Rafael Santandreu: "Las personas con TOC las pasan putas. Las que tienen ataques de pánico, más putas aún"

Rafael Santandreu: "Las personas con TOC las pasan putas. Las que tienen ataques de pánico, más putas aún"

El psicólogo catalán acaba de publicar 'Sin miedo', un manual para superar los trastornos mentales más comunes: ansiedad y trastornos obsesivo compulsivos.

El psicólogo Rafael Santandreu.Xavier Torres-Bacchetta

Rafael Santandreu tiene un famoso y polémico lema: “La vida es un chollo”. Una afirmación que a la mayoría nos suena a delirio. Él es consciente de ello e insiste en que llegar a verla así exige un trabajo mental, un esfuerzo por deshacerse de todos aquellos procesos emocionales que nos atrapan y no nos dejan vivir.

Él está empeñado en enseñarnos a mandarlos fuera de nuestras vidas, más ahora que nuestra salud mental se ha visto seriamente afectada por todo lo que ha ocurrido en estos últimos meses.

“Los psicólogos de occidente estamos desbordados. No hay manos o cerebros para ver a tanta gente. Yo llevo 25 años de profesión y nunca había visto esta avalancha de casos”, explica el prestigioso psicólogo. “Hemos vivido un fenómeno de estrés postraumático. Hay quien lo ha llevado mejor, hay quien lo ha llevado peor, pero la gente se asustó. Y tiempo después es cuando aparece el miedo al miedo: es el temor al miedo con el que lo viví”, argumenta Santandreu intentando dar una explicación a la situación emocional que vivimos.  Afirma que hasta un 40% de la población están desarrollando ese estrés postraumático. ¿Y el otro 60% por qué no? “Porque saben, de manera intuitiva, no tener miedo al miedo. También los hay que lo han aprendido”.

Precisamente Sin miedo es el título de su último libro —ha escrito más de diez—, un práctico manual concebido para ayudar a superar definitivamente los problemas de las personas que sufren ansiedad, ataques de pánico y trastornos obsesivos compulsivos (TOC), las enfermedades mentales de las que más estamos oyendo hablar en los últimos tiempos.

“Sin miedo, lo malo se nos va volviendo bueno”, decía la canción de Rosana. ¿Es el resumen perfecto del objetivo de este libro?

Pues sí, es genial. El ser humano puede sacarse los miedos, tanto pequeños como grandes, los puede eliminar, y en ese momento tiene las puertas abiertas hacia su plenitud. Primero hay que conocerlos y luego trabajarlos.

El miedo es inherente al ser humano y es una emoción útil. ¿Por qué eliminarlo?

Lo puedes minimizar al máximo posible y vas a vivir increíble. Si lo minimizas mucho tienes todos sus beneficios, pero lo sientes muy pocas veces a lo largo de tu vida, es muy pequeño, se va enseguida sin dejar huella y es poco desagradable. Incluso puede ser semiagradable, como cuando la gente va a ver una película de miedo o a tirarse en paracaídas: se lo pasa bien.

Cuando gestionas mal el miedo, lo sientes casi cada día por innumerables cosas, es superintenso hasta el punto de que piensas que te vas al volver loco. Te traumatiza porque aunque desaparezca la fuente del temor sigues experimentando miedo.

Hay varias formas de sentir miedo: miedo a algo externo, a algo interno y el miedo al miedo. Este es el peor porque es autorreverberante, el hecho de tenerlo lo aumenta y entras en una espiral. No te puedes apartar de él, asciende casi infinitamente hasta el punto que piensas que vas a colapsar. Y este es el que trata el libro. Si aprendes a gestionar y acabar con ese miedo, los miedos simples están chupados

En España, 3.000.000 de personas sufren ataques de pánico o trastornos obsesivo compulsivos (TOC). ¿Cuál de estos trastornos es más incapacitante?

Por muy poco son más incapacitantes los ataques de pánico, pero no por mucho. Cuando sufres un TOC, repites conductas que alivian ese miedo, pero lo sigues teniendo. Lo puedes hacer subir y bajar, en un baile continuo, pero es bastante desagradable. Los pacientes saben que no lo controlan y no acaban de eliminar ese temor. Lo que pasa es que no suele llegar a ser extremo, como en el caso de los ataques de pánico, que piensas que te vas a morir.

Hay gente con TOC que lleva una vida normal más o menos, pero su felicidad está muy mermada. Las pasan putas. Lo que pasa que en el caso de los ataques de pánico las pasas más putas aún.

¿Por qué has elegido estos dos trastornos?

Estos dos y la hipocondría, que es un TOC también, causan un sufrimiento muy grande, increíble, y hay una cura muy clara, y mucha gente no lo sabe. Cura total y definitiva, y al margen de los fármacos.

¿No ayudan los medicamentos en el proceso de curación?

Los antidepresivos pueden ayudar en algunos casos. Pero sobre todo, para mí es muy importante decir que los ansiolíticos no ayudan. En los trastornos relacionados con el miedo y la ansiedad, los tranquilizantes son como la gasolina. Es una cuestión de lógica mental: al principio el tranquilizante te tranquiliza, pero paradójicamente a tu mente le estás lanzando el mensaje de que efectivamente hay algo que temer. Por eso es muy común que la gente tome muchos ansiolíticos al día y esté más ansiosa que nunca.

En el libro, dices textualmente: “No te preocupes, te vas a poner bien muy rápido y sin medicación”.

No, rápido no. Mi método tiene cuatro pasos y el último es dejar pasar el tiempo. No has de tener prisa a la hora de curarte porque es contraproducente. En muchos casos pueden tardar un año, dos años, aunque alguien puede conseguirlo en unos meses, pero el trabajo diario tiene que ser muy potente. No tener prisa es un componente muy importante en el proceso de curación.

Tu propuesta pasa por romper el proceso mental aprendido al que tú llamas “el círculo vicioso del temor”.

El círculo vicioso del temor es una trampa mental, porque lo que tú haces para salir te mete todavía más en las arenas movedizas. ¿Qué haces? Evitar y eso te introduce más en esa trampa y acabas enterrado en ella. Así sólo alimentas el problema.

A lo largo del libro desarrollas minuciosamente los cuatro pasos de esa terapia cognitivo-conductual para superar esos trastornos: afrontar, aceptar, flotar y dejar pasar el tiempo. 

Afrontar es ir a buscar la fuente de ese temor de manera sistemática y diaria. No vale solo con no evitarla, hay que buscarla. 

Aceptar es el paso más importante y significa que tienes que hacerte amigo del miedo, tienes que dejar de tenerle miedo al miedo y para eso tienes que aceptar que va a estar contigo durante mucho tiempo. Tienes que llegarlo a conocer y a intimar con él. Tienes que decidir que quieres pasar mucho tiempo en contacto con estos síntomas hasta que ya hayas intimado tanto que dejes de tenerles miedo. Se trata de abrir tu mente a la experiencia del miedo, de las desagradables sensaciones del miedo, durante el tiempo que sea necesario.

Flotar se refiere a que tienes que aprender a relajarte en medio de la tormenta. No tensarte, no apretar los dientes, aflojar el cuerpo. Puedes escuchar una música agradable, centrarte en los colores… Por lo general afrontamos mal el miedo: apretamos los dientes e intentamos pasar rápido. Esto funciona con los miedos normales, con los miedos agudos tienes que aflojar porque tienes que permanecer. Sólo puede funcionar el afrontamiento lento, el rápido no sirve.

Y por último, insisto, dejar pasar el tiempo, no marcarse un calendario. No hay que tener prisa porque es un proceso largo.

Pero todo eso es dificilísimo. Además, lo intuitivo es alejarte de él, huir del miedo...

Hay una cosa muy importante, hay que desarrollar una herramienta mental fundamental para lograrlo: la fe. Pero no desde el punto de vista religioso, sino psicológico. Llevar a cabo un esfuerzo ímprobo sin saber si va a tener resultado. Esta fe tiene que sustentarse en que cientos de miles de personas lo han hecho antes y son pruebas de que esto funciona. Y la segunda pata de la fe es que no tienes otra salida. Continuar como estás no es una opción. Esta es la única solución.

El tratamiento del miedo agudo es duro y lo más difícil que alguien puede hacer en su vida.

¿Qué porcentaje de tus pacientes han llegado a solucionarlo?

Alrededor del 85%. Hay un 20% que al final prefiere, equivocadamente, no pasar por este proceso doloroso de curación. Por suerte, sólo es un 20%.