse con cera.

Y en la alimentación, por supuesto hay restricciones, pero no quiere decir que las embarazadas no puedan salir de casa. He llegado a tener situaciones muy extremas en las que la pareja me decía ‘Paula, es que no salimos porque como una hamburguesa tenga una hoja de lechuga, ya se agobia no vaya a ser que no esté bien lavada’. ¡Siempre les digo que hay que disfrutar del embarazo!

  Portada de 'El poder de crear vida'.PLANETA

¿Enfocamos erróneamente el embarazo, y casi más el parto, como una etapa de sufrimiento?

¡Supererróneamente! Sufrimiento podríamos llamar a cuando nos duele algo y ese dolor no nos acerca a nada. Cuando estamos de parto, es un dolor bueno, y cada contracción nos acerca un poquito más a nuestro bebé. ¿Cuál es el problema? El miedo y el sufrimiento se aprende; desde que somos pequeñas en las películas, series... cuando hay un parto siempre se ven imágenes de mujeres pegando alaridos, parejas sacando un pañuelo blanco por la ventanilla, si alguien rompe aguas es la típica escena superdramatizada como si un río abriera las compuertas... Y cuando alguien habla del parto siempre son frases como ‘Que sea una horita corta’, ‘Que no te duela mucho’, ‘Mi prima no sabes cómo sufrió‘... Nadie te cuenta ‘Mi parto fue maravilloso, una experiencia única, intensa pero muy positiva’. No podría atreverme a decir que no duele, porque quien te venda un parto sin dolor te está mintiendo. Es una experiencia intensa pero a la vez de las más bonitas que he vivido en mi vida. Sí que existe una minoría de mujeres que te dice que no les ha dolido nada y que han sentido hasta un orgasmo. ¡Yo aún no lo he visto! [Risas]

¿Cómo definirías qué es el hipnoparto? Porque el término en sí suena un poco como a brujería... 

Efectivamente. La palabra hipnoparto, entre que en España estamos un poco obsoletos con nuestra obstetricia y que la palabra traducida parece como una chamana que te va a sacar un péndulo... Realmente no tiene nada que ver con esto: ni la mujer está hipnotizada, ni está dormida. El hipnoparto es una preparación que te va a dar herramientas poderosas para poder llevar cada fase desde el convencimiento de que sabes hacerlo, para crear tu espacio tranquilo, un entorno seguro, entender qué es un parto fisiológico. Así conseguimos herramientas como anclajes emocionales, parte de la preparación es darle a la mujer unos audios para crear calma, unas meditaciones... Al final lo que hace todo esto es trasladar a la mujer a un lugar dentro de su cabeza en el que hay paz. Con el hipnoparto queremos eliminar ese ciclo de miedo-tensión-dolor, aprender a desactivar la respuesta de lucha-huida y que la mujer se sienta capaz de llevarlo a cabo.

Cada vez más mujeres lo prueban y, sobre todo, más mujeres entienden que no se realiza para tener un parto vaginal de película. La medicina está para salvar vidas y hay que hacer una cesárea y cada vez hay más mujeres que hacen hipnoparto para poder manejar esa cesárea desde la calma y vivir ese momento seguras y tranquilas.

En el libro hablas de las “cesáreas humanizadas”. ¿Qué es esto?

No es más que humanizar el proceso. Por supuesto, es una cirugía mayor abdominal pero en la que vas a conocer al amor de tu vida. Humanizar una cesárea tampoco requiere una inversión brutal, porque muchos hospitales se piensan que va a repercutir en sus costes. En absoluto, son pequeños cambios, como, por ejemplo, permitir a la pareja que esté. La mujer entra en silla de ruedas o en camilla, ¿por qué? En Inglaterra entraban por su propio pie, con su camisón puesto, con otro por encima a modo capa porque ya sabemos que son tan sexis que vas con medio culo fuera por el pasillo... al final con eso estás preservando la intimidad.

Humanizar una cesárea tampoco requiere una inversión brutal

Y al final es una cirugía en la que los brazos tienen que estar sujetados, pero se va a entendiendo que los puede tener libres e incluso ofrecerle unos guantes quirúrgicos y, sin dañar el campo estéril, que sea ella la que reciba al bebé. Ofrecerle poner esa playlist o ir contándole lo que está ocurriendo: cuando una mujer está despierta y en un momento tan importante de su vida tenemos que dejar las conversaciones y centrarnos en ella. Algo que hacíamos en Inglaterra era el protocolo Who (Quién), en el que todas las personas que estaban en el quirófano se presentaban brevemente y ella al final sabe quién está dentro y para qué. Es humanizar el proceso, no hay que hacer grandes inversiones más que en calidad humana.

