Pequeños cambios en tu alimentación para salvar el planeta

Pequeños cambios en tu alimentación para salvar el planeta

"Hacia una alimentación sostenible": el tema clave del cuarto día en la Cumbre del Clima.

EFE

Somos lo que comemos. Y lo que comemos, impacta en el medioambiente. La Cumbre del Clima en Madrid ha dedicado su cuarto día a través de distintos paneles y ponencias a dar un espacio para debatir sobre cómo reformar el sistema alimentario, evitar el despilfarro de comida, concienciar acerca de la dieta y proponer modelos alternativos, contando con la participación de científicos, expertos en gastronomía, cocineros, ganaderos y el broche final de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

Desde pequeñas acciones individuales hasta políticas claras, hacen falta medidas que frenen el impacto que nuestro modelo de alimentación tiene en el medioambiente y algunas, está a nuestro alcance.

Frenar el despilfarro

1.300 millones de toneladas de alimentos van a la basura cada año en el mundo. Comida que gasta recursos como agua, energía o transporte, aunque un 14% ni siquiera llega a los comercios. La cifra es imperdonable teniendo en cuenta que, a día de hoy, la pobreza sigue aumentando y 821 millones de personas no tienen nada que llevarse a la boca según el último informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018 de la Organización Mundial de la Salud.

En España son 7,7 millones de toneladas desperdiciadas, una cantidad que lejos de disminuir, va a más.

Fomentar el producto local

Reducir el consumo de carne no lo es todo. Comprar alimentos de zonas próximas para reducir las emisiones de gases ligadas al transporte es fundamental. Las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático han de estar enfocadas a reducir la presión sobre los suelos y a facilitar un mejor acceso a los mercados para los productos con poca huella ecológica, señalan los informes en materia alimentaria de la ONU, donde también se apunta que ha de “intensificarse la acción colectiva local y comunitaria”.

“Cambiar la dieta es básico para frenar la crisis climática, hay que reducir la cantidad de proteína de origen animal que se consume, sin embargo, también hemos de tener en cuenta el impacto que tiene el ambiente alimentario especialmente en algunos lugares. Esto es, en EEUU por ejemplo, la gente quizá tiene en su calle tres McDonald´s, y por el contrario, ninguna frutería”, apunta la experta Marta Rivera, del panel de expertos IPCC de la ONU.

  Teresa Ribera hablando sobre cocina sostenible en la COP25ELENA NIÑO

Recuperar dietas tradicionales

“Hay que seguir una dieta variada y equilibrada, con alto contenido en frutas, verduras, legumbres y con poca proteína de origen animal. Lo preferible es comer carne procedente de ganadería extensiva”, señala la experta.

“Recuperar lo que comían nuestros abuelos es una buena manera de saber elegir y preparar los menús. Tenemos que adaptarnos a lo que producen nuestros ecosistemas, ya que nos ofrecen los alimentos que necesitamos para nuestro sustento”, insiste otro de los panelistas.

Además, apostar por un modelo agrario ecológico, que esté libre de fertilizantes químicos, reducirá considerablemente las emisiones de CO2 y también evitará la contaminación de las aguas, sin embargo, a día de hoy, lo ecológico sale caro. La fabricación artesanal requiere un tiempo considerablemente mayor que la industrial, los productos se fabrican en pequeñas cantidades y esto encarece los costes mientras que la materia prima es más cara y por tanto también el alimento final.

Por ello, la petición generalizada desde la Zona Verde de la Cumbre, es la de adoptar políticas que incentiven el comercio local y que lo saludable sea sinónimo de económico y accesible.

Mejorar el etiquetado

Es otro de las grandes reclamos que desde las distintas mesas de debate se ha puesto encima de la mesa durante el cuarto día de la COP25. El ciudadano debe saber qué es lo que está consumiendo y poder diferenciar la repercusión y la huella que tiene el lo que compra.

A pesar de que existen sellos de producción ecológica, que son garantía de la Unión Europea, éstos no muestran la huella de carbono provocada durante la producción del alimento. Sin embargo, el comercio local permite estar en contacto directo con quienes se encargan de trabajar lo que comemos.

Priorizar la calidad a la cantidad

“Hemos de priorizar la calidad a la cantidad. Yo quiero tomates, lechuga y legumbres con sabor de temporada”, reclamaba la ministra en funciones Teresa Ribera en un espacio compartido con la cocinera con estrella Michelín Maria José San Román, en el que proponían “un menú sostenible”.

1.900 millones de personas sufren obesidad en el mundo, un hecho ante el que ambas participantes apuntaban no sólo hacia la importancia de concienciar en la dieta, especialmente de los niños, sino también hacia la necesidad de desarrollar políticas efectivas para combatir la pobreza, uno de los principales desencadenantes de una alimentación poco saludable.

Buenos propósitos que, sin embargo, chocan con los servicios que la cafetería del Ifema –a escasos metros de las charlas– pone a disposición de sus asistentes: bien de Telepizza y Burger King.