Salander, Harry Potter, Offred y otros 15 personajes literarios inolvidables del siglo XXI

Salander, Harry Potter, Offred y otros 15 personajes literarios inolvidables del siglo XXI

Aspiran a estar junto a los grandes protagonistas clásicos.

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Por Winston Manrique Sabogal

Aquiles, Anna Karénina, Don Quijote, Sherezada, Hamlet, coronel Aureliano Buendía, Madame Bovary, Alicia, Sherlock Holmes, Gregorio Samsa, Drácula…

Son pocos los personajes literarios que traspasan el territorio de la ficción para formar parte del imaginario universal y del mundo real, casi como un ser humano más. Es una de las tareas más difíciles de un escritor: insuflar vida a sus criaturas y hacerlas verosímiles y cercanas. Su vocación de demiurgos es tal que varios de esos personajes se han convertido en arquetipos indiscutibles a lo largo de la historia.

Y aunque es pronto para señalar cuáles de los personajes literarios creados en este siglo XXI dignos de entrar en ese olimpo, en WMagazín proponemos una antología, siempre en construcción, con personajes bien creados y popularizados, varios de ellos, por el cine o la televisión. Destacan la fuerza y la riqueza de los personajes femeninos.

Hay tres motivos especiales para esta antología:

El final de la serie Millennium, creada por el sueco Stieg Larsson y continuada por David Lagercrantz, que tiene en su protagonista a uno de los seres literarios más atractivos e hija de este mundo contemporáneo: Lisbeth Salander.

El segundo motivo es la continuación de la novela El cuento de la criada, de la canadiense Margaret Atwood, que aunque es de 1985 su secuela Los testamentos llega esta semana a las librerías con una ausencia presente de ese personaje determinante y actual en una distopía que despierta fantasmas en la sociedad: Offred.

Y el tercer motivo es que J. K. Rowling ha lanzado este verano cuatro títulos exclusivamente en libro electrónico sobre el universo de la magia de Harry Potter, que aunque apareció por primera vez en 1997 es en este siglo donde el personaje crece y evoluciona.

Junto a estas dos mujeres y este joven, sí, porque ya parecen formar parte de nuestro entorno, creamos esta antología de los nuevos miembros, parientes o paisanos de ese territorio milagroso de personajes de ficción casi humanos, o más que humanos como:

Dulcinea, Lady Macbeth, Ulises, Lolita, Oliver Twist, Fausto, El conde de Montecristo, Jay Gatsby, Robinson Crusoe, Martín Fierro, El Principito, Jo March, Otelo, Frodo, Alicia, Lazarillo de Tormes, David Copperfield, Beatriz, Holden Caufield, Clarissa Dalloway, Celestina, Capitan Ahab, Tom Ripley, Jane Eyre, Úrsula Iguarán, Sancho Panza, Frankenstein… y de algunas parejas como las de Helena de Troya y Paris, Romeo y Julieta, Catherine y Heathcliff, Elizabeth Bennet y el señor Darcy, Horacio Quiroga y La Maga, Fermina Daza y Florentino Ariza…

Les presentamos a algunos de los personajes literarios del siglo XXI que aspiran a estar junto a los grandes protagonistas clásicos con un bio-perfil literario, descripción y tráilers de la película o serie de televisión que los haya recreado. Si te animas, puedes dejarnos tu personaje literario favorito del siglo XXI en la sección Comentarios, al final del artículo:

Tráiler de ‘No es país para viejos’, con Javier Bardem como Anton Chigurh, dirigida por los hermanos Coen.

A Anton Chigurh lo creó el escritor estadounidense Cormac McCarthy en la novela No es país para viejos  en 2005. Es un psicópata asesino, enigmático, frío, de fácil discurso filosófico, irascible y siempre a punto de activarse como máquina de matar con los actos más violentos y, a veces, impredecibles. Es uno de los personajes malvados mejor delineados en este siglo en una novela magnífica de uno de los mejores escritores contemporáneos. En un pasaje de esta, McCarthy muestra a Chigurh así:

“El hombre le miró a los ojos por primera vez. Azules como lapislázuli. Brillantes y a la vez completamente opacos. Como piedras mojadas. Tiene que decidirse, dijo Chigurh. Yo no puedo hacerlo por usted. No sería justo. Ni correcto siquiera. Vamos, diga.

Yo no he apostado nada.

Claro que sí. Lo ha estado haciendo toda su vida. Solo que no se ha enterado. ¿Sabe qué fecha lleva esta moneda?

No.

Mil novecientos cincuenta y ocho. Ha viajado veintidós años para llegar hasta aquí. Y ahora está aquí. Y yo también. Y tengo una encima. Y solo puede ser cara o cruz. Y a usted le toca decidir. Vamos.

No sé qué es lo que puedo ganar.

