Revivir el estoicismo en tiempos de crisis

Revivir el estoicismo en tiempos de crisis

Lo que no depende de nosotros solo genera ansiedad inútil que perturba nuestro estado natural y no nos trae nada positivo.

Escultura de Sócrates. thegreekphotoholic via Getty Images

Cuando era yo una niña, en el colegio veía siempre a mis compañeras preocupadas por las notas del examen, o mejor dicho, preocupadas por el castigo que sus padres les pondrían en caso de suspender. En cambio, a mí, nunca me preocupó mucho, y no porque fuera yo una niña genio incapaz de sacar una mala nota sino por que mi padre, desde su muy estoica manera de ver y vivir la vida, me había librado de esa preocupación. A ver; me decía, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Que no apruebes? ¿Que tengas que repetir el año? Todo eso tiene solución. Todo tiene solución menos la muerte. 

“Si voy a morir, moriré cuando llegue el momento. Como me parece que aún no es la hora, comeré porque tengo hambre”. Estas palabras se atribuyen a Epicteto, uno de los padres de esta corriente filosófica que surge en el año 300 AC en la antigua Grecia. 

Los estoicos son los maestros del ocuparse en lugar de preocuparse. Zenon de Citio fue el fundador de esta escuela y, antes de eso, fue un rico mercader que perdió todas sus posesiones y mercancías en un naufragio. Este evento hizo que terminara en Atenas donde descubrió, primero, la escuela filosófica de Sócrates y después la cínica de Crates para finalmente fundar su propia corriente filosófica. Zenon solía decir que “tuvo que naufragar para encontrar su camino”. 

Y es posible que así nos sintamos todos en este mundo que de un momento a otro pasó de estar lleno de certezas, de nuestro todo tan planeado, todo tan accesible, hacia algo completamente nuevo y desconocido. Como si todos juntos hubiésemos naufragado en algún sitio que aún no sabemos muy bien cuál es. Una costa que es a la vez la misma pero muy distinta. 

Lo que no depende de nosotros solo genera ansiedad inútil que perturba nuestro estado natural y no nos trae nada positivo.

La realidad es que lo único certero en esta vida es el cambio, como lo dijo Marco Aurelio otra de las figuras más importantes del estoicismo. Y si estamos dispuestos a aceptar el cambio, estaremos más preparados para enfrentar la vida.

El estoicismo es la filosofía occidental más cercana a las filosofías orientales como el budismo o el taoísmo y tiene, al igual que muchas otras corrientes, puntos básicos que son iguales o similares. Massimo Pigliucci, maestro en filosofía que ha publicado varios libros sobre el estoicismo y como aplicarlo en nuestra vida moderna, dice que mientras el budismo es una corriente que nos ayuda en el día a día a mantener nuestra mente tranquila y prevenir las perturbaciones, el estoicismo es especialmente útil en los tiempos de crisis una vez que hemos sido perturbados.

Ejemplo de esto es la vida de James Stockdale, un piloto estadounidense que pasó 7 años prisionero durante la guerra de Vietnam. Cuando fue liberado escribió un libro sobre cómo fue que el estoicismo, especialmente las enseñanzas de Epicteto fueron lo que lo mantuvo vivo y cuerdo durante su encierro. El ya fallecido veterano de guerra fue torturado repetidas veces y solía decir que la muerte no es lo peor que existe en el mundo.

El estoicismo, al igual que todas las diferentes escuelas filosóficas que se paseaban por las calles, plazas y porches de Atenas en la época en la que Zenon llegó, tenían un mismo fin, el vivir nuestra vida de la mejor forma posible. Para los estoicos, la finalidad de la vida es encontrar la imperturbabilidad, o la tranquilidad. Para esto, debemos enfocarnos en las cosas que dependen de nosotros, las que podemos cambiar (y cambiarlas) ya que lo que no depende de nosotros solo genera ansiedad inútil que perturba nuestro estado natural y no nos trae nada positivo.

No podemos controlar nuestros sentimientos pero nuestros pensamientos sí.

¿Sobre qué cosas tenemos control? Un estoico te diría que para poder tener control de nuestras metas, primero tenemos que elegir metas internas en lugar de externas. Por ejemplo, si vas a jugar un partido de tenis y tu meta es ganar, eso no dependerá solo de ti, ya que hay muchos otros factores que influirán en el resultado como la suerte o la preparación de tu contrincante. En cambio, si tu meta es prepararte a ti mismo lo mejor posible y dar tu 100% durante el juego, será mucho más fácil que lo logres ya que solo dependerá de ti y no del azar o de circunstancias externas.

Los estoicos dividen las emociones en negativas y positivas y tratan de cultivar las positivas lo más posible y erradicar las negativas. Esto no quiere decir que no sientan dolor o enojo, simplemente que detectan esas emociones y tratan de evitar que tomen las riendas de nuestro día.

