Por qué Vox arranca la campaña en Vallecas

Por qué Vox arranca la campaña en Vallecas

La ultraderecha busca el voto obrero, pero también provocar y presentarse como víctima si es atacada en el bastión de la izquierda.

El líder de Vox, Santiago Abascal, en un mitin en Sevilla el pasado 17 de marzo.Fran Santiago via Getty Images

Vox vuelve a salpimentar un acto con polémica. Hasta la Delegación del Gobierno en Madrid tuvo que tomar cartas en el asunto. La ultraderecha podrá congregar este miércoles a los suyos en Vallecas, histórico bastión obrero de la izquierda madrileña, para arrancar la campaña de las elecciones autonómicas pese a que el Ayuntamiento se lo impidió por no haber comunicado con un mes de antelación el uso de la plaza de la Constitución.

Los ultras no han elegido al azar el lugar y, según los expertos consultados, el acto en ese distrito es toda “una declaración de intenciones”. Santiago Abascal y Rocío Monasterio plantarán allí la bandera verde del partido para ampliar su base electoral. Ambos buscan el voto obrero pero también provocar y presentarse como víctimas si son atacados en uno de los feudos de la izquierda, barrio del líder de Podemos y candidato morado en Madrid, Pablo Iglesias antes de mudarse a Galapagar.

Gabriela Ortega, experta en comunicación política y campañas electorales y profesora de la Universidad Camilo José Cela, cree que “es una jugada estratégica”. “No es una decisión tomada sin premeditación”, advierte. Y sustenta su idea en dos argumentos: “El primero es que, en las últimas elecciones generales, Vox fue el partido que más porcentaje de voto sacó en algunos distritos del Ensanche de Vallecas. Tienen una razón para decir que los barrios no son de ningún partido porque allí lograron representación”.

Tienen el discurso bien montado: el marqués de Galapagar ha traicionado a las bases del cinturón rojo y nosotros somos una opción para los huérfanos
Gabriela Ortega, experta en comunicación política y campañas electorales y profesora de la Universidad Camilo José Cela.

El otro argumento es más discursivo: “Han tomado como bandera el cinturón rojo. Y no se plantean al PSOE como rival, sino a Pablo Iglesias, a quien ven como principal villano. Tenemos al héroe, Santiago Abascal —porque la imagen de Monasterio está un poco relegada para darle protagonismo—, y al villano, que es Iglesias. Y tienen el discurso bien montado: el marqués de Galapagar ha traicionado a las bases del cinturón rojo y nosotros somos una opción para los que se han quedado huérfanos”, explica

Esta experta zanja que, tras la polémica con la prohibición del acto por parte del Ayuntamiento, Vox “busca marcar la agenda y presentarse como víctimas”. “Ustedes están vetados por ellos [en relación a El HuffPost], pero hablan de ellos. Quieren salir en medios, posicionarse y sacar rédito de eso. A ellos no les importa ser el blanco allí, sino el previo y el pos del acto”.

Su colega Luis Arroyo, consultor político, ve claro que tras la convocatoria de Vox en Vallecas hay un intento de buscar la victimización: “Les funciona. Que les echen de las teles y que les hagan el cordón sanitario les va de cine porque así quedan fuera del sistema. Y, en su ideario, ellos son antisistema: pueblo contra élite. Son el populismo de toda la vida”.

La radicalización ha sido la baza que Vox utilizó en las elecciones vascas del verano y en las catalanas de febrero. La estrategia de la ultraderecha cada vez que hay comicios, especialmente si se celebran en comunidades con un fuerte sentimiento independentista, se repite: plantar cara al ‘enemigo’ allí donde es más fuerte porque sabe que ese es el marco con el que engordar su cartera de votos. Tras el acto de Vallecas opera una lógica parecida, presentarse allí donde sus rivales de izquierda son más fuertes.

