La pregunta de '¿Quién quiere ser millonario?' que revoluciona Twitter: sólo los matemáticos saben responderla

La pregunta de '¿Quién quiere ser millonario?' que revoluciona Twitter: sólo los matemáticos saben responderla

¿Sabes cuál es la correcta?

La pregunta matemática que trae de cabeza a todo Twitter.TWITTER

Una pregunta formulada sobre un panel del mítico programa ¿Quién quiere ser millonario? está trayendo de cabeza a todo Twitter y sólo los matemáticos y otros científicos son capaces de dar con la respuesta.

La cuestión es la siguiente: “Si escoges una respuesta a esta pregunta aleatoria, ¿cuál es la probabilidad de que sea correcta?”. Las cuatro opciones son: A) 25%, B) 0%, C) 50% y D) 25%.

Este problema matemático se ha hecho viral después de que lo compartiera el usuario de Twitter @matttgfx.

¿Sabrías decir cuál es la correcta?

Son muchos los que tratan de dar con la solución, pero la solución es que no tiene solución porque se trata de una paradoja, como han indicado muchos en las respuestas:

Hasta Pablo Echenique, científico de formación y portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, ha dado una respuesta:

No es la primera vez que esta pregunta se plantea en las redes, aunque se haya hecho en esta ocasión con un formato distinto e incluyendo el 0% en lugar del 60% que vemos en este tuit:

Se trata de un juego matemático similar a la llamada Paradoja del Barbero derivada de la famosa Paradoja de Bertrand Russell.

Una de las versiones de esta paradoja, aparece descrita por el profesor Manuel López Mateos en Conjuntos, Lógica y Funciones y dice lo siguiente:

En un lejano pueblo de un antiguo emirato había un barbero que se llamaba As-Samet, diestro en afeitar cabezas y barbas, maestro en escamondar pies y en poner sanguijuelas. Un día, el emir se dio cuenta de que había pocos barberos en el emirato por lo que ordenó que los barberos solo afeitaran a aquellas personas que no pudieran afeitarse. De este modo, obligó a todo el mundo a afeitarse. Cierto día, el emir convocó a As-Samet para que lo afeitara y le contó sus angustias:

- “En mi pueblo soy el único barbero. No puedo afeitar al barbero de mi pueblo puesto que soy yo, puesto que si lo hago, yo que puedo afeitarme por mí mismo, estaré incumpliendo la orden. Sin embargo, si no me afeito, entonces algún barbero debería afeitarme, pero como no hay otro barbero, no puedo hacerlo y también os desobedecería”.

Entonces el emir pensó que sus reflexiones eran tales que lo tenía que premiar con la mano de sus hijas más virtuosas. De este modo, el barbero vivió para siempre feliz y barbón.