Incluyes también una carta de Toño, de tu marido, sobre cuál es el papel del padre en el embarazo, ese acompañamiento o entender las etapas que va atravesando la mujer, pero luego en el posparto, ¿cuál es el papel de la pareja?

Es importantísimo porque si el embarazo y el parto son procesos que las mujeres viven con preocupación y fragilidad, en el posparto como tenemos esa fluctuación hormonal tan importante, la pareja es un pilar fundamental. Y si la mujer decidiese emprender este camino por su cuenta, el acompañante también tiene un papel fundamental. La falta de sueño hace mella, el querer cumplir con unas expectativas... ahora tenemos un bebé que nos necesita 24/7 y aún estamos conociéndonos. La pareja es quien va a poner los puntos sobre las íes en el buen sentido y va a decir ‘ahora te vas a ir a descansar un par de horas’ o ‘me voy a llevar al bebé y te obligo a que te des un baño, a que te tumbes’. O incluso también para controlar las visitas, que podemos ser muy pesadas: las hacemos con toda la buena intención pero nos olvidamos de que esa pareja probablemente no haya pegado ojo. Debería ser al revés, que las visitas digan: ‘Te voy a fregar los platos’ o ‘Te voy a traer yo a ti el café’.

Y la pareja es importante que recuerde a la mujer lo fuerte que es, lo poderosa que ha sido, lo orgullosa que se debe sentir, porque ha tenido ese maravilloso poder, como se llama el libro, ese poder de crear vida.

¿Llegan las mujeres más preparadas al embarazo que al posparto?

Te diría que sí. Incluso antes de estar embarazadas leemos, nos informamos... y el bebé, como quien dice, está dentro de mamá sin dar guerra. Y cuando de repente nace, tiene gases, cólicos, está estreñido, no quiere el chupete, no quiere dormir en su cuna, llora por todo, no sé qué le pasa... Y tenemos esos opinólogos que igual, no lo hacemos con mala fe pero basta que veamos a una mujer con su recién nacidos para darle cualquier tipo de opinión al respecto. Siento que en el posparto las mujeres se sienten como más perdidas: tienes un bebé que te demanda, un montón de información e informaciones no pedidas.

Por el trato diario que tienes con mujeres, ¿existe la violencia obstétrica? ¿Es algo común?

Por desgracia sí. Por desgracia existe y por desgracia es común. Los últimos comunicados que ha hecho la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia) no han sido nada acertados, en los que básicamente el colectivo de médicos y ginecólogos mira hacia otro lado, pero las estadísticas que tenemos en España no son nada buenas y, más allá de los números, la percepción y la opinión de las mujeres es alarmante. De hecho la OMS cataloga la situación de España como alarmante y crítica. Es muy triste, porque la palabra violencia, a mí que pertenezco al colectivo dedicado a la obstetricia, me duele en el alma. Ni la practico, ni la defiendo y la denuncio. Creo que más allá de mirar para otro lado tenemos que remar todos en la misma dirección para pararla cuanto antes.

Suena muy duro hablar de ello pero el día a día de nuestra obstetricia son actos de violencia obstétrica

Esto no es una moda o algo que nos hayamos inventado, es que la OMS recoge y reconoce la violencia obstétrica. Y las mujeres te cuentan lo mal que se han sentido y que han perdido el control a la hora de poder decidir sobre las acciones que se toman sobre ellas y sobre sus bebés. Suena muy duro hablar de ello pero el día a día de nuestra obstetricia son actos de violencia obstétrica: las prisas innecesarias, imponer a la mujer que tiene que rasurarse o ponerse un enema, apresurarla para que se ponga una epidural cuando no se la quiere poner, el restringir movimientos, maniobras didácticas para que otros aprendan, episiotomías innecesarias y rutinarias, el separar al bebé de la mamá al nacer y luego, por ejemplo, maniobras de Kristeller a diario. Esa maniobra tan obsoleta, prohibida en otros países y que la OMS en España la desaconseja, que consiste en aplicar presión sobre el fondo uterino y muchas mujeres te lo describen como la peor experiencia de su vida. Todas estas prácticas tienen consecuencias muy negativas tanto a corto plazo, porque es la salud la que está en juego, como a medio y largo por la salud mental.

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