Pensaba que las alubias de mi marido me habían dado gases. Luego nació mi hija

Pensaba que las alubias de mi marido me habían dado gases. Luego nació mi hija

"Unos 15 minutos después de nuestra llegada al hospital, di a luz".

BebéLARISSA CLARK

Estaba decidida a tener una buena experiencia con mi segundo parto y me alegro de que así fuera.

Cuatro días antes de la fecha programada, salí para almorzar y pasar el día con mi madre y mis hermanas. Mi primer hijo se había retrasado, así que no esperaba que la segunda diera señales todavía. Pasamos un día estupendo y cuando llegué a casa tuve la ligera sensación de que esta niña nacería antes que su hermano, pero no lo pensé demasiado. Tomé una sopa de alubias con mi marido y me fui directa a la cama.

A las 3:45 de la mañana, mi hijo de dos años se despertó y mi marido lo metió en nuestra cama. Yo tenía muchos calambres estomacales y culpaba a mi marido por la sopa de alubias que había preparado. ”¡Ahora tengo indigestión!”, me quejaba, apartándome al otro extremo de la cama y refunfuñando mientras mi marido no dejaba de disculparse entre susurros.

Pocos minutos más tarde, me di cuenta de que no era para nada una indigestión, que parecía más el inicio del parto (pero después de haberle echado la bronca, no quise decir nada). Los calambres aumentaron de intensidad y frecuencia y no me quedó más remedio que pedirle perdón.

“No eran las alubias. Creo que estoy de parto”, le dije.

Nuestro hijo de dos años seguía en la cama con nosotros, así que decidimos esperar un poco para ver qué pasaba, pero las contracciones no remitían. Mi marido fue corriendo a ducharse mientras yo le daba a nuestro hijo un poco de leche, aunque tuve que parar porque las contracciones habían empeorado muchísimo. No podía ni sostener el biberón.

Es increíble cómo el instinto toma el control de tu cuerpo durante el parto. Mientras mi marido se llevaba a mi hijo, salí de la cama y gateé hasta el baño. Sabía que no teníamos mucho tiempo, pero mi marido no sospechaba lo rápido que iba a ir.

Llamó a la clínica de maternidad y cuando oyeron mis gritos al otro lado de la línea al tener una contracción, supieron que tenía que llegar rápido al hospital.

Cogimos lo que pudimos, metimos a nuestro hijo en el coche sin zapatillas y lo llevamos a casa de mi hermana. Eran como las 4 de la mañana, así que, por suerte, apenas había tráfico. Paramos frente a su casa, dejamos ahí a mi hijo y mi cuñado se subió a nuestro coche. Éramos conscientes de que no íbamos a tener mucho tiempo, así que nuestra idea era llegar a la entrada del hospital, salir del coche y que él se ocupara de aparcar.

Cuando llegamos a toda prisa, nos topamos con la puerta cerrada en las narices. Apenas tardamos unos instantes en llamar para que alguien nos abriera, pero recuerdo perfectamente que antes de eso intenté hacer palanca con los dedos para abrir la puerta. Una vez dentro, me sentí aliviada al verme en la clínica de maternidad que nos habían recomendado. Me tranquilizaba estar ahí dentro.

Durante el embarazo había leído el libro Positive Birth Book, de Milli Hill, para prepararme, así que estaba bastante tranquila pese a todo el ajetreo que habíamos vivido antes de llegar. Me llevaron directamente a la sala de partos, me puse de pie junto al sillón y me dejé caer de rodillas.

Las matronas intentaron acomodarme colocándome toallas bajo las rodillas, pero, con todo el respeto, mis rodillas eran la menor de mis preocupaciones. Me pusieron una mascarilla con aire y gas y unos 15 minutos después de nuestra llegada, nació Skye-Elizabeth.

No sabíamos si iba a ser niño o niña. Fue mi marido quien me lo dijo y fue un momento precioso. Me la pasaron y me quedé asombrada por lo rápido que había ido todo. Estaba tremendamente feliz por lo positiva que había sido mi experiencia. Recuerdo que me sentí viva y poderosa. Mi hija había llegado.

Después de todo lo que había sucedido, estábamos con nuestra hija en brazo antes siquiera de que llegara el Uber de mi cuñado para llevarlo de vuelta a casa.

Mi consejo

Me fue muy útil tener cerca una botella de agua caliente durante las contracciones. Fue la mejor forma de relajarme. Muy recomendable.

Escrito tal y como le fue narrado a Amy Packham.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.