Qué nos deparará (posiblemente) la pandemia en 2022

Qué nos deparará (posiblemente) la pandemia en 2022

Dos años después de su aparición, el SARS-CoV-2 sigue causando estragos e incertidumbre, pero hay cierto optimismo de cara a los próximos meses.

Una investigadora, en el laboratorio de Microbiología del Hospital Universitario de Badajoz, el 15 de abril de 2021.JAVIER PULPO / Europa Press via Getty Images

Covid, año 2022’ equivale a incertidumbre mezclada con cierto optimismo. Los científicos no son muy amigos de hacer predicciones, pero después de dos años de pandemia resulta demasiado atractivo jugar a pensar –elucubrar sobre lo que ya se sabe y lo que no– cómo será la evolución del virus el próximo año, y qué situación vivirá la población social y epidemiológicamente hablando. 

“El 2022 debe ser el año en que pongamos fin a la pandemia”, lanzó hace unos días Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sostiene que en 2021 se han producido suficientes vacunas a nivel mundial como para alcanzar el 40% de cobertura vacunal en todos los países. Sus palabras, en todo caso, funcionaban más como deseo que como predicción. La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) era más funesta: “El SARS-CoV-2 no va a desaparecer a corto ni medio plazo”, señala. “La vacunación por sí sola no basta”, apuntan los expertos, en un comunicado emitido el pasado 20 de diciembre. 

La aparición de la variante ómicron a finales de noviembre ha cambiado aparentemente las reglas del juego y, aunque sigue rodeada de incógnitas, los primeros datos apuntan a que es más transmisible y más susceptible de infectar a personas previamente inmunizadas pero, al mismo tiempo, podría cursar una enfermedad más leve. Estos indicios han llevado a pensar que esta nueva variante podría marcar el principio del fin de la pandemia, convirtiendo al coronavirus en esa especie de ‘gripecilla’ que muchos vieron al comienzo de la epidemia y que acabó causando males mucho mayores.

El SARS-CoV-2 no va a desaparecer a corto ni medio plazo

Esta hipótesis se corresponde con la teoría de que el covid acabará haciéndose endémico y con un componente estacional, como ha ocurrido con otros cuatro coronavirus en la historia, que llevan décadas circulando entre la población y causan catarros relativamente leves.    

“Lo que busca un virus es persistir, y eso lo consigue con mecanismos que aumenten su infectividad al tiempo que producen una enfermedad más leve”, explicaba hace unos días a El HuffPost Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). 

Sin embargo, es muy pronto aún para afirmar que el SARS-CoV-2 ha emprendido ya este camino. “Cómo evolucione el virus en los próximos meses y años determinará cómo será el final de esta crisis global: si el virus se transforma en otro catarro común o en algo más grave, como la gripe o peor”, señala un artículo de la revista científica Nature publicado a principios de diciembre. 

Las posibles rutas del coronavirus

En función de lo observado con virus anteriores, ese mismo artículo plantea varios escenarios posibles para el covid, y en ninguno aparece claramente la erradicación. Lo más beneficioso pero menos probable sería que siguiera el mismo camino que el virus del sarampión, para el cual se obtiene protección de por vida ya sea mediante infección o vacunación.  

Otra ruta posible sería la del virus respiratorio sincitial, un patógeno estacional que afecta principalmente a niños menores de dos años –en general, de forma leve– ya que los adultos han desarrollado inmunidad frente a él a lo largo de su vida. 

  Una familia, de turismo por Málaga, en julio de 2021.Jesus Merida/SOPA Images/LightRocket via Getty Images

La gripe plantea el tercer y el cuarto escenario, según Nature. Si el coronavirus acabara pareciéndose al virus de la gripe A, “caracterizado por la rápida evolución y expansión de nuevas variantes capaces de escapar a la inmunidad creada por cepas pasadas”, tendríamos una epidemia estacional de cierta severidad contra la cual habría que vacunarse cada año con diferentes fórmulas, debido a las mutaciones del patógeno. O bien podría parecerse a la gripe B, un virus con mucha menos capacidad de mutación que acaba moviéndose entre niños, al tener menos inmunidad que los adultos.

Mientras persistan las infecciones en el mundo, el SARS-CoV-2 continuará evolucionando, acumulando mutaciones y dando lugar a nuevas variantes

No obstante, las desiguales campañas de vacunación en el mundo –mientras los países ricos vacunan a niños y con terceras dosis, los pobres luchan por alcanzar porcentajes de vacunación de dos cifras– hacen augurar una posible vía diferente y mucho más sombría: que el virus mute en una variante más severa y que escape de la inmunidad conferida por las vacunas (que hasta ahora siguen funcionando, incluso frente a ómicron, para prevenir casos graves).

