Penélope tocándose el coño

Penélope tocándose el coño

Sabiendo que lo que dijo Mollà era impresentable, ¿por qué Bertín no lo hizo eliminar?

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La escena ocurre en el programa de Bertín. Cinco hombretones se divierten sanamente. Uno es Alejandro Sanz, que ejerce de anfitrión, otro un señor que trabaja para una empresa de allí, el tercero es Domingo Zapata, un pintor muy malo pero muy relacionado con gente conocida en USA, el cuarto es Jordi Mollà. El quinto jinete del “Apocalipsis machote” es Bertín.

En una gran casa junto al mar, todos de blanco para matar el calor tropical, comen arroz cocinado por Sanz y beben vino. Se vende cada uno como el triunfador que es y cuando le llega el momento a Mollà explica que él es como es, que fumó en el casting de Blow, que si lo llaman a la hora de la siesta no va, que no permite que le cambien líneas de guion… todas esas cosas que todos tenemos que hacer en nuestros trabajos, esos sapos que nos comemos, Jordi los escupe porque es como es y está orgulloso de serlo. En ese momento se lanza a contar cómo fue lo de Blow. Esta película que los millenials no conocerán es de esas superproducciones de los 90 que dos años después habían pasado a la historia, pero sigue siendo el punto fuerte de la conversación de Mollà. El actor deja claro que fue un favor de Penélope, ya instalada en Hollywood. La actriz ayudó a su compañero de reparto en Jamón Jamón, algo no tan común en ningún gremio. Mollà suelta la formal retahíla de halagos llamándola generosa, lista, trabajadora, etc. pero, en un momento determinado, Sanz suelta maliciosamente “mujer de su casa” a lo que Mollà responde literalmente: “También de su casa. Se toca el coño tol día”, y los machotes ríen escandalosamente. Han hecho un buen chiste, han metido la palabra “coño” en la conversación y han ridiculizado a la mujer que ayudó a Mollà a ser lo que es. Tan sencillo, tan natural, tan bienintencionado todo. En un programa de máxima audiencia han soltado una frase de un machismo asqueroso contra Penélope y se han quedado tan anchos. Nótese aquí que el programa, pudiendo haberlo editado quitando la frase, no lo hizo. Volveremos a ello.

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Jordi Mollà es una especie de “one hit wonder”. Tuvo un gran momento y luego sobrevivió. Ha hecho mucho cine y series manteniéndose en un estatus medio: de los que nominan a Goyas pero nunca los ganan. En su perfil de Wikipedia dice algo muy singular: que George Lucas le ofreció un secundario y él lo rechazó. Es curioso enorgullecerse de algo así cuando tu presencia en el cine norteamericano es residual, pero cuando eres un machote que fuma en los castings te lo puedes permitir.

Penélope Cruz es trabajo, trabajo y trabajo, y por lo que pudimos ver en el programa, generosidad. Es una primera actriz en Hollywood que no deja de venir a Madrid para jugarse un Goya incierto y cuando no lo gana se levanta y aplaude a su compañera, este año mi amiga Eva Llorach. Hay que decir que Penélope lleva tres Goyas, un BAFTA, un César, Donostia, Cannes… Es una de las razones para estar orgulloso del cine español, una tipa que, en la cima del mundo, no olvida ni a sus amigos ni las causas sociales. A Mollà no lo llames durante la siesta que es sagrada, él es un machote así como genial, tanto que pinta unos cuadros aún peores que los de Domingo Zapata. Todos pintan, joder.

Sabiendo que lo que dijo Mollà era impresentable, ¿por qué Bertín no lo hizo eliminar?

Imagino la llamada posterior: “Oye, perdona, que es que tú sabes”, pero el daño está hecho, la imagen fue espantosa y el campo de nabos que fue esa mesa dio una imagen de bravucones insurrectos que se ríen aparatosamente y sin filtro de la imagen de la mujer tocándose el coño en casa. Ese programa tiende a sacar lo peor de mucha gente, pero especialmente de mí.

Sabiendo que lo que dijo Mollà era impresentable, ¿por qué Bertín no lo hizo eliminar? En la sentencia con la que acostumbra a cerrar el joven Osborne se pregunta qué pensará Penélope de lo dicho y remata con una invitación a asistir al que apunta a varias negativas por parte de la actriz. Formas graciosas de presionar, cosas de hombres, simpáticas, campechanas y sin maldad en las que la mujer queda como el felpudo que a ellos les gusta que sea.

Penélope, por favor, no vayas nunca al programa de Bertín, eres nuestra esperanza.

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