Proteger, conservar y restaurar

Proteger, conservar y restaurar

Nuestra propia salud humana y animal dependen de la biodiversidad y de un medioambiente sano.

En esta imagen, tomada el 21 de octubre de 2020, la cama de la laguna Cerro, seca y cuarteada por una larga sequía, con agua púrpura por los residuos no tratados de una curtiduría, en Limpio, Paraguay. ASSOCIATED PRESS

El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son dos caras de una misma moneda: la del daño que infligimos a nuestro planeta con nuestra forma de producir y de consumir. Daño que, a los hechos me remito, la naturaleza nos devuelve como un bumerán en forma de temporales de frío polar excepcional y olas de calor mortales, por ejemplo. Por eso, conviene recordar que la diversidad biológica es la base del funcionamiento de la vida en la Tierra. Un equilibrio precario, pero perfecto, que nos permite respirar aire limpio, beber agua pura y comer alimentos ricos y variados. Nuestra propia salud humana y animal dependen de la biodiversidad y de un medioambiente sano. No es este, por tanto, un asunto cuya importancia se pueda minimizar o relegar a un segundo plano hasta que la tormenta escampe y podamos retomar la agenda A.C. (antes del coronavirus).

Por eso, como ponente del Informe sobre la Estrategia de Biodiversidad para la UE 2030 que la Comisión presentó el año pasado, respaldo su propuesta legislativa y su nivel de ambición. Transformar nuestra relación con la naturaleza, nuestra sociedad y nuestra economía debe ser una prioridad paralela a la reconstrucción sanitaria, económica y cultural tras la pandemia. En este sentido, apoyo todos y cada uno de los objetivos de la propuesta de la Comisión (como la reducción del 50% de pesticidas químicos y el 20% del uso de fertilizantes, entre otros), que deben recogerse en legislación para que sean vinculantes. Pero, además, propongo otras medidas que considero fundamentales para atajar las cinco causas directas de la pérdida de biodiversidad.

El planeta nos está lanzando gritos de auxilio y no podemos permitirnos perder más tiempo

En primer lugar, la degradación de los suelos. Es fundamental que la Comisión presente una propuesta legislativa que establezca el marco común para su protección y uso sostenible, así como un Plan Europeo para atajar la desertificación. En segundo lugar, la interconexión entre los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París y los que se adquieran en la COP15 del Convenio sobre Diversidad Biológica la próxima primavera. En otras palabras, la Comisión Europea debe presentar un Plan de acción que aborde conjuntamente la crisis climática y la de biodiversidad. Tercero, la contaminación: los objetivos de la Estrategia de Biodiversidad deben alinearse y coordinarse con los de las estrategias “de la granja a la mesa” y la futura estrategia forestal de la UE bajo el paraguas del Plan de acción para una Contaminación Cero (incluyendo, además, la contaminación lumínica y acústica). 

En cuarto lugar, el fenómeno de la urbanización/concentración urbana. Las infraestructuras verdes y las soluciones basadas en la naturaleza son clave para el desarrollo de ciudades sostenibles, por lo que propongo en mi informe la creación de una Red Transeuropea de Infraestructuras Verdes que sirva para unir los distintos espacios y áreas protegidas de la Red Transeuropea de Áreas Naturales. Por último, la restauración de los hábitats degradados. Pido a la Comisión que incluya en su propuesta legislativa el objetivo del 30% ya fijado por el Parlamento y que lo complemente con objetivos específicos por tipos de ecosistema.

El planeta nos está lanzando gritos de auxilio y no podemos permitirnos perder más tiempo.