Las pensiones en Cataluña

Las pensiones en Cataluña

Decir que las pensiones en una Cataluña independiente serían mucho mejores o mucho peores que las actuales es, en mi opinión, desconocer las mas elementales reglas de coherencia y sostenibilidad de un sistema de pensiones y, desde luego, las características de los procesos demográficos subyacentes.

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Estoy seguro de que si me pusiese estupendo con el tema de las pensiones en Cataluña podría superar con creces a las opiniones más extremas volcadas hasta ahora, incluso con argumentos aparentemente contundentes. Pero prefiero hacer un buen uso del escaso sentido común que me ha sido dado para este viaje terrenal.

Para no perder el punto de referencia, conviene reparar en lo siguiente: todos los jubilados del sistema español de pensiones contributivas reciben una pensión causada según, exactamente, las mismas reglas. Ello quiere decir, por ejemplo, que lo justas o injustas, altas o bajas que sean las pensiones de un trabajador riojano son exactamente igual de justas o injustas, altas o bajas que las que recibe una trabajadora catalana que cumpla los mismos requisitos que el primero.

Decir que las pensiones en una Cataluña independiente serían mucho mejores o mucho peores que las actuales es, en mi opinión, desconocer las mas elementales reglas de coherencia y sostenibilidad de un sistema de pensiones y, desde luego, las características de los procesos demográficos subyacentes.

Las pensiones medias de las nuevas altas de jubilación en el País Vasco son mucho mayores que las que se causan en Extremadura por la sencilla razón de que los trabajadores vascos cotizan por bases de cotización más elevadas, durante más años y se jubilan más tarde. Si los trabajadores extremeños cotizasen por las mismas bases, durante los mismos años y se jubilasen a la misma edad que los trabajadores vascos cobrarían exactamente las mismas pensiones. Para ponerle cara al asunto: la pensión media anual de las nuevas altas de jubilación en el País Vasco en 2014 fue de 23.418,4€ contra 15.285,7€ en Extremadura. Es decir, por si quedaran dudas, la pensión vasca es un 53,2% mayor que la extremeña por muy buenas y justas razones, y no convendría que fuese de otra manera.

La pensión catalana, por cierto, en ese mismo año era de 19.247,5€ al año mientras que la del conjunto de España era de 18.991,1€. Es decir, un "abismal" 1,35% mayor la primera que la segunda. Comprenderá el amable lector que esta diferencia no se debe a que la Providencia sea catalana, sino a que el esfuerzo de los trabajadores catalanes en materia de cotización es justamente ese 1,53% mayor que el del conjunto.

Otra cuestión es cómo serían las pensiones catalanas si Cataluña fuese independiente. Esto sí que entra en el terreno de la especulación, y de ahí las cosas tan tremendas que se han dicho.

Pongamos, aunque es solo "un poner", que si todo el mundo fuese sensato en esta materia (no entro en las otras materias), y se atuviese a la regla demográfica de que las pensiones del momento las pagan los cotizantes del momento, observaría que en Cataluña, en 2014, había 1,77 afiliados por cada pensión, mientras que en el conjunto de España había 1,79 afiliados por cada pensión. Otra diferencia "abismal", por cierto. Sobre esta base, y si los administradores del nuevo sistema no quisieran apostar contra sí mismos a futuro, las pensiones en Cataluña no deberían cambiar demasiado.

Otra cosa es que, y esto sí que es especular de verdad, la euforia del momento llevase a dichos administradores a gastar lo que no tendrían (como no lo tenemos ahora nadie) aumentando por encima de las mínimas cautelas de sostenibilidad la generosidad de un sistema que ya es bastante generoso aunque muchos piensen lo contrario.

En efecto, esos aumentos desproporcionados de los que se habla serían imposibles a menos que se redujesen sustancialmente otros programas de bienestar como la sanidad, la educación o la protección a los desempleados. O a menos que se confiscase a quienes se dejaran una buena porción de sus rentas o ahorros.

En resumen, creo que se han quemado innecesariamente muchas energías en este debate. Por ambas partes. No solo no ha imperado el sentido común, sino que han hecho gala de ausencia del mismo quienes más obligados están a exhibirlo. Con lo sencillo que era haber hecho unos pocos números al alcance de cualquiera.