La cara del hombre brillaba ligeramente perlada de sudor bajo a luz azulina. Se pasó la lengua por el labio superior.

Todo, dijo Chigurh. Puede ganarlo todo.

No entiendo una palabra caballero.

Decídase.

Que sea cara.

Chigurh apartó la mano de la moneda. Giró un poco el brazo para que el hombre la viera. Bien hecho, dijo”.

Bruno, interpretado por Asa Butterfield, en un traíler de la película ‘El niño con el pijama de rayas’, dirigida por Mark Herman (2008).

A Bruno lo creó el escritor irlandés John Boyne en la novela El niño con el pijama de rayas, en 2006. Es el hijo de nueve años de un militar nazi que es enviado a trabajar al campo de concentración de Auschwitz. Es la inocencia de un niño que vive aislado en medio del horror sin saber lo que pasa a su alrededor. Un día traspasa los límites físicos que le ordenan sus padres con el fin de protegerlo y va hasta las alambradas de los campos de exterminio. Allí termina haciendo amistad con Shmuel, un niño judío del otro lado de la alambrada. Es la inocencia del ser humano, la nobleza, la amistad, la solidaridad y el deseo de ayudar.

Bruno nació de un soplo de inspiración de dos días y medio de escritura en el que John Boyne no se levantó apenas de la mesa donde escribió la novela. Fue el amanecer del 28 de abril de 2004. Entonces el escritor tuvo la revelación al ver la historia de principio a fin en su cabeza. Se fue al ordenador y empezó a escribir. En una entrevista que le hice en 2007 para el periódico español El País, Boyne dijo:

“Tuve la sensación de que la voz de ese niño me decía lo que tenía que escribir. Esa voz habitó en mí durante la escritura. Había algo en mí que me decía: ‘No pienses, no lo analices, deja que hable el niño’. Cuando acabé, tuve la sensación de que había escrito algo especial”.

A Daniel Sempere le dio vida el escritor español Carlos Ruiz Zafón en la novela La sombra del viento,en 2001. Es el primer libro de la tetralogía El cementerio de los libros olvidados que completan El juego del ángel (2008), El prisionero del cielo (2011) y El laberinto de los espíritus (2016). Transcurre en la Barcelona que va de la era indsutrial hasta después de la Guerra Civil española.

Daniel Sempere es un niño hijo de un librero a quien la vida le cambia cuando su padre lo lleva a conocer El Cementerio de los Libros Olvidados. Allí elige un libro, La sombra del viento, escrito por un tal Julián Carax. Se interesa en esa historia y descubre que es una obra maldita, todos los libros de ese autor han sido quemados por uno de los personajes de la novela. Daniel Sempere va creciendo y va entrando en mundos desconocidos como consecuencia de sus investigaciones. .

El comienzo de La sombra del viento da pistas muy claras sobre Daniel Sempere:

“Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido.

—Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie —advirtió mi padre—. Ni a tu amigo Tomás. A nadie.

—¿Ni siquiera a mamá? —inquirí yo, a media voz.

Mi padre suspiró, amparado en aquella sonrisa triste que le perseguía como una sombrapor la vida.—Claro que sí —respondió cabizbajo—. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes contárselo todo. Poco después de la guerra civil, un brote de cólera se había llevado a mi madre. La enterramos en Montjuïc el día de mi cuarto cumpleaños. Sólo recuerdo que llovió todo el día y toda la noche, y que cuando le pregunté a mi padre si el cielo lloraba le faltó la voz para responderme. Seis años después, la ausencia de mi madre era para mí todavía un espejismo, un silencio a gritos que aún no había aprendido a acallar con palabras. Mi padre y yo vivíamos en un pequeño piso de la calle Santa Ana, junto a la plaza de la iglesia. El piso estaba situado justo encima de la librería especializada en ediciones de coleccionista y libros usados heredada de mi abuelo, un bazar encantado que mi padre confiaba en que algún día pasaría a mis manos. Me crié entre libros, haciendo amigos invisibles en páginas que se deshacían en polvo y cuyo olor aún conservo en las manos. De niño aprendí a conciliar el sueño mientras le explicaba a mi madre en la penumbra de mi habitación las incidencias de la jornada, mis andanzas en el colegio, lo que había aprendido aquel día…No podía oír su voz o sentir su tacto, pero su luz y su calor ardían en cada rincón de aquella casa y yo, con la fe de los que todavía pueden contar sus años con los dedos de las manos, creía que si cerraba los ojos y le hablaba, ella podría oírme desde donde estuviese. A veces, mi padre me escuchaba desde el comedor y lloraba a escondidas”.

Elio y Oliver interpretados por Timothée Chalamet y Armie Hammer en ‘Llámame por tu nombre’, de Luca Guadagnino (2017).

