Así (de negro) fue el estado de ánimo de los españoles en 2021 y así será en 2022

Así (de negro) fue el estado de ánimo de los españoles en 2021 y así será en 2022

Siete psicólogos lo definen en una palabra y vaticinan qué nos espera el año que viene.

Una mirada a 2021 y a lo que vieneDawidMarkiewicz via Getty Images

Ya en primavera The New York Times se aventuró a poner nombre a la que podría ser la emoción dominante de 2021: la languidez. La definía como “una sensación de estancamiento o vacío”, como si uno mirara la vida “a través de un parabrisas empañado”, que no es ni agotamiento ni depresión, sino sentirse “sin alegría y sin rumbo”.

En otras palabras, una “ausencia de bienestar” con un peligro oculto; al no invadirnos de manera repentina, es posible “que no notemos el descenso del placer o la disminución del impulso”. Y, como concluía el diario, “cuando no puedes ver tu propio sufrimiento, no buscas ayuda ni haces mucho para ayudarte”.

En El HuffPost hemos pedido a siete psicólogos que definan cuál es para ellos la palabra que definiría el estado de ánimo colectivo de los españoles este 2021, el año que nos azotó la cuarta ola, la de la salud mental. Cabe recordar que en marzo el CIS centrado en este asunto dejó cifras tan rotundas como que uno de cada tres españoles admitía haber llorado por la pandemia, de los cuales un 26% lo hacía “mucha frecuencia” o “bastante frecuencia”, o que más de la mitad decía sentirse “cansado o con pocas energías” y casi un 42% había tenido problemas de sueño.

Los expertos consultados vaticinan también si 2022 seguirá en esa misma línea, si iremos a peor o si, por el contrario, nos dejaremos llevar por los famosos felices años 20.

Aprensión

Sergio García Soriano, especialista en Psicología clínica y experto en intervención social, además de divulgador, no se queda con una sola palabra. Como cuenta, este año ha atendido a personas “con mucha aprensión, con crispación y descreídas hacia las instituciones; muy concienciadas con las normas y, al mismo tiempo, desilusionadas con la nueva normalidad”. Lo relaciona con que “el mundo siempre ha sido incierto pero ahora es más evidente esta incertidumbre y eso genera malestar”.

“He atendido cuadros más agudos y que han acudido más tarde para ser ayudados psicológicamente. Esto quiere decir que no han detectado que la languidez es la antesala de la depresión”, alerta.

Cuando aceptemos la nueva situación podremos transformar nuestra emoción en un duelo breve que dé paso al vitalismo y la alegría
Sergio García Soriano

A su juicio, “en 2022 vendrá más languidez e irritación de personas que tienen hartazgo generalizado y desconfían de que haya luz al final del túnel. Hay una pérdida de expectativas y una mala elaboración de la pérdida de la vieja normalidad. Cuando aceptemos la nueva situación con sus limitaciones y posibilidades seremos más eficientes y podremos transformar nuestra emoción en un duelo breve que dé paso al vitalismo y la alegría”.

Incertidumbre

Por su experiencia, Antoni Martínez, psicoterapeuta especializado en Psicología Positiva y fundador del proyecto Psicología en Positivo, señala que la palabra “hiperrepetida” este año ha sido incertidumbre, “más allá del miedo del año anterior”.

En su opinión, la pandemia ha “extremado las reacciones de las personas”; mientras algunas personas han estado peor, “quizás por una pérdida afectiva, por el trabajo, por salud...”, para otras muchas “ha supuesto un acelerador de cambios”, ya sea en esos aspectos negativos, o, en el lado contrario, a la hora de retomar hobbies, reconectar con la naturaleza o cuidarse más.

Incertidumbre también es la palabra que escoge Elena Lloberas, psicóloga psicoterapeuta en el sistema público de atención precoz a la pequeña infancia (CDIAP Rella). “Convivimos con la ella a diario durante toda la vida, pero cuando los factores externos tienen una tasa de variablidad inusualmente alta, nuestros mecanismos adaptativos se ponen a prueba sacando a relucir nuestros puntos más fuertes, pero también los menos desarrollados. En este año se han incrementado notablemente las consultas en salud mental en todos los rangos de edad porque la situación externa ha tensionado nuestros recursos internos de forma insólita”, justifica.

Si en adultos “hemos visto cómo estas consultas están ligadas a formas de sufrimiento y de síntomas muy heterogéneos”, con la dificultad añadida para “elaborar duelos (de todo tipo) en este contexto de incertidumbre”, en el caso de los más pequeños “han surgido síntomas que actúan como altavoz del malestar emocional de los adultos de casa”. “Estos síntomas toman formas muy distintas, pero cabría destacar la creciente consulta por dificultades en la regulación emocional de los niños, vinculadas a la incorporación de los límites y la capacidad de gestión de la frustración. Dicho de otro modo: cuando los adultos no podemos sostener nuestro malestar, ayudar a los pequeños a hacerlo se vuelve una tarea ardua”, subraya.

Para Lloberas, lo que está por venir en 2022 “dependerá en gran medida de la evolución de los acontecimientos” pero, en cualquier caso, “nos ayudará a comprender mejor los recursos con los que contamos para afrontar la incertidumbre.”

Felicidad Lexatin

Eirene García, especialista en terapias contextuales y en psicología perinatal, destaca que las secuelas que la pandemia ha dejado son un aumento de la ansiedad y la depresión: “De un día para otro nuestras vidas cambiaron. Nuestras opciones de elegir, nuestros reforzadores positivos y nuestros mecanismos de evasión desaparecieron. Nos ha obligado a estar con nosotros mismos y mirar dentro. Y mirar dentro cuesta, porque hay heridas muy dolorosas y también antiguas”. Cree además que 2022 será parecido “porque esto no ha acabado”.

