¡Qué escándalo, aquí se juega!

¡Qué escándalo, aquí se juega!

Hay cosas que no se discuten: que la tierra es redonda, que la luna es blanca, que el agua se evapora, que el cielo es azul, que los perros ladran, que a los políticos les incomoda la prensa crítica o que entre las grandes películas de la historia está Casablanca. Luego está lo que la vida y la experiencia enseñan: que no hay democracias perfectas; que en la política todo vale y nada cuenta; que hay amores imposibles o que en tiempos de tanta hipocresía, cualquier rasgo de sinceridad se confunde con un ejercicio de cinismo.

Y para cínico seguro que recuerdan al capitán Renault. Una ciudad marroquí, un café, un piano, un amor perdido, una canción y el silbato de aquel sarcástico policía con el que llama a sus guardias a cerrar el local de Rick. ¡Qué escándalo, aquí se juega!, responde cuando le preguntan por la razón de la clausura mientras un empleado del local le entrega un sobre diciéndole “aquí están sus ganancias de esta noche”. Impostura. Actuación. Simulación. Llámenlo X.

  Pablo IglesiasAFP

¿Hay algo distinto en la respuesta dada a algunas acusaciones vertidas por Pablo Iglesias en su regreso a la primera línea? Ahora resulta que el líder de Podemos nos ha descubierto a todos que los bancos financian a los partidos y condonan sus deudas; que a los españoles no se les ha devuelto ni un euro de los 60.000 millones que costó el rescate al sistema financiero; que las grandes corporaciones tributan por debajo de las pymes o que los fondos buitre han hecho lo indecible para que no se limite el precio de los alquileres.  ¡Qué escándalo, hay empresarios que mandan más que un diputado!

En este país todo dios sabe que durante años -en especial durante los Gobiernos de Zapatero- toda ley tramitada en el Congreso llevaba una enmienda a la que se le ponía el apellido de un gran empresario de cuyo nombre no viene al caso acordarse, pero sí que se encargaba de que lo que saliera de la Cámara Baja no lesionara sus intereses económicos. Incluso que los multiplicara. Y ahora resulta que nos llevamos las manos a la cabeza porque Iglesias diga que las grandes decisiones se toman en los despachos y no en el Parlamento.

Hasta el último becario de cualquier redacción ha sufrido en sus carnes la censura de los propietarios de sus diarios, pero nos sorprende que el líder de Podemos diga que los medios de comunicación mandan más que un parlamentario. Y así hasta el infinito y más allá. Se llama lobbismo o grupo de presión y la diferencia con Europa o los Estados Unidos es que en España no están regulados y hacen de nuestra legislación un sayo que cubra bien sus beneficios, y no los intereses ciudadanos.

Iglesias se queja del mismo maltrato y persecución de la prensa que lamentaba Sánchez, pero olvida eso sí que durante unos años esos mismos medios le mimaron e hicieron de altavoz.

Nada de lo que dijo Iglesias se distingue de lo que Pedro Sánchez contó en su día ante Jordi Évole en Salvados, después de que el bochornoso Comité Federal del PSOE de otro 1-O le obligara a dimitir como secretario general. Ni lo de los empresarios, ni lo de los bancos,  ni lo de los medios de comunicación.

Iglesias se queja del mismo maltrato y persecución de la prensa que lamentaba Sánchez, pero olvida eso sí que durante unos años esos mismos medios le mimaron e hicieron de altavoz. Mientras interesó debilitar al PSOE, los herederos del 15-M eran los dicharacheros universitarios con sillón fijo en las tertulias de los programas de máxima audiencia. Y ese trato se quebró cuando llegó el tsunami de votos que desbordó las previsiones y las intenciones de quienes les ayudaron a llegar. Una cosa es que dieran juego en los programas, subieran las audiencias y sirvieran para dividir a la izquierda y otra que vinieran a acabar con el establishment con el que han acabado mimetizándose.

Ahora, después de haber decepcionado profundamente a una parte de su electorado que le considera parte de la casta que vino a combatir, Iglesias regresa a las trincheras con el discurso antisistema. Tan  cierto es que en Podemos no pudo cometer más errores en la gestión de lo orgánico como que se le reprocha lo mismo que hicieron otros cuando ganaron sus congresos internos. Ni Casado encontró hueco para Santamaría ni Sánchez para Díaz. Las primarias y la unidad son incompatibles, si bien cuando uno comete errores, en política y en la vida, se tiende a buscar un enemigo exterior.

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Lo ha hecho iglesias al apuntar a los medios de comunicación, pero también lo hicieron Sánchez y Rajoy antes de la moción.  Que levante la mano el primer líder político -o sus subordinados- que no haya acusado de sus males a la prensa crítica, que no haya levantado un teléfono para influir en un titular o en un editorial, que no haya negado entrevistas a los diarios que se niegan a bailarle el agua o no haya vetado a algún periodista en una mesa de debate.  El ejercicio de cinismo ha sido colectivo y la respuesta unánime; ¡qué escándalo, aquí manda más un empresario y un banquero que un diputado!

Pues claro. Otra cosa es que a Iglesias, tras su sucesión de errores -dentro y fuera de Podemos- y después de haber cambiado tantas veces de discurso y de estrategia, se le tenga ahora en cuenta en su nueva versión de indignado y paladín de los olvidados, los humillados, los ofendidos y los estafados.  Ha vuelto a fruncir el ceño, pero en el fondo sabe que con muchos menos votos que en 2016 puede ser más decisivo que hace tres años para la formación de Gobierno. No aspira a ganar, pero sí a formar parte del Gobierno.

La posibilidad de segmentar al público está sólo en las redes, que son las únicas capaces de detectar el estado de ánimo del personal.

De momento ha logrado más reacciones favorables en las redes sociales a sus denuncias y a la ácida entrevista que le hicieron en La Sexta Noche que bots apoyan en twitter a Abascal y sus muchachos con identidades falsas. Y algunos aún no se han enterado que las televisiones emiten pero no escuchan al receptor de sus mensajes.

La posibilidad de segmentar al público está sólo en las redes, que son las únicas capaces de detectar el estado de ánimo del personal. Pasó en Andalucía. Y puede pasar el 28-A. Así que no les extrañe que la campaña pueda romperse en cualquier momento porque esto ya no va de lo que cuentan o influyen los medios, sino de quienes captan antes los estados de ánimo. ¿Acaso dudan PP y Ciudadanos que las propuestas de VOX no están en el inconsciente de la derecha?

Pues, con el regreso de Iglesias y la reaparición este fin de semana de Abascal, ya están todos. La partida empieza ahora, justo cuando los despistados gritan ¡Qué escándalo!