Los sondeos dan una victoria clara a la ultraderecha italiana, con Meloni a la cabeza

Los sondeos dan una victoria clara a la ultraderecha italiana, con Meloni a la cabeza

La suma de derecha y derecha radical puede lograr entre un 41 y un 45% de los votos, frente al 25,5 a 29,5% del centro izquierda. El descontento popular se ha ido a por el extremo.

Las encuestas lo predijeron y han acertado: el partido de ultraderecha Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia, FDI), heredero del posfascismo italiano, ha ganado las elecciones de este domingo, 25 de septiembre, con una horquilla de entre el 22 y 26% de los votos, según informan las primeras proyecciones sobre los votos escrutados de unos comicios que han registrado la peor cifra de participación de su historia.

La líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni (Roma, 1977), se convertirá previsiblemente en primera ministra con el apoyo de los partidos de derecha y ultraderecha que pactaron con ella un acuerdo de gobernabilidad, la Liga Norte (de Matteo Salvini) y Forza Italia (de Silvio Berlusconi). Ese bloque lograría entre un 41% y un 45% de los sufragios, mientras que el centro izquierda, completamente dividido, es incapaz de sumar una alianza que les haga sombra, sin pasar en el mejor escenario del 29,5%.

Partido a partido, las proyecciones revelan aspectos decisivos para el futuro político italiano. Más allá de la clara victoria de la formación de Giorgia Meloni, con más del 25% de los votos, la coalición progresista encabezada por el Partido Demócrata (PD) se ha quedado con entre el 17% y 21%.

Será significativo ver si se mantiene por debajo o por encima del resultado de 2018, cuando se llevó el 18,7 %, lo que provocó la dimisión de su directiva y de estos resultados también podrá depender la permanencia de Enrico Letta como secretario general.

El Movimiento 5 Estrellas (M5S) se convierte en el tercer partido del país con entre 13,5 y 17, 5%. Sus apoyos, pese a ser una formación de izquierdas, no irían en ningún caso a sumar con el PD, con el que está enemistado hasta la médula por haber dejado caer al Gobierno de Draghi, del que los demócratas se venden como herederos. El “tercer polo”, que agrupa a los centristas Carlo Calenda y Matteo Renzi, consigue entre el 6,5 % y el 8,5% de los votos, un buen dato para lo esperado, pero con el que tampoco lograrían aupar a Letta al cargo.

Precisamente, Giuseppe Conte, ha culpado al Partido Democrático de la falta de unidad entre los partidos de centro-izquierda. “El Partido Democrático ha comprometido una acción política que podría ser competitiva contra este centro-derecha que se ha presentado unido”, ha criticado.

Conte, que se postula como líder de la oposición, ha afirmado que su partido hará una agenda progresista y democrática desde la oposición. “Veremos si el Partido Democrático nos sigue, si quiere sumarse a nuestras batallas opositoras”, ha cuestionado

La Liga se quedaría en el 8,5%, muy por debajo de las expectativas de Matteo Salvini y sería el peor resultado en su carrera como su líder, pues en las elecciones generales de 2013 la Liga había obtenido un 4%, en las europeas de 2014 un 6,1%, pero eran todavía los tiempos de la Liga Norte, en la que sus esfuerzos electorales se concentraban casi únicamente en las regiones del norte.

Forza Italia, a la que varios sondeos habían dado en las últimas semanas por debajo del Tercer Polo -los centristas de Acción e Italia Viva- se mantiene en torno al 8 % y es determinante para dar la mayoría a la derecha, como explico el coordinador nacional, Antonio Tajani.

El sondeo de los analistas de YouTrend para el canal privado SkyTG24 confirma estos pronósticos, con un triunfo del centroderecha en el Senado con el 42,6 %, que se repartiría entre FdI un 23,7 %, la Liga 9,8 % y FI, 7,9 %. El centroizquierda sumaría un 27,8 %, con el PD en el 20,1 %, mientras que el M5S lograría el 16,1 %, mientras que Calenda y Renzi sumarían un 7,4 %.

“Con estos números podemos gobernar”, dijo a EFE el diputado Fabio Rampelli en el hotel Parco dei Principi, donde se ha reunido la dirección de FdI y de la coalición en Roma, nada más conocer las primeras encuestas, aunque no es fácil todavía saber cómo quedarán finalmente los resultados, que no serán definitivos hasta bien entrada la madrugada.

Todos los grandes partidos que concurrían a las elecciones ya habían tenido experiencia de gestión, pero Meloni no, se quedó fuera hasta del último Gobierno de concentración del mandatario en funciones, Mario Draghi, y ha podido venderse como un rostro nuevo, aunque ya había sido la ministra más joven de Berlusconi. Al menos, ha hecho gala de manos limpias de esa gestión criticable de los tres gabinetes que ha tenido Italia en la última legislatura, un guirigay. Hace cinco años, FDI apenas logró el 4% de los sufragios, y la enorme diferencia, hasta quedarse con un cuarto de los apoyos este domingo, nace de ese río revuelto.

A la desesperada, la mayoría de los ciudadanos que han acudido a votar -había 50 millones convocados, pero al final sólo han depositado su voto un 64,13% de ellos, ocho puntos menos que en 2018, lo que podría ser el dato de participación más bajo de la historia- han optado por Fratelli por ver si así tienen respuestas a sus problemas. La izquierda parece haberse quedado en casa y la enorme división interna entre las distintas siglas, pagando años de pactos mal paridos o de infidelidades y abandonos, le ha pasado factura. Nadie veía a Letta con cara de un señor con soluciones en el maletín.

La ultraderecha ya había entrado en Gobiernos pasados, pero siempre como socio de otros, y con los datos de hoy sería la primera vez que se convierte en primera fuerza y tiene en su mano el cargo de jefe de Gobierno. El hiperconservadurismo no había tocado mando desde el dictador fascista Benito Mussolini, ese “buen político” que “todo lo que hizo lo hizo por Italia”, en palabras de Meloni. Parece que las penurias diarias se han impuesto al voto ideológico, relativizando el hecho de que se apoyado a una ultra. Coincide con el ascenso al poder de la primera mujer en la historia del país. Histórico por duplicado.

Meloni obviamente no puede gobernar sola, necesita las muletas de Salvini, aún más radical que ella, y de Berlusconi, el más centrado, quien puede equilibrar unas políticas que a priori asustan, de tan escoradas. Aún así, aunque el bloque sume, ha sido significativa la caída de la Liga de Salvini, que estaría entre el 8,5% y el 12,5% de los sufragios, cuando había encuestas que le daban un 14%. Pierde además su posición de tercera fuerza, en favor de 5 Estrellas.

Los tres partidos de derechas son pragmáticos y tratarán de llevarse bien para gobernar pero, siendo todos conservadores, entre ellos hay importantes diferencias y está por ver si son capaces de armar un todo estable, que dure los cinco años de legislatura. Europa, mientras, los mira preocupados por su extremismo. Meloni ha descartado el término “fascista” y en las últimas semanas ha rebajado su tono radical para convencer incluso a Bruselas de sus bondades, como su apoyo a Ucrania ante la invasión de Rusia. Italia es ña tercera economía de Europa pero pasa malos tiempos, como todos, por la inflación y la crisis, y no puede permitirse perder ayudas si muestra, con la ultraderechista como primera ministra, su rostro verdadero. Ahí está Hungría como botón.