Schuman o el poder de la palabra

Schuman o el poder de la palabra

Somos ciudadanos europeos que vivimos en territorios distintos con realidades diferentes, pero que se complementan y se necesitan.

Robert Schuman, en 1951. Getty Images

Conmemoramos este 9 de mayo de 2020 el 70 aniversario del discurso que pronunció Robert Schuman y que se considera el origen del proyecto europeo tal y como ha llegado a nuestros días. El Parlamento de Canarias preside en estos momentos los parlamentos regionales de la Unión Europea con capacidad legislativa, lo que se conoce como Conferencia de Asambleas Legislativas Regionales de Europa (CALRE). Por tanto, ha coincidido en el tiempo esta presidencia que nunca antes había ostentado Canarias, una región ultraperiférica y territorio singular dentro del proyecto europeo. Canarias es un buen termómetro de las constantes vitales de ese proyecto europeo, por el sentimiento europeísta de una región que, pese su lejanía del continente, permanece muy cercana a los valores que lo fundaron. 

Los canarios sabemos muy bien lo que supone ser europeos. Siempre hemos sido territorio de paso, de mezcla o, como dicen los portugueses, de mestura. Canarias es lo que es gracias a la aportación del variadas influencias culturales, sociales y económicas, muchas de ellas procedentes de países europeos antes de la existencia de la Unión. Nuestro archipiélago sirvió también como exportador de esos valores hacia el continente americano.

En este momento que vivimos como consecuencia de la pandemia de Covid-19 y de la situación política en el sentido de cómo está el conjunto de la vida política en todo el mundo occidental, vemos que la mayor parte de los discursos políticos se hacen no para convencer, sino para reafirmar las posiciones propias. En el discurso político actual, también en la Unión Europea, hay un exceso de ruido y escasa voluntad de convencer a quien no opina como el resto, a quienes tienen otra visión de cualquier cuestión, incluido el proyecto europeo. Hoy, los discursos políticos están más centrados en reafirmar a los propios partidarios de quienes lo emiten y no buscan convencer al otro, en la mayoría de los casos. 

Somos ciudadanos europeos que vivimos en territorios distintos con realidades diferentes, pero que se complementan y se necesitan.

Recordemos que en el origen del proyecto europeo está la necesidad de salvar las diferencias. Schuman hace su discurso en 1950, apenas cinco años después de finalizar la segunda Guerra Mundial. Fue ministro antes de la ocupación alemana de Francia y fue perseguido durante la guerra; no se refugió en ningún otro país, sino que se mantuvo en la Francia libre colaborando con la resistencia contra la invasión alemana. Por tanto, fue alguien que padeció muy directamente los horrores de la guerra y, también, las consecuencias de los discursos que no tratan de convencer al otro, sino de apelar a determinadas cuestiones con una finalidad diferente.

Todo encaja hoy en esta celebración. Tiene la máxima actualidad, sobre todo porque pone de manifiesto la importancia de la palabra, de un discurso. En política hemos perdido el convencimiento de la capacidad transformadora de la palabra, de su poder para el cambio. Los pensamientos políticos, aportar ideas para la transformación de la sociedad en que vivimos, del mundo en que queremos vivir, se articula a través de la palabra, de los discursos, pero discursos para tratar de convencer. Por eso la importancia de conmemorar algo tan elemental en la política con una capacidad de transformación tan potente como ese discurso de Schuman de 1950, donde esbozó lo que sería luego -y sigue siendo hoy- las ideas básicas de la construcción de un espacio europeo de libertad, de paz y de cooperación.

En estos momentos en que nos hemos visto sometidos, una vez más, a un test de hasta dónde somos capaces de entender el origen del proyecto europeo y de actualizarlo, de proyectarlo hacia el futuro, aumenta el sentido de ese discurso.

A diferencia de lo que pareció transmitirse en los primeros días de la crisis de Covid-19, la UE estaría respondiendo mejor, más rápido y en la dirección correcta en esta situación que en la crisis financiera de 2008. Al inicio no tuvimos esa sensación, cuando se seguía hablando de países ricos, países pobres, países del sur y países del norte. Esta idea no debería estar, siquiera, en el discurso del proyecto europeo, porque