La quinta ola, frente al espejo de los datos: no amaina pero Sanidad la ve "más lenta"

La quinta ola, frente al espejo de los datos: no amaina pero Sanidad la ve "más lenta"

Las UCI se van llenando y suben las muertes, pero el ritmo es muy inferior a febrero, cuando España tenía la misma incidencia que hoy.

La ola no amaina, aunque Sanidad comienza a verla algo más lenta. Solo algo, porque España sigue inmersa en la quinta onda —así la nombran desde el departamento— en “una situación muy delicada”. La incidencia se mueve disparada a 700 y los casos diarios llegan a máximos históricos de todo 2021: este lunes, 61.682, casi idénticos al pico de la semana anterior. No obstante, hay motivos para no caer en el pánico si todo esto se pone frente al espejo de los datos. Principalmente, uno: la vacunación.

Lo ha defendido este lunes la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, como la pasada semana lo defendió su jefa, la ministra Carolina Darias. No se habla aún de caída, sino de “desaceleración”, el paso previo. Especialmente, a nivel territorial, como regiones como Cataluña, Aragón o Castilla y León que comienzan a frenar sus curvas, como ha destacado la ‘número dos’.

En estos ‘respiros’ tiene una influencia fundamental la vacuna, con la población de más de 70 años prácticamente blindada en su conjunto. Sin embargo, la misma estrategia ha dejado una importante brecha entre los grupos más jóvenes. Se ve en los hospitales. El paciente medio en pleno verano tiene 45-50 años y perfil tipo de ingresado en UCI apenas ha cumplido la cincuentena. Son varias décadas menos de lo sufrido a mediados y finales del pasado año.

La apuesta del Gobierno por ‘blindar’ a los colectivos de riesgo, dilatando los plazos de los más jóvenes, permite a España estar “mejor preparados que otros países para el repunte de casos”, ha defendido al respecto este lunes Alfredo González, secretario general de Salud Digital.

Apoyándose en los datos, si hoy la saturación preocupa por su tendencia al alza (un 16% nacional en UCI y casi un 8% en planta), hace medio año esas mismas UCI se movían por encima del 40% y con buena parte de las comunidades superando el 50%. De 4.795 pacientes críticos entonces, a 1.490 de finales de julio.

También hay un eco evidente en la mortalidad. Pese a que se cuentan por decenas de miles los nuevos positivos por jornada, la letalidad del virus ha caído. En apenas tres meses, desde que se ofrece el dato, ha pasado de un 2,2% a un 1,9%. Y cuando aún no se conocía ese porcentaje y España se movía en la barrera de los 700 casos de incidencia, en la primera semana de febrero, había cerca de 2.000 fallecidos por semana. Hoy la barrera está puesta en el centenar.

Por eso, la secretaria de Estado ha pedido “no medir con las varas de la primera ola la actual, porque ahora tiene un comportamiento diferente”. Y, de paso, ha dejado una advertencia: la situación de incidencias al alza, UCI algo más pobladas y casos al ritmo actual no va a cambiar de momento. Al menos, “mientras la cobertura vacunal no llegue a todos los grupos de edad”.

Con un 54,7% de toda la población nacional con la pauta completa solo la tiene un 15% de los veinteañeros, cuya incidencia supera los 1.800. Aún peor es la tasa de los adolescentes (apenas un 1,8%). Ante esta urgencia, muchos gobiernos regionales han acelerado el paso para ocuparse cuanto antes de ambos colectivos, con la meta del 70% de población inmunizada a final de agosto como objetivo nacional.

La ola de las comunidades

Pero la quinta ola no es solo la de los jóvenes, como se ha tildado en ocasiones de modo crítico con este sector por su mayor actividad social. También es la de las comunidades autónomas al mando absoluto. Sanidad delegó en ellas el modo de afrontar la pandemia desde el final del estado de alarma el 9 de mayo. “Disponen de herramientas suficientes”, se defendió entonces desde el ministerio, y conforme a esas herramientas cada región trata de blindarse.

Es más que una batalla contra el virus; también hay conflictos con los tribunales. Varias administracione se han topado con el ‘no’ de sus Tribunales Superiores de Justicia a nuevas medidas restrictivas. Poco a poco, se impone la protección y los jueces han accedido a reimponer cierres perimetrales, toques de queda u horarios limitados para el ocio, recuperando en cierta medida, el mapa previo al 9-M.