Los demócratas afrontan las primarias de Nuevo Hampshire confiando en superar el fiasco de Iowa
guerra en ucrania
Finlandia se venga de Rusia

Los demócratas afrontan las primarias de Nuevo Hampshire confiando en superar el fiasco de Iowa

Esta vez no son 'caucus', sino voto tradicional, así que se espera conocer pronto los resultados. Sanders parte en cabeza

Los candidatos demócratas, de campaña en Nuevo Hampshire.AP

Toca pasar página, olvidar el quilombo de Iowa y demostrar que son gente seria que puede acabar con la presidencia de Donald Trump y tomar las riendas del país. No es pequeño el reto que se le plantea al Partido Demócrata de EEUU este martes, cuando inicia sus elecciones primarias en el estado de Nuevo Hampshire, pero es “obligado” abordarlo “con esfuerzo”, en palabras de Bernie Sanders, uno de los favoritos a hacerse con la candidatura de la formación a la Casa Blanca.

La semana pasada comenzó la carrera de fondo por la que el partido contrario a los republicanos de Trump han de encontrar al cabeza de su boleta a las elecciones del próximo 3 de noviembre, que comenzó con una veintena de candidatos y en la que hoy quedan apenas cinco con posibilidades reales de pelear.

El proceso arrancó en el estado de Iowa con los famosos caucus, una especie de asambleas, pero el recuento se encasquilló por un fallo en la aplicación que debía sumar los votos. Resultado: los resultados definitivos no se han sabido hasta casi una semana, con una victoria del exalcalde Pete Buttigieg, que ganó 14 de los 41 delegados estaban en juego. El segundo puesto fue para el senador Sanders, con 12 delegados, pero ligeramente por encima en votos.

Tras días de escasa transparencia, de pocas explicaciones sobre el fallo concreto y de incredulidad por parte de los aspirantes, toca ir a Nuevo Hampshire y pelear de nuevo por unos delegados que, ahora sí, se elegirán voto a voto, en urnas, con primarias tradicionales cuyo resultado se espera en un tiempo acorde con un país avanzado como Estados Unidos y un partido con aspiraciones de gobierno.

Hay que sacudirse la mala imagen y pelear por estos 24 delegados, que parecen ser casi nada cuando el candidato que quiera ser proclamado como el elegido necesitarás hasta 1.990 en la Convención Nacional Demócrata del próximo julio, en Wisconsin. Y, sin embargo, son esenciales. Pocos, pero decisivos, por ser los primeros, por marcar tendencia y señalar ya a un favorito (front runner, que lo llaman), porque pueden sacar del tablero a varios candidatos menores en liza, porque apuntalan a los que siguen en la batalla y son un imán para nuevas donaciones.

Lo que dicen los sondeos

Las encuestas, por el momento, dan ganador a Sanders, el más izquierdista de los aspirantes, junto a Elizabeth Warren. Un estudio de la CNN y la Universidad de Nuevo Hampshire avanza que el 28% de los demócratas votará por él, siete puntos más respecto al 21% que dice que apostará por Buttigieg: el tercero sería Joe Biden, exvicepresidente con Barack Obama y que en Iowa se pegó un batacazo importante al quedar cuarto cuando pensaba ser primero (12% de los votos), y la cuarta, Warren (fue tercera en los caucus de la semana anterior), con el 9%.

En este estado de apenas 1,3 millones de habitantes, “el alcalde Pete” está llamado a demostrar que su sorpresa en Iowa fue algo serio, porque una sola golondrina no hace verano y sabe que aún tiene a pesos pesados del partido por encima en las encuestas que miran no a las primarias, sino a Washington.

Sanders, que se muestra empoderado y se dice coganador de Iowa por el número de votos, acude a la cita relativamente tranquilo, porque en 2016 cosechó allá unos resultados espectaculares, el 60% de los votos frente a Hillary Clinton. Pero en cuatro años cambian muchas cosas y, aunque sume también la simpatía de ser senador por el vecino estado de Vermont, tiene que ganarse el apoyo.

Warren araña el tercer puesto, por no quedar descolgada, aunque le sigue costando desmarcarse del discurso de Sanders, como el suyo, el más a la izquierda, mientras Biden esta vez va de humilde, por si se la pega de nuevo. Dice que espera malos resultados, pero remontar en estados como Nevada o Carolina del Sur. “Recibí un golpe en Iowa y probablemente recibiré otro aquí”, afirma.

Como esta vez no debe haber demora ni escándalo de recuento, toca centrarse mucho en los contenidos, en el mensaje. De ahí que la cita venga azuzada por el debate de hace dos días, en el que los candidatos empezaron ya a soltarse la melena, sabedores de que el tiempo de tanteo ha terminado y toca dar golpes definitivos.

En el toma y daca, televisado, ya se vieron una serie de ataques cruzados y de reproches que demuestran que, esto sí, es campaña pura. Sanders y Buttigieg se peleaban por declararse ganadores legítimos en Iowa, Buttigieg y Biden por el centro demócrata, Warren y Sanders por el flanco izquierdo, todos contra ellos dos por su defensa del “socialismo democrático”, todos contra Buttigieg por su “inexperiencia” y “exceso de juventud”... Todo valía por establecer distancias, aclarar perfiles y marcar prioridades en la agenda.

Los republicanos también acuden a las urnas en este estado, pero hay poco que pelear. Trump es el líder aclamado y la única duda es cuánta de su gente irá a votar, sabiendo que es cosa hecha. El partido conservador, no obstante, trata de movilizar a su gente, porque en los comicios de 2016 se quedó al borde de dar la campanada: durante cuatro legislaturas seguidas, los ciudadanos de Nuevo Hampshire votaron demócrata pero en las últimas Clinton apenas ganó el estado por 2.500 votos justos.

La esperanza de darle la vuelta al marcador hace que los republicanos se estén volcando este año en la zona, en la que es la última campaña que unos y otros pueden hacer con tiempo, en la calle, hablando con los vecinos. Luego se acumularán los estados y será imposible tocar a los votantes.

Una vieja tradición

Nuevo Hampshire lleva siendo el primer estado en celebrar primarias desde 1920, cuando se instauró el actual reparto. Como recuerda la Agencia EFE, en este estado “se han puesto y quitado presidentes”. Lyndon B. Johnson, recuerda, renunció a la reelección en 1968 tras cosechar malos resultados, pero Dwight D. Eisenhower “salió en 1952 impulsado hacia la Casa Blanca sin ni siquiera pisar el estado”.

Y todo empieza en el pueblo minúsculo de Hart’s Location, en las Montañas Blancas, que es es “el primero de la nación en votar”. Sus menos de 50 habitantes empiezan a votar a la medianoche y pocos minutos después se cierran las urnas y se dan a conocer los resultados, antes de que en el resto del estado haya abierto siquiera los colegios. Si no hay app defectuosa, claro...

Una tradición que empezó en 1948, indica la agencia, para facilitar el voto a los trabajadores del ferrocarril, y aunque se perdió durante algunos años ahora es toda una institución electoral.