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Por qué es tan importante el último descubrimiento de Pompeya

Se trata de un hallazgo histórico por mostrar la vida de un estrato social "del que apenas se habla".

Estancia de esclavos descubierta en Pompeya.EFE

Un poco más de la vida cotidiana de la antigua Roma ha salido a relucir con el último hallazgo de Pompeya. El equipo de arqueólogos que trabaja desde 2017 en una zona norte de la ciudad que quedó sepultada en el 79 d.c por la erupción del Vesubio, han descubierto una estancia pequeña, en la que vivían unos esclavos.

Se trata de posiblemente una habitación que albergase una familia con un hijo, que se encargaban del mantenimiento de la villa de sus dueños, según ha informado el Ministerio italiano de Cultura este fin de semana y recoge la agencia EFE.

El hallazgo no es otro cualquiera sino que muestra por primera vez cómo vivían los esclavos romanos con una precisión nunca antes vista.

Se trata de una estancia de unos 16 metros cuadrados “en un estado de conservación excepcional”, que enriquecerá “aún más el conocimiento de la vida cotidiana de los antiguos pompeyanos” y concretamente de una parte de la sociedad, de cuyo estilo de vida se sabe bastante poco, ha dicho el ministro de Cultura, Dario Franceschini, en un comunicado.

En este sentido Néstor F. Marqués, arqueólogo fundador de la página Antigua Roma al Día destaca a El HuffPost que “nunca se había encontrado algo tan detallado y claro como una estancia en la que está toda la posibilidad de que vivieran”.

“De Pompeya ya tenemos más datos en ese sentido. Se han encontrado incluso cuerpos de esclavos incluso con grilletes en los pies, ya sabíamos algo de su vida, pero nunca algo así”, enfatiza. “Nos habla de la vida de los esclavos de la forma más cotidiana”, señala.

La habitación en la que se encuentran las tres camas —dos de 1,70 metros y una de 1,40 metros, que sería de un niño— comparten espacio con varias ánforas y vasijas de almacenamiento.

  Vista de la estancia de los esclavos descubierta en Pompeya.EFE

“Es un almacén que está lleno de contenedores de almacenamiento y, a la vez, vemos tres camastros hechos con trozos de madera, que se nota que son lo más básico posible con unas uniones muy sencillas porque son desmontables además”, señala Marqués. “Simplemente es una especie de jergón con una malla de cuerdas para sostener la estructura. Es una habitación que es muy oscura y simplemente tenía una ventana en la parte superior. Son unas condiciones muy básicas”, explica.

Sobre ellas, recuerda que no se ha encontrado la madera en sí sino que queda el hueco dentro de la ceniza del Vesubio. “Esto se rellena desde el siglo XIX gracias a los hallazgos de Giuseppe Fiorelli y se ve el interior con una calidad altísima y unos detalles increíbles”, recuerda.

Además, Marqués recuerda que en esta villa, Civita Giuliana, ha habido otros hallazgos sorprendentes como un carro ceremonial o pilentum. “En otra sala de esta villa se encontró a dos víctimas de la erupción y una llevaba un manto de lana tejida en el que se veía cada una de las fibras. En los lechos se ven las cuerdas con los que están atados. Todo el entramado de la madera...”, explica.

“En enero anunciaron el descubrimiento de un pilentum, un carro ceremonial, es en la sala de al lado, en la siguiente estaban los propios caballos y en esta, al lado de uno de los lechos estaba el propio timón del carro. Son todo salas interconectadas de lo que llamamos pars rustica, la parte de servicio de una villa de lujo en las afueras de Pompeya”, añade.

Los hallazgos de Civita Giuliana tuvieron lugar a raíz de un expolio por el que unos saqueadores estaban accediendo al patrimonio. La zona cuenta con arqueólogos desde 2017 y fue durante años objeto de saqueos sistemáticos que han generado un daño total estimado en casi 2 millones de euros en toda la villa, según los cálculos del ministerio italiano.

“Es una villa bastante lujosa que se empezó a excavar el año pasado a raíz de una red de túneles que habían hecho unos expoliadores alrededor de la casa y estaban simplemente destruyendo y robando todo lo que podían de la villa y sus alrededores”, apunta Marqués.

El arqueólogo recuerda que han sido esos saqueadores los que han dañado parte de la estancia. “Habían roto parte de las paredes de esta habitación, incluso dos de los lechos estaban partidos por la mitad y no se habían conservado porque lo habían destruido”, detalla.

  Arqueólogos trabajando sobre la estancia encontrada en Pompeya.EFE

Cabe pensar que, tras este hallazgo se puede conocer la total realidad de los esclavos en la antigua Roma. Error. Cada tipo de esclavo era distinto y cada familia, también.

“Había autores clásicos que en sus obras decían que no había que fiarse de si una persona era libre o esclava por sus ropas, porque podría ser un ciudadano pobre que vista con harapos o un esclavo de una familia muy rica que vista con ropas elaboradas”, recuerda Marqués.

Según señala el arqueólogo, los esclavos que trabajaban en el campo o en las minas tenían la peor vida y eran peor tratados socialmente. “Les llaman ‘herramientas con capacidad de hablar’ ni personas. Estos mueren jóvenes y son tratados como lo peor de lo peor”, apunta.

“Los esclavos domésticos tienen una vida bastante más decente, los restos de los que se han encontrado era una habitación bastante básica, pero los había de familias muy ricas que tenían un nivel de vida bastante alto”, señala.

Marqués recuerda que lo normal era que los esclavos acabasen siendo liberados, mediante la conocida como manumisión, y pasasen al estado de libertos. “Eso fue especialmente común durante la fase del Imperio, bajo el mandato de Augusto se hizo mucho por integrar a los libertos en la vida de las ciudades”, explica.

Según el arqueólogo, los restos encontrados en Pompeya son de unos esclavos “medios”. “Vivían en unas condiciones bastantes básicas, pero que al menos tenían una habitación para dormir, que para la época ya era mucho”, recalca.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es