A Elio y Oliver los creó el escritor italiano André Aciman en la novela Llámame por tu nombre, en 2007. Se trata de un adolescente italiano que conoce en su casa de campo de Italia a un veinteañero escritor estadounidense que va a pasar una temporada en aquella casa porque el padre de Elio instauró años atrás recibir a estudiantes y creadores para que le ayudasen en sus actividades culturales.

Es el despertar de impulsos desconocidos, de deseos desconocidos, de sentimientos desconocidos. El mundo real y exterior de Elio trastocando su mundo interior. La audacia de la juventud, la sinceridad del primer amor, el combate interior ante sentimientos nuevos.

Así recuerda Elio el comienzo de todo ese nuevo mundo en su corazón y en su cabeza:

“Quizá todo comenzase poco después de su llegada, durante una de aquellas comidas tremendas, cuando se sentó junto a mí y me di cuenta de que, aparte de un ligero bronceado conseguido durante su breve estancia en Sicilia a comienzos de aquel verano, el color de las palmas de sus manos era igual de pálido que la suave piel de las plantas de los pies, la del cuello o la del envés de sus antebrazos, que no habían estado expuestas tanto al sol. Lucían casi de un rosa claro, tan brillante y suave como la parte inferior del estómago de un lagarto. Íntimo, casto, implume, como el rubor en la cara de un atleta o el atisbo de la aurora en una noche tormentosa. Me dijo cosas sobre él que nunca hubiese sabido cómo preguntar.

Puede que comenzase durante aquellas interminables horas después de comer cuando todo el mundo holgazaneaba en traje de baño por la casa, cuerpos espatarrados en cualquier lugar matando el tiempo hasta que alguien sugería ir a las rocas a darse un baño. Los parientes, primos, vecinos, amigos, amigos de amigos, colegas, o básicamente cualquiera al que le apeteciese llamar a nuestra puerta para pedir que le dejásemos utilizar nuestra cancha de tenis, todo el mundo era bienvenido a gandulear, nadar o comer y, si permanecían el tiempo suficiente, a utilizar la casa de invitados.

O quizá comenzó en la playa. O en la cancha de tenis. O durante nuestro primer paseo juntos el primer día que estuvo aquí cuando me pidieron que le enseñase la casa y los alrededores y, una cosa llevó a la otra, me las arreglé para llevarle más allá de las viejísimas puertas de hierro forjado y llegamos hasta el interminable solar vacío que llevaba hacia las vías del tren abandonadas que solían conectar B. con N”.

Daniel Radcliffe como Harry Potter. Tráiler de ‘Harry Potter y las reliquias de la muerte’, dirigida por David Yates.

Harry James Potter vivía en la mente de la escritora británica J. K. Rowling mucho antes de ver la luz. Su nacimiento público fue en 1997 en la novela Harry Potter y la piedra filosofal después de ser rechazado por varias editoriales. Nació como un personaje de literatura infantil y juvenil que fue creciendo a medida que lo hacían sus lectores de tal manera que cuando terminó la serie en 2007 con la séptima entrega (Harry Potter y las reliquias de la muerte) ya habían pasado diez años, pero nueve en Harry. Es la evolución desde el nacimiento y supervivencia de un niño huérfano en un mundo mágico y su crecimiento y paso a la adolescencia y juventud en un ambiente extraordinario. Así es que aunque Harry Potter es creado en el siglo XX, es en este cuando crece y logra su mayor impacto y afianza su lugar en la literatura.

Harry Potter aparece con un año como hijo de una pareja de magos que son asesinados y él sobrevive y lo crían unos tíos. Cuando cumple los once años recibe una carta para ir al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. A partir de ahí la historia relata la educación de Harry bajo la sombra de la lucha con el mago Lord Voldemort, asesino de sus padres. En esa batalla Harry hace amigos como Hermione Granger y Ron Weasley y se enfrenta a dudad éticas, filosóficas y sentimentales en un torrente de aventuras fantásticas. Es la búsqueda de sí mismo en un mundo de magia donde eñ mal lo acecha sin descanso.

Rowling dijo en una entrevista a El País cómo creo a Harry Potter: “Creé a un niño que intenta actuar con moralidad, que a pesar de haber sido agredido y lastimado física y mentalmente aún sigue atraído por el lado bueno de las cosas. Y es genuino y leal, y yo encuentro heroicas todas esas cosas”.

 

A Lenù y Lila las creó la escritora italiana Elena Ferrante en la novela La amiga estupenda, en 2011. Es la primera entrega de la tetralogía Dos amigas que completan Un mal nombre (2012), Las deudas del cuerpo (2013) y La niña perdida (2014).

