¿Qué pasará con el ahorro de las familias después del coronavirus?

¿Qué pasará con el ahorro de las familias después del coronavirus?

Lo prudente en estos momentos sería tratar de ahorrar, sobre todo porque una buena parte de los gastos cotidianos han desaparecido.

Piggy Bank Wearing A Surgical MaskTomFoldes via Getty Images

Por Emilio José González González, profesor de Economía, Universidad Pontificia Comillas:

Uno de los motivos fundamentales que lleva a las personas a ahorrar es protegerse de lo que pueda suceder en el futuro. Como nadie conoce qué le va a suceder, la gente trata de ser precavida y, en consecuencia, atesora recursos económicos que le permitan afrontar lo que le pueda deparar el mañana. La cuantía de ese ahorro depende, en esencia, de dos elementos:

1.- El nivel de ingresos de que disponga la gente. Cuanto mayor sea su renta, más dinero podrá destinar al ahorro.

2.- Las personas ahorran más o menos recursos en función de la confianza que tengan en que las cosas van a ir bien en el futuro.

Otra razón para ahorrar es poder consumir en el futuro. Se acumulan recursos para financiar la jubilación, para adquirir bienes de consumo duradero, como un automóvil, o para invertir en una vivienda.

En los últimos años, las familias estaban comenzando a superar las consecuencias de la crisis de 2008 (el frenazo de la economía, la ola de despidos, el estallido de la burbuja inmobiliaria…), y su ahorro estaba empezando a crecer. ¿Qué va a pasar ahora, cuando en España reina una gran incertidumbre en torno al porvenir de nuestra economía? La verdad es que nadie sabe a ciencia cierta cuánto va a durar la crisis del coronavirus, ni qué consecuencias va a traer consigo, tanto para las empresas como para las personas.

El confinamiento en los hogares, con el fin de detener la expansión del coronavirus, juega a favor del ahorro familiar. Al permanecer en casa, y con todos los comercios cerrados salvo los de bienes de primera necesidad, las posibilidades de consumo quedan muy reducidas.

Lo mismo ocurre respecto al ocio: no se puede ir al cine, al bar, a restaurantes, ni siquiera a una terraza después de dar un paseo. Tampoco habrá vacaciones de Semana Santa, ni los gastos que conllevan, y no se sabe qué pasará en verano, ni si la población estará en condiciones anímicas de disfrutar de unas vacaciones en la playa.

En buena lógica, este contexto de incertidumbre y mínimo gasto debería llevar a las familias a ser precavidas y ahorrar por lo que pueda suceder. La cuestión es en qué medida podrá hacerlo, pues el valor de los instrumentos en los que se materializa el ahorro, como acciones, participaciones en fondos de inversión, y planes y fondos de pensiones, se ha reducido y no se sabe cuándo se va a recuperar.

Las empresas recortan dividendos, los tipos de interés bajan y, mientras no se confirme la recuperación sostenida de la economía y, con ella, la de los resultados empresariales, la revalorización de los activos financieros será limitada.

Quien estuviera planeando financiar su futuro con ahorro va a tener que empezar a guardar más dinero, porque parte de su riqueza se ha desvanecido. La cuestión estriba en si podrá hacerlo.

En España, la crisis del coronavirus ha llevado al paro a más de millón y medio de trabajadores mediante expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Estas personas han pasado de tener un salario a depender de una prestación por desempleo, que siempre será más baja que lo cobrado por su trabajo. Así, van a perder capacidad de ahorro, si es que la tenían. O quizás tengan que consumir el ahorro pasado para superar esta coyuntura tan extrema, o se vean obligados a endeudarse, como puede suceder a los autónomos.

Si las familias son capaces de mantener su nivel de ingresos, podrán ahorrar; en caso contrario, les resultará difícil hacerlo, por mucho que desconfíen de lo que les traiga el futuro. De hecho, según un informe de la OCU, antes de la pandemia ya el 28% de los hogares españoles afrontaba problemas recurrentes para llegar a fin de mes, y un 33% los sufría de manera ocasional.

En resumen, lo prudente en estos momentos sería tratar de ahorrar, sobre todo porque una buena parte de los gastos cotidianos han desaparecido. Por ahora no hay desayuno a media mañana, ni cañas al acabar la jornada, ni cenas de fin de semana, ni cine, ni compras.

Pero la capacidad de ahorro va a depender de cómo evolucionen los ingresos porque, quien se haya ido al paro, va tener más difícil ahorrar. En cualquier caso, todo dependerá de la duración de esta crisis pues, cuanto más se prolongue en el tiempo, más duras van a ser sus consecuencias socioeconómicas y menos van a poder ahorrar las familias.