Se trata de ir con la naturaleza y no pelearnos con ella. Por medio de la observación, el estoico decide que lo que nos diferencia a nosotros del resto del mundo vivo, es el hecho de que somos seres sociales y somos capaces de razonar. Por esto es que nuestra finalidad como seres humanos debe ser la de utilizar la razón para mejorar la sociedad.

No podemos controlar nuestros sentimientos pero nuestros pensamientos sí. Es por eso que es tan importante poner atención a nuestra mente y hacer un esfuerzo para acallarla y controlarla como se hace hoy en día con corrientes que se han vuelto más populares como el mindfulness.

Si nuestros pensamientos se desbocan es muy probable que nuestros sentimientos les sigan y finalmente nuestras acciones también. Se puede decir que el estoicismo nos plantea una técnica de autoanálisis para poder llegar al autocontrol.

A continuación listaré algunas ejercicios o recomendaciones estoicas que podemos utilizar con el fin de mejorar nuestras vidas.

  1. Utilizar este tiempo de cuarentena para agradecer todo lo que siempre hemos tenido. Los estoicos solían hacer ejercicios de privación con el fin de exacerbar la gratitud. Algunos de estos ejercicios serían por ejemplo el andar descalzo para después apreciar más el uso de los zapatos, ducharse con agua fría para agradecer el tener acceso a agua caliente o el ayuno durante un día. 
  2. Recordar nuestra mortalidad y la de nuestros seres queridos con el fin de estar mejor preparados al momento que la muerte llegue. Marco Aurelio, quien era el emperador de Roma, solía repetirse a si mismo y en sus escritos: “Recuerda, Alejandro Magno era mucho más famoso que tú y aún así murió.” 
  3. Séneca recomendaba que antes de irse a la cama uno debe sentarse en un sitio tranquilo y preguntarse 3 cosas (de preferencia por escrito): ¿qué hice mal hoy?  ¿qué hice bien? Y ¿qué podría haber hecho de otra forma? Esto, no con el fin de sentirse uno mal por los errores del día si no, para ser capaces de observar nuestro comportamiento y mejorarlo. Si llevamos un diario con estas preguntas lo más seguro es que pronto nos demos cuenta de que en nuestros errores no hay tanta variación como pensábamos, que tenemos ciertas tendencias y una vez detectadas, nos será entonces más fácil a la larga evitar el error antes de que suceda. Por su parte el contar y reconocer lo bueno que hemos hecho es también importante debido al refuerzo positivo que hará sobre nuestra conducta. 
  4. La fama y la riqueza son inútiles al no ser que las utilicemos con el fin último de la vida que es el de mejorar la sociedad. 
  5. Separarnos de los hechos y ver las cosas desde arriba con una perspectiva fuera de nosotros. Si estuviera en mi situación, ¿qué le diría a mi mejor amigo? 
  6. Epicuro, fundador de la escuela que lleva su nombre, decía que debemos examinar las cosas que creemos necesitar detenidamente; esto, con el fin de darnos cuenta de que realmente no las necesitamos. A este punto podemos añadir la recomendación que hace Massimo Pigliucci quien dice que si te gusta mucho ir de compras, un día (cuando termine la cuarentena) puedes ir al centro comercial, entrar en todas las tiendas, ver todo y no comprar nada. Al final, dice el autor italiano que radica en Nueva York, te darás cuenta de todas las cosas que hay y que realmente no necesitabas. 
  7. Tratar de ver las cosas como son sin nuestro ego de por medio. Cuenta la leyenda que durante un banquete al que Séneca fue invitado, no lo sentaron en el sitio de honor que pensaba merecía. Se pasó todo el banquete molesto e intranquilo. Finalmente, en su reflexión esa noche sobre lo ocurrido concluyó hablando consigo mismo: “eres un lunático, ¿qué más da en qué parte del sillón o en qué silla pongas el peso de tu trasero?”
  8. Marco Aurelio recomendaba “Empezar cada día diciéndote a ti mismo: Es posible que hoy pueda encontrarme con interferencias, ingratitud, falta de lealtad, insolencia o egoísmo, todo esto será debido a la ignorancia de la persona”. Sócrates dijo que el único mal es la ignorancia, aunque en realidad utilizó la palabra amatia para la cual no tenemos una mejor traducción que ignorancia pero significa falta de conocimiento sobre lo que esta bien y lo que está mal. Odia al pecado mas no al pecador. 
  9. Epicteto nos habla también de los juicios que hacemos sobre las cosas. No es lo que sucede, sino cómo lo juzgamos lo que nos molesta. Diría Demócrito: “Solo existen átomos y espacio vacío. Todo lo demás es opinión”.
  10. Y si tu propia muerte te causa ansiedad, diría Marco Aurelio, “piensa en toda la cantidad de idiotas con los que ya no tendrás que lidiar”.