Vox ha entendido y se da cuenta de que tiene que pasar del fachaleco al movimiento social más amplio

“Puede haber algo de buscar victimización, pero es que es un partido de oposición, más alternativo y que presume de vivir en combate, muchas veces con el propio PP. No tienen complejos y defienden sus valores y sus ideas donde creen que tienen que hacerlo. Ir a Vallecas puede tener un punto de provocación, pero no creo que sea la razón principal. Ellos tienen toda la libertad y el derecho de defender sus ideas en cualquier punto de la geografía española. Sea en los lugares más radicales de Cataluña y País Vasco o en los barrios que la izquierda cree que son suyos. Y, si hay altercados, pues no los rehuyen, al contrario. Se presentan con valentía: si hay altercados, dicen, darán la cara. Hay un punto de provocación, pero provocar no es el objetivo número uno”, razona Jordi Rodríguez Virgili, experto en comunicación política y campañas electorales y vicedecano de Comunicación de la Universidad de Navarra.

Arroyo también cree que pesa más el “giro” ideológico del partido: “Es evidente que el arquetipo de que la extrema derecha se identifica necesariamente solo con los barrios más ricos y con la gente más formada es un arquetipo que no está basado en ningún principio histórico. No quiero que se entienda que estoy comparando a Vox con los nazis, pero el nazismo y el fascismo italiano y todos los orígenes de esos movimientos tienen una base social popular. En los movimientos nacionalistas de defensa del pueblo frente a los privilegios hay un componente socialista”, explica.

Y sigue:“Hay un libro de un historiador alemán que explica que los orígenes del socialismo y del fascismo son, en realidad, los mismos. El partido nazi era el partido nacionalsocialista. Por supuesto que el cabreo con Cataluña, con una supuesta élite privilegiada dominante, el cabreo con la falta de autoridad, con el inmigrante… también tiene una base social fuerte en los barrios populares. Y eso Vox lo ha entendido y se da cuenta de que tiene que pasar del fachaleco al movimiento social más amplio. Hogar Social lo pilló hace tiempo. Ellos dan bocadillos pero solo a españoles, que es una cosa pérfida y maligna, pero tiene una base estratégica que les ha funcionado en barrios y en pueblos con fuerte inmigración”.

  Simpatizantes de Vox en Salt (Girona), el 7 de febrero, cuando la cúpula de Vox fue hostigada con tomates y otros objetos en un acto de campaña.EUROPA PRESS NEWS VIA GETTY IMAGES

Al final, el tándem de Abascal y Monasterio sigue la estela del Frente Nacional en Francia. “Que empiece en Vallecas es una declaración de intenciones. ¿Qué es lo que busca? Ampliar su voto. Es decir, ya que ese voto más conservador y de valores, de escisión del PP, está en disputa con Ayuso y tiene un margen muy limitado… pues se plantean: ¿Cómo podemos ampliar? Y es, como han hecho en Francia, Alemania y EEUU, ampliar el voto en los cinturones industriales en busca de ese voto obrero nacional o español que más sufre los embates de la crisis y al que llegan con un discurso identitario que quizá en otras partes de España no tenga tanta acogida, pero que en Madrid sí. Y a algunos les cuesta entender que ese voto opte por la extrema derecha”, explica Rodríguez Virgili.

Por el momento, este martes grupos antifascistas han llamado a boicotear el acto de presentación de campaña de Vox en la que consideran la ‘Plaza Roja’ de Vallecas. El ambiente en el barrio está caldeado, sobre todo tras el encontronazo de Pablo Iglesias con un grupo de neonazis que le increparon. Vox juega y prueba a crecer donde ya lo han hecho otras ultraderechas europeas. El 4-M los madrileños les dirán si su estrategia es acertada. Pero la realidad es que tienen una campaña difícil por delante.

Rodríguez Virgili de la Universidad de Navarra les aventura serios apuros: “Estas elecciones a Vox no le vienen bien. El éxito apabullante en Cataluña les dio un momento dulce para pensar en estrategias de crecimiento. Ellos estaban pensando más en las elecciones andaluzas que podían ser las próximas y estaban en el momento dulce. Y ahora les presentan a Díaz Ayuso que puede captar mucho voto que podía ser de Vox. Ella gana el voto útil de la derecha. Y tendrán que hacer una campaña de enfrentamiento con la izquierda: alertar que viene el frente popular y buscar la polarización que les viene bien y ensanchar su base con aquellos votantes que no se plantean votar al PP. Y, ahí, entra muy bien ese discurso muy nacionalista que se enfrenta a la pobreza y a la desigualdad y a la inmigración. Miran al espejo del Frente Nacional y la puesta en escena en Vallecas es una declaración de intenciones de esta estrategia”, zanja.