Por su experiencia, señala que cada vez más personas toman ansiolíticos y antidepresivos debido a ese aumento de los casos por ansiedad y depresión: “Al final no dejan de ser anestesia, para poder seguir y adaptarse, desconectarse y seguir en la rueda del hámster”.

La medicación nos desconecta, nos evade pero no nos lleva a tomar decisiones para poder cambiar
Eirene García

En su opinión, la medicación por sí sola no soluciona el problema: “Nos desconecta, nos evade pero no nos lleva a tomar decisiones para poder cambiar”.

Recuerda además que la crisis económica y laboral “afecta a uno de los pilares de las personas”, lo que repercute directamente en su bienestar y salud mental, que “aún no tiene su sitio dentro del sistema público de salud”.

Indefensión aprendida

“En psicología, la indefensión aprendida es cuando sentimos que, hagamos lo que hagamos, no sirve de nada. Sentir indefensión es el caldo de cultivo para la desesperanza”, explica Miguel Ángel Rizaldos, especialista en Psicología Clínica y uno de los pioneros de la Psicología Clínica online en España.

Como detalla, ese aprendizaje puede conducir a la distimia, “un tipo de depresión leve, pero muy frecuente, y más hoy con la pandemia”, cuyos síntomas pueden pasar desapercibidos —y de la que ha percibido un aumento este 2021, su año más duro en sus 31 años de profesión—. “Existe una disminución del disfrute y una falta de motivación. La persona cumple con todas sus responsabilidades y se encuentra activa en el trabajo, estudio, familia, amigos y cuidado personal, pero con un estado constante de desinterés, falta de energía y desánimo, viviendo la vida de forma plana afectivamente, como en piloto automático”, aclara.

Sentir indefensión es el caldo de cultivo para la desesperanza
Miguel Ángel Rizaldos

Sobre el futuro, Rizaldos recuerda que el ser humano tiene la cualidad de la resiliencia, “la capacidad de recuperarse ante la adversidad y la habilidad para transitar circunstancias negativas manteniendo una postura lo más positiva posible”: “Ser resiliente no quiere decir que la pandemia y sus consecuencias no me afecten, es creer que saldremos de esta situación y que, a pesar de no poder cambiar la circunstancia, es posible afrontarla con la mejor actitud posible”. El objetivo es buscar soluciones o aceptar que no las hay, no quedarse instalado en la queja, “que es como una mecedora, que se mueve pero no avanza”.

Elena Puig Guitart, psicóloga sanitaria y psicóloga infanto-juvenil en Salut i Més del Consorci Sanitari de Terrassa, además de especialista en mindfulness también se decanta por el concepto de indefensión aprendida para definir el estado de ánimo colectivo de 2021: “Las personas sienten que, hagan lo que hagan, el resultado no está en sus manos. El reflejo puro de la impotencia, vaya”.

″¿Qué es lo que siente alguien que padece de depresión o ansiedad? Pues justamente esto: ‘haga lo que haga, no soy capaz de darle la vuelta a la situación’ en el caso de la depresión; o bien, ‘no puedo controlar lo que me pasa o lo que pasará’ en el caso de la ansiedad”, añade. Como señala, los dos problemas a los que más se han enfrentado los profesionales de la salud mental este año.

Que el hartazgo que preveo para el 2022 sea la semilla de la esperanza colectiva desde la cual emerja una nueva forma de relacionarnos
Elena Puig Guitart

“La esperanza para mí, advirtiendo que también podría ser un peligro, es que este estado del 2021 se convierta en hartazgo”, puntualiza. Para ella, va más allá del cansancio, que es algo pasivo: “El hartazgo, en cambio, tiene esa esperanzadora característica activa. El hartazgo precede al enfado, y desde el enfado podemos movilizar, si lo canalizamos correctamente, recursos. Y ahí voy. A que seamos capaces de crear desde esta impotencia. De adaptarnos a revivir después del trauma colectivo que estamos viviendo. De encontrar luz en este camino que ha sido —y todavía lo es— oscuro y sombrío”.

“Que el hartazgo que preveo para el 2022 sea la semilla de la esperanza colectiva desde la cual emerja una nueva forma de relacionarnos entre todos nosotros y con nuestro planeta”, desea.

Hartazgo

Ese hartazgo también lo menciona Enric Valls, psicólogo y conferenciante especializado en salud y educación. “Podríamos decir que el anterior año fue resiliencia y éste, hartazgo, por continuidad de algo que no tiene fin, que no sabemos cuándo va a acabar”, puntualiza. “La sensación de muchas personas es de vulnerabilidad, de ‘cuando no es una cosa, es otra’. El otro día precisamente me decía una paciente ’no tenemos suficiente con el tema de la covid que sale el del apagón”.

“Es cierto que hemos interiorizado esta situación pero dentro de eso hay que tener esas herramientas para poder desconectar, porque es cierto que a veces se hace largo y pesado y lo notamos en el aumento de las consultas”, prosigue. Especialmente, nota un incremento en las consultas relacionadas “con situaciones de vida, como ‘estoy en un proceso de separación’, ‘estoy más vulnerable porque no tengo la posibilidad de hacer las cosas que antes podía hacer’ o la posibilidad de conocer pareja”. Detecta también un incremento de “las fobias” o “temores a contagiarse”, así como más ansiedad por el no saber qué va a pasar.

Si tuviera que actuar de pitoniso, para el año que viene no tiene previsiones muy halagüeñas: “Intuyo que si esto se alarga más de seis meses, el tema de la salud mental se triplicará. Si ha aumentado ahora, va a aumentar más. Y si continúa en el tiempo, incluso podría decir que aparecerían tensiones sociales, en el sentido de gente saliendo a la calle”.