“Mientras persistan las infecciones en el mundo, el SARS-CoV-2 continuará evolucionando, acumulando mutaciones y dando lugar a nuevas variantes”, afirma David Bernardo, investigador en el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) de la Universidad de Valladolid-CSIC.

“Estamos creando reservorios del virus”

El inmunólogo explica que, al dejar “muy atrás” a un buen número de países en el proceso de vacunación, “estamos creando reservorios del virus”. “La tendencia de un virus es ir atenuándose con el tiempo, pero con los reservorios actuales pueden surgir nuevas cepas que escapen a la memoria inmunológica, y entonces volveremos al principio, a estar desprotegidos frente al virus”, advierte Bernardo. “Si no nos ponemos las pilas vacunando a todo el mundo, esto puede pasar”, señala.

Salvador Macip, doctor en Medicina e investigador de la Universidad de Leicester, no cree que 2022 sea el año en el que volvamos a la ‘vieja normalidad’. “Sí creo que la situación será mucho mejor, y que iremos recuperando parte de esa normalidad; pero el ejemplo de ómicron pone sobre la mesa y deja muy claro qué pasa si no está todo el mundo vacunado”, recalca. “Seguirán saliendo variantes en lugares en los que el virus circule tranquilamente. Y cuantos más contagios hay, también hay más posibilidades de que una de estas variantes sea más infecciosa y vuelva a poner todo el sistema patas arriba, por muy bien vacunados que estemos”, alerta Macip.

La vacuna evita una buena parte de la mortalidad, pero no los contagios, así que una variante nueva puede crear problemas, como vemos ahora

“La vacuna evita una buena parte de la mortalidad, pero no los contagios, así que puede crear problemas, como estamos viendo ahora”, explica el experto, que avanza que ese será “el patrón en 2022”. Con algunos países del sur global en niveles de vacunación inferiores al 5%, Macip augura que, para el próximo año, “nos queda mucho trabajo aún”.

Más “tiras y afloja”... y el horizonte de la endemicidad

Esos picos inesperados –como el actual en toda Europa– son también con los que cuenta el epidemiólogo Pedro Gullón para el año 2022. Él los describe como “tiras y afloja”. “Nuestra inmunidad previa y las vacunas van a hacer que las olas tengan cada vez menos importancia, aunque los contagios suban mucho, así que tocará ir modulando qué vamos a hacer con ello”, apunta. 

Esta pauta continuará hasta un momento –“no me atrevo a decir cuándo”– en el que “asumamos cierta endemicidad y se empiece a aceptar que va a haber una serie de hospitalizaciones y fallecidos por esta enfermedad, sin que los gobiernos actúen directamente sobre ello”, predice Gullón. En ese caso, acabará ocurriendo como sucedía hasta ahora con las temporadas de gripe. “Todos los años los hospitales se saturaban en febrero y marzo, pero no estaba en la agenda del día”, describe el epidemiólogo, pues era algo ‘esperable’ y con un cierto control. 

Nuestra inmunidad previa y las vacunas van a hacer que las olas tengan cada vez menos importancia, aunque los contagios suban mucho

Pese al tremendismo por los récords de contagios en esta sexta ola, Pedro Gullón reconoce una “progresión buena” en la epidemia. La transmisión en España se sitúa en cotas nunca antes vistas, pero las tasas de hospitalización se mantienen por debajo del 10% en planta y del 20% en UCI, y eso es gracias a las vacunas. Ante estos nuevos escenarios, los Gobiernos deberán graduar sus protocolos, “plantear nuevas medidas para momentos concretos de alta transmisión”, e ir “asentándonos en cada realidad”, propone Gullón. 

La “prioridad número uno” que se nos olvida

Con todo, hay algo que debería ser prioritario para los líderes mundiales y sigue quedando en segundo plano, incluso de cara al nuevo año. “Aumentar los niveles de vacunación en el resto de territorios tendría que ser la prioridad número uno de todos los gobiernos”, defiende Pedro Gullón. Por justicia global, claro, pero también porque “las vacunas previenen que haya nuevas mutaciones”, recuerda el epidemiólogo.

“O se vacuna bien a todo el mundo, o nada”, insiste Salvador Macip. “Hasta que no haya un nivel de inmunidad suficiente en todo el mundo no vamos a poder salir de esta, o al menos estar tranquilos”, resume el experto. “En el 2022 aumentará mucho la vacunación, sin duda, en todas partes, pero habrá que seguir trabajando en este sentido”, sostiene Macip. “Y si todo va bien, a principios de 2023 quizás la cosa empezará a estar bien a nivel mundial”, augura. “Veremos si se cumple”. 

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es