Por qué los asentamientos de Israel son ilegales

Por qué los asentamientos de Israel son ilegales

La comunidad mundial, incluyendo a la ONU y a la Corte de Justicia, creen que violan la Convención de Ginebra, que prohíbe traspasar población a suelo ocupado

Estados Unidos lo ha vuelto a hacer: en su empeño por robustecer sus relaciones con Israel, ha dejado de considerar que los asentamientos en el territorio palestino ocupado de Cisjordania violan la ley internacional.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, rompió ayer lunes con un punto clave en la política estadounidense hacia Israel de las últimas cuatro décadas, porque desde 1978 se consideran las colonias “incompatibles con la ley internacional”. Ahora dice que sí lo son.

¿Son verdaderamente ilegales o tiene razón EEUU? Son ilegales, ateniéndonos a las sucesivas resoluciones de Naciones Unidas. El matiz es una cuestión de alianzas políticas. La comunidad mundial, incluyendo a la ONU y a la Corte Internacional de Justicia, considera ilegales los asentamientos sobre la base de la Convención de Ginebra, que prohíbe que una potencia ocupante traspase su población a un territorio ocupado.

Los israelíes, sin embargo, aseguran que la convención no aplica a Cisjordania, pues, según ellos el territorio no está técnicamente ocupado (un mero juego de palabras si se tiene en cuenta que el 62% del territorio, la llamada zona C, está bajo control militar y administrativo de Tel Aviv, que es quien domina todos los pasos fronterizos, que realiza redadas constantes en las zonas A y B, bajo dominio palestino, y donde viven cerca de 600.000 civiles israelíes si se suma Jerusalén Este, según la ONU). Según su criterio, tienen derecho a estar allí como resultado de una guerra “defensiva” y no le quitaron el control de Cisjordania a un poder soberano legítimo. “No hay un pueblo palestino”, decía la primera ministra Golda Meir.

El artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra (adoptado en 1949 y ahora parte del derecho internacional consuetudinario) prohíbe el movimiento masivo de personas fuera o dentro del territorio ocupado bajo ocupación militar beligerante:

Los traslados en masa o individuales, así como las deportaciones de personas protegidas del territorio ocupado al territorio de la Potencia ocupante o al de cualquier otro país, ocupado o no, están prohibidos, sea cual fuere el motivo. La Potencia ocupante no podrá deportar o transferir partes de su propia población civil al territorio que ocupa.

Las resoluciones de la ONU dejan claro en su lenguaje la ilegalidad de estos asentamientos. Así, el 22 de noviembre de 1967, en la esencial resolución 242 del Consejo de Seguridad, pide la retirada de Israel de los territorios ocupados en la Guerra de los Seis Días y “el reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los estados de la región y su derecho a vivir en paz”. El 22 de marzo de 1979, en la resolución 446, también del Consejo de Seguridad, dice que la política israelí de promover “asentamientos en los territorios palestinos y árabes ocupados no tienen validez legal y constituye un serio obstáculo” para la paz en Oriente Medio.

El 13 de marzo de 1997, la resolución 51/223 de la Asamblea General exhorta a Israel a no construir asentamientos en los territorios ocupados, especialmente en Jerusalén. El 9 de febrero de 1999 la resolución 10/6 de la citada Asamblea condena el el incumplimiento por parte de Israel de las resoluciones de la ONU y pide el cese de los asentamientos, mientras que el 21 de octubre de 2003 la resolución 10/13 de Asamblea General pide a Israel eliminar el muro que construía en territorio palestino y que supera la frontera para internarse en zonas de Cisjorsadania y el este de Jerusalén.

Una de las más recientes es de marzo 2010, cuando el Consejo de Derechos Humanos condenó los asentamientos israelíes, abogando por la autodeterminación palestina y denunciando que Israel viola los derechos humanos en los territorios ocupados y en los Altos del Golán.

Cómo son los asentamientos

Los asentamientos son comunidades construidas por Israel en territorio ocupado a los palestinos, según los límites establecidos tras la guerra de 1967. Existen asentamientos de Israel en Cisjordania, Jerusalén Oriental y los Altos del Golán, ocupados en este caso a Siria.

Unos de 600.000 israelíes viven en unos 140 asentamientos desde la ocupación de Israel de Cisjordania y Jerusalén Oriental.

Según la ONG israelí Peace Now (Paz Ahora), que se dedica a la fiscalización de asentamientos, existen unos 13 asentamientos en Jerusalén Oriental, habitados por unas 200.000 personas. En Cisjordania las áreas urbanas ocupadas por los asentamientos corresponden a un 2% del territorio, pero los críticos apuntan a que más allá de actividades típicas de “colonos”, como serían la agricultura y la construcción de caminos, son puntos estratégicos altamente militarizados.

Quienes viven en esas comunidades lo hacen por razones diversas, desde económicas, por los subsidios que da el gobierno por participar de los asentamientos, hasta religiosas, ya que creen que esa es la tierra prometida por Dios a los judíos.

Para Israel son esenciales (en ellos hay importantes cultivos de viñedos, muy rentables, están junto a puntos de agua o en lugares fronterizos como el Valle del Jordán, con Jordania), pero los palestinos denuncian que quiebran el territorio, volviendo imposible la opción de un Estado palestino. No hay continuidad territorial, aleja y aísla a las poblaciones y convierte el día a día en una yincana de cientos de puestos de control y otros obstáculos que Israel asegura que son necesarios para proteger los asentamientos y evitar, por ejemplo, ataques terroristas.

EEUU cambia... pero no tanto

En 1978, el gobierno del presidente demócrata Jimmy Carter determinó que el establecimiento de asentamientos civiles era incompatible con el derecho internacional. Pero en 1981 el entonces presidente Ronald Reagan, republicano, aseguró que no creía que los asentamientos fueran “inherentemente ilegales”, informa AP.

Durante décadas, Estados Unidos describió los asentamientos como “ilegítimos”, absteniéndose de llamarlos “ilegales” y protegiendo a Israel de las resoluciones condenatorias sobre el tema en Naciones Unidas.

Uno de los últimos actos del gobierno de Barack Obama a finales de 2016 fue abstenerse en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que instaba a poner fin a los asentamientos israelíes en territorios ocupados, rompiendo con la práctica habitual de vetar este tipo de resoluciones. O sea, que Donald Trump tampoco ha dado un giro de 180 grados.

En mayo de 2018, Washington reconoció a Jerusalén como capital de Israel y decidió mover su embajada a esa ciudad desde Tel Aviv, rompiendo con décadas de política exterior. A ello se se sumó el reconocimiento de los Altos del Golán, ocupados por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967, como territorio israelí.

Pasos a favor del amigo israelí que en la práctica han cambiado pocas cosas pero que han supuesto una pérdida de reconocimiento a la causa palestina que aún complica más que se trate a las partes como iguales en un proceso negociador que nunca llega y en el que EEUU, por fuerza, está llamado a jugar el papel de dinamizador y árbitro neutral.