Por qué deberías llorar delante de tus hijos alguna vez

Por qué deberías llorar delante de tus hijos alguna vez

Cuando hablamos con nuestros hijos sobre nuestras experiencias emocionales, les proporcionamos una herramienta para la vida.

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Cuando los padres están tristes o tienen ganas de llorar, a menudo sienten la tentación de esconder sus lágrimas para que no las vean sus hijos. Es normal querer escudar a los hijos de las partes desagradables de la vida, pero en realidad, llorar delante de ellos también tiene una parte positiva.

El año pasado, la bloguera australiana Constance Hall escribió una publicación viral en Facebook sobre por qué dejaba que sus hijos la vieran llorar. “El pasado fin de semana vi con mis hijos un documental tristísimo, se nos llenaron los ojos de lágrimas a mi hija y a mí y mi hijo nos abrazó a ambas, nos palmeó y nos acarició la espalda”, escribió.

“Me di cuenta de que a mis hijos les parece completamente normal sentir emociones humanas, no se traumatizaron por ver llorar a su mamá, comprenden que es parte de la vida. A un niño le reconforta saber que puede venirse abajo a veces y saber que eso no significa que sea débil. Si no nos apoyamos los unos a los otros, ¿para qué estamos aquí?”.

La edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con un par de expertas para salir de dudas y saber si de verdad es bueno que los niños vean llorar a sus padres y el mejor modo de manejar estas situaciones si surgen.

“Si un niño ve llorar a uno de sus padres o a quien le está cuidando como reacción a una determinada situación, puede ser beneficioso porque permite que los niños vean que no pasa nada por expresar sus sentimientos”, explica la psicóloga Tammy Lewis Wilborn.

Normalizar las emociones es una parte fundamental de criar hijos emocionalmente inteligentes. Si un padre llora en reacción a algo que también entristece a sus hijos (como la muerte de un abuelo u otro familiar), dejarles presenciar esa tristeza les ayudará a darse cuenta de que no son los únicos que están tristes.

“Como los niños no tienen demasiada experiencia de la vida, muchas veces piensan o sienten algo nuevo y se preguntan: ’¿Es normal esto? ¿Me pasa algo malo? ¿Por qué estoy tan triste y por qué me ha afectado esto así?”, señala Wilborn. Experimentar esa tristeza de forma colectiva con los padres les dice a los hijos que su tristeza es normal y les ayuda a sobrellevarla mejor.

Añade que cuando los niños ven llorar a sus padres, estos se vuelven más humanos a ojos de los pequeños y les ayuda a darse cuenta de que a los adultos también les afectan las emociones negativas y que es algo perfectamente normal.

Asegúrales que vas a estar bien

“Los niños a menudo se sentirán confusos y asustados si ven a sus padres disgustados. Por eso es importante explicarles después, teniendo en cuenta la edad de tus hijos, que has tenido un momento complicado, pero que estás bien y vas a seguir estando bien”, propone la psicóloga Jillian Roberts.

Los padres deberían proporcionarles a sus hijos suficiente información para ayudarles a comprender que no hay motivo para estar asustados o confusos y que pueden preguntar y hablar cuando tengan dudas. 

“Cuando hablamos con nuestros hijos sobre nuestras experiencias emocionales y sobre cómo hemos aprendido a controlarlas, les proporcionamos una herramienta para la vida y al mismo tiempo les damos permiso para hablar sobre su propia experiencia, algo que es muy sano. Estas conversaciones abren el canal para que se fortalezca vuestro vínculo de padres e hijos”, sostiene Roberts.

Además de darles un poco de contexto para que entiendan las lágrimas y de tranquilizarles diciéndoles que vas a estar bien, los padres deberían preguntar directamente a sus hijos sobre sus sentimientos.

“Conviene preguntarles a tus hijos: ‘¿Cómo te has sentido al ver a mamá y a papá llorando?’. Eso les abre otra oportunidad para hablar sobre sus sentimientos”, comenta Wilborn.

Explícaselo de un modo adecuado para su edad

Cuando les expliques a tus hijos por qué lloras, es importante que solo les des la información adecuada a su desarrollo y no les preocupes ni les asustes haciéndoles creer que pueden perder su estabilidad y seguridad.

“A veces no es apropiado explicar el contexto de por qué está llorando un padre, o quizás los detalles son más de lo que puede asimilar un niño”, avisa Wilborn. Aun así, es importante darles algo de contexto para ayudarles a entender que no es su culpa.

“Considero que los padres tienen buenas intenciones cuando evitan ciertas conversaciones con sus hijos porque a nadie le gusta decirles que a veces el mundo se porta mal y da miedo. Yo pienso que lo malo de ese enfoque es que los niños rellenan las lagunas con sus suposiciones, de modo que cuando no disponen de suficiente información para comprender lo que ven, acaba pasando justo lo que el padre intenta evitar”.

Por ejemplo, aunque no es necesario que los padres les cuenten a sus hijos los detalles de la carta de deshaucio inminente, sí que pueden explicarles algo como: “Sé que me has visto llorar mucho. Solamente estoy pasando por un momento muy difícil, pero voy a estar bien”.

No solo las niñas pueden expresar sus emociones

“Todo el mundo necesita tener permiso para vivir y asumir sus momentos emotivos”, comenta Roberts, quien señala que muchas familias y culturas transmiten la idea de que dejar que te desborden los sentimientos es vergonzoso. Esta clase de mensajes negativos afectan sobre todo a los hombres jóvenes.

“Es algo muy perjudicial porque les dice que la única emoción que pueden mostrar es la furia. Debemos animar a los padres a prestar especial atención a las emociones de sus hijos varones, y hay que hacerles saber a los chicos pequeños que no pasa nada si sienten emociones humanas de cualquier tipo y quieren hablar sobre ello”, sostiene.

No lo hagas muy a menudo 

Aunque puede ser beneficioso para tus hijos verte llorar en ocasiones, existe el riesgo de llevarlo a extremos poco sanos. Si tus hijos ven que las personas que los cuidan lloran mucho, es posible que piensen que algo va muy mal.

“Los niños pueden sentirse culpables cuando ven a sus padres llorar porque quieren hacer algo para ayudar, pero no saben qué, porque son niños”, advierte Wilborn. “Quizás sientan que no sirven para nada y se pregunten: ‘¿Qué puedo hacer? ¿Cómo hago para que pare?‘, y luego les entra el temor: ’¿Qué significa esto? ¿Qué va a pasar con mis padres? ¿Qué me va a pasar a mí?”.

Sé consciente de la intensidad del llanto

Roberts cree que la intensidad (más que la frecuencia) de los llantos es un buen indicador de si es buena idea o no dejar que tus hijos te vean llorar.

“Si se te escapa una lágrima cada vez que ves un anuncio triste, no pasa absolutamente nada. Les enseñarás a tus hijos que eres una persona auténtica y que sabes controlar tus emociones en estas situaciones. Si estás hiperventilando o mostrando otra emoción extrema que preferirías no mostrar en público, no la muestres tampoco ante tus hijos. Las respuestas emocionales incontroladas les dan mucho miedo a los niños”.

No siempre es posible escudar a los hijos de esta clase de emociones incontrolables, sobre todo cuando te golpea una tragedia por sorpresa. Aun así, Roberts recomienda que los adultos no permitan a sus hijos estar presentes en esos momentos.

“Haz todo lo posible por evitar esas situaciones”, concluye.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.