Se trata de dos muchachas en la Nápoles de mediados del siglo XX y su incursión en el mundo juvenil y adulto y de la exploración, independencia y conocimiento de sentimientos amorosos. Se conocen desde niñas en su barrio de clase humilde en un microcosmos enriquecedor. Lila representa la mujer lista e inteligente pero que se queda en su ciudad, mientras Lenù estudia, se va y se convierte en una escritora de éxito. Es la historia de una amistad donde descubren los sentires de la vida, las emociones, los problemas, las ilusiones.

A través de estas dos mujeres que van creciendo se ve el correr del tiempo reflejado en sus propios cambios de comportamiento y mirada hacia el futuro. La vida cotidiana con su cúmulo de sensaciones, del dolor y la incertidumbre a la dicha y los sueños.

Así describe Elena Ferrante a sus protagonistas:

“LA FAMILIA CERULLO (LA FAMILIA DEL ZAPATERO):

Fernando Cerullo, zapatero, padre de Lila. Cuando su hija terminó los estudios de primaria, la sacó de la escuela.

Nunzia Cerullo, madre de Lila. Comprende a su hija pero no tiene autoridad suficiente para apoyarla frente al padre.

Raffaella Cerullo, llamada Lina o Lila. Nació en agosto de 1944. Cuando desaparece de Nápoles sin dejar rastro, tiene sesenta y seis años. Alumna brillante, a los diez años escribe un relato titulado El hada azul. Tras obtener el diploma de la escuela primaria abandona los estudios y aprende el oficio de zapatero.

Rino Cerullo, hermano mayor de Lila, también zapatero. Con Fernando, su padre, y gracias a Lila y al dinero de Stefano Carracci, monta la fábrica de zapatos Cerullo. Se compromete con Pinuccia Carracci, la hermana de Stefano. El primogénito de Lila se llama Rino como él.

Otros hijos.

LA FAMILIA GRECO (LA FAMILIA DEL CONSERJE):

Elena Greco, llamada Lenuccia o Lenù. Nacida en agosto de 1944, es la autora de esta larga historia que estamos leyendo. Elena se pone a escribirla en cuanto se entera de la desaparición de Lina Cerullo, su amiga de la infancia, a la que solo ella llama Lila. Al terminar la primaria, Elena sigue estudiando con éxito creciente. Desde muy niña se enamora de Nino Sarratore, pero lo ama en secreto.

Peppe, Gianni y Elisa, hermanos menores de Elena.

El padre trabaja de conserje en el ayuntamiento.

La madre es ama de casa. Su paso claudicante obsesiona a Elena”.

Noomi Rapace como Lisbeth Salander en la versión sueca de la serie Millenium.

A Lisbeth Salander la creó el escritor sueco Stieg Larsson en su novela Los hombres que no amaban a las mujeres, de 2005. Comparte protagonismo con el periodista Mikael Blomkvist. Ella es una joven informática y hacker (su alias es Wasp, avispa en inglés) de inteligencia extraordinaria e independiente con un aspecto entre gótica y punk con varios tatuajes del que sobresale un gran dragón en la espalda. Trabaja en una empresa de seguridad como investigadora hasta que termina involucrada en un caso que investiga Blomkvist. Los problemas y traumas de su infancia y adolescencia la convirtieron en una persona un tanto asocial y siente un odio especial hacia aquellos hombres que maltratan a las mujeres.

Mario Vargas Llosa dijo de ella en 2009, en un artículo titulado Lisbeth Salander debe vivir: “La trilogía se encuadra de manera rectilínea en la más antigua tradición literaria occidental, la del justiciero, la del Amadís, el Tirante y el Quijote, es decir, la de aquellos personajes civiles que, en vista del fracaso de las instituciones para frenar los abusos y crueldades de la sociedad, se echan sobre los hombros la responsabilidad de deshacer los entuertos y castigar a los malvados. Eso son, exactamente, los dos héroes protagonistas, Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist: dos justicieros. La novedad, y el gran éxito de Stieg Larsson, es haber invertido los términos acostumbrados y haber hecho del personaje femenino el ser más activo, valeroso, audaz e inteligente de la historia y de Mikael, el periodista fornicario, un magnífico segundón, algo pasivo pero simpático, de buena entraña y un sentido de la decencia infalible y poco menos que biológico. (…)

Menos mal que está allí esa muchacha pequeñita y esquelética, horadada de colguijos, tatuada con dragones, de pelos puercoespín, cuya arma letal no es una espada ni un revólver sino un ordenador con el que puede convertirse en Dios -bueno, en Diosa-, ser omnisciente, ubicua, violentar todas las intimidades para llegar a la verdad, y enfrentarse, con esa desdeñosa indiferencia de su carita indócil con la que oculta al mundo la infinita ternura, limpieza moral y voluntad justiciera que la habita, a los asesinos, pervertidos, traficantes y canallas que pululan a su alrededor”.

Y termina su artículo exclamando: “¡Bienvenida a la inmortalidad de la ficción, Lisbeth Salander!“.

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