Plácido Domingo, obligado a pedir perdón por los abusos

Plácido Domingo, obligado a pedir perdón por los abusos

Teme acabar como Weinstein. Y es muy probable que esto suceda...

Imagen de archivo de Plácido Domingo. Shannon Stapleton / Reuters

Abusos, por el momento. Luego, a medida que avancen las investigaciones, ya veremos. Pienso en tod@s aquell@s que me quemaron en la pira vanidosa del periodismo. En la pira del peloteo. En la que lamen la faringe de oro porque le deben favores o porque ya se los estaban haciendo. L@s periodistas palanganer@s que lo negaban sin saber. Sin leer. Sin tener mínimos contactos, fuentes o inglés de parvulario. Las Ainhoas Artetas y los Emilios Sagis que lo sabían, como todo el mundo de la lírica, y le echaban cubos de incienso... Tan machistas e hij@s espúreos del patriarcado con él. 

Plácido, escribí en su momento, tendrá un antes y un después de esto. Y ya ha llegado. Y como el tenor teme con razón que le suceda lo mismo que a Harvey Weinstein, ahora que las investigaciones relacionadas con la Ópera de Los Ángeles han concluido que sí hubo abusos por el poder que ostentaba y que las víctimas tenían razón... va el gran divo y pide perdón. Lo mismo tendrían que hacer aquí y en la podrida Europa quienes le arroparon para hacerse pandi con él. Quienes vergonzosamente aplaudieron sus conciertos.

Su propia esposa, Marta Ornelas, también “apoyo incondicional”. Esas cónyuges merecen un capítulo aparte. Y hasta un club especial. Hillary Clinton, que se llenaba de argumentos feministas en los actos electorales para atraer el voto femenino, también apoyó a Bill cuando lo de Monica Lewinsky. Y como ellas, millares de mujeres han engrosado las filas de aquellas que, a pesar de permanecer “en la sombra y humilladas por sus maridos y sus mentiras”, les seguían apoyando. Por qué, me pregunto. Doble humillación, doble violencia sobre esas consortes sufrientes, sumisas y cabizbajas aguantando estoicamente las sombras, las pruebas de las sospechas de las fechorías de sus maridos en ruedas de prensa. ¿Eso compensa? Ellas sabrán. 

Me pregunto qué dirá cuando los verdaderos escándalos, que algunas ya conocemos pero no podemos desvelar a, salgan a la luz.

Lo que sí está claro, y aquí que yo sepa solo lo vio Iñaki Gabilondo, es que Plácido tiene miedo. Plácido teme acabar como Weinstein. Y es muy probable que esto suceda. El otro día vi la película Escándalo, un calco de lo que está viviendo y pasará Plácido. Se la recomiendo. Y maravillosas las tres actrices, Charlize Teron, Nicole Kidman y Margot Robbie. A lo largo de toda la cinta no pude dejar de pensar en el caso Domingo.

Me pregunto qué dirán y cómo reaccionarán ahora l@s periodistas-pelota de los medios derechunos que le limpiaron los zapatos con entrevistas-homenaje y opiniones de blanqueamiento machista. No hacen falta nombres. Están en la hemeroteca. Las mentiras envilecen nuestra profesión. Y las personas  embusteras deberían estar ya fuera de ella... ¡Y por desgracia tenemos tantas! Estos días un programa rosáceo hace audiencias aprovechando las trolas de una colaboradora que ni siquiera es periodista. No hace mucho otra con ínfulas de escritora aseguró que Urdangarin y la infanta Cristina se separaban. Y los que van de serios y riguros@s compran dossieres falsos a policías corrupt@s para verter calumnias sobre polític@s en activo. Mi reflexión es: ¿qué clase de periodismo tenemos en nuestro Estado que acoge las falsedades sin pruebas como dogmas de fe y las pone en portada?

Plácido teme acabar como Weinstein. Y es muy probable que esto suceda...

Y volviendo a Plácido, todo ese tropel de troler@s... ¿también van a pedir perdón a sus lector@s por los engaños escritos o contados?

Mis fuentes de Associated Press se mantienen calladas, por el momento. Su silencio indica, entre líneas, que va a salir algo más gordo sobre un señor que canta muy bien, pero al que sus manos ligeras y sus bolas tabernarias lo han condenado al ostracismo. Cuando ayer decía el ahora abusador que “todo eran formas de galantería” y sus corife@s aplaudían negando a las pocas mujeres que se atrevieron a contar sus verdades (que nosotras todas las feministas sí creímos), me pregunto qué dirá cuando los verdaderos escándalos, que algunas ya conocemos pero no podemos desvelar hasta que se prueben, salgan a la luz. Esto es Zola en estado puro. Y Yo acuso va por entregas.