Renacer de las cenizas

Renacer de las cenizas

Se estiman en casi cuatro millones las hectáreas quemadas en la región de Chiquitanía y en más de cinco millones las afectadas en toda Bolivia.

Imagen de archivo de un incendio en la Chiquitanía boliviana.picture alliance via Getty Images

A finales de agosto fuimos convocados por el Gobierno de Bolivia junto a otros organismos financieros internacionales para coordinar esfuerzos en apoyo a la urgente necesidad de controlar y extinguir los incendios forestales en la zona de la Chiquitanía, en el oriente boliviano.

La gravedad de la situación ameritaba una respuesta de emergencia decidida y generosa de parte de la comunidad internacional en coordinación con los gobiernos nacionales. Y a eso nos abocamos.

Este esfuerzo conjunto resultó en más de 2 millones de dólares en ayuda internacional, de los cuales FONPLATA aportó 100.000 dólares, además de equipos para el combate de incendios en el terreno, que fueron entregados a CEPAD, una de las organizaciones que trabajan en la Chiquitanía, quienes se los hicieron llegar a los bomberos voluntarios desplegados en la zona. 

El respaldo internacional, sumado a los esfuerzos del Gobierno de Bolivia, de las autoridades de Santa Cruz y el trabajo de miles de voluntarios han logrado significativamente reducir los focos de incendio y continúan ayudando a las zonas afectadas. 

Sin embargo, quedan las consecuencias. Se estiman en casi cuatro millones las hectáreas quemadas en la región de Chiquitanía y en más de cinco millones las afectadas en toda Bolivia. Ecosistemas completos que tardarán años en recuperarse, pérdidas para la fauna y la flora del lugar, destrucción de los medios de subsistencia para los pobladores de la zona que viven de la agricultura o el turismo. 

A más largo plazo, la tragedia también tendrá consecuencias en los niveles de lluvia, la duración de las sequías, la fertilidad del suelo y la disponibilidad de fuentes de agua, indispensables para todos los aspectos de la vida. 

Mientras esto ocurría en Bolivia, extensas áreas de la selva amazónica estaban siendo afectadas por el fuego en Brasil en lo que fue el peor año en cuanto incendios forestales desde 2010, cuando hubo más de 125 mil incendios.

El hecho de que el impacto de los incendios se sentirá en más de un aspecto, y mucho más allá de los países afectados, hace evidente que estamos ante el enorme desafío de buscar maneras más eficientes de evitarlos y de lidiar con sus consecuencias.

Se estiman en casi cuatro millones las hectáreas quemadas en la región de Chiquitanía y en más de cinco millones las afectadas en toda Bolivia.

Más allá de nuestra contribución inmediata durante la emergencia, no puedo evitar preguntarme qué más podemos hacer desde las instituciones financieras de desarrollo para dar una respuesta más rápida a los incendios forestales y para fortalecer la capacidad de respuesta de los países una vez que ocurren.

La misión de FONPLATA es llevar el desarrollo a las poblaciones más vulnerables, las más aisladas, las más alejadas. Son estas, precisamente, las poblaciones que más sufren las consecuencias de este tipo de desastres.

Una de las respuestas obvias desde nuestra área de especialidad en FONPLATA es invertir en infraestructura para la prevención y el combate de incendios, como estaciones de bomberos, sistemas de alarma y estaciones de bombeo de agua en zonas vulnerables.

Igualmente podemos apoyar a los países en mejorar la capacitación de su personal a cargo de la prevención y el combate de incendios en todos los niveles, además de respaldar campañas de información pública para concientizar a la población.

Tenemos que mirar también junto a los gobiernos de la zona, cuáles son las necesidades de las comunidades más afectadas por los recientes incendios y qué tipo de medidas se pueden tomar para ayudarlas a recuperar lo más rápido posible sus actividades regulares.

Es necesario, del mismo modo, seguir profundizando en la necesidad de que los nuevos proyectos de desarrollo contemplen desde su diseño la necesidad de adaptación a los efectos del cambio climático, que agrava las consecuencias y aumenta el riesgo de incendios forestales.

Se me ocurre, finalmente, que podemos aprovechar el espíritu de cooperación y acción conjunta para proponer un mecanismo de cooperación regional para la prevención y el combate de los incendios forestales, que incluya a los países, los organismos internacionales y los gobiernos regionales de las zonas más afectadas.

Superada la emergencia, llega el momento de reconstruir. FONPLATA y las otras organizaciones de desarrollo que operamos en la región tenemos la capacidad financiera, el conocimiento y, sobre todo, la disposición de trabajar junto a los países y su gente para que sea posible renacer de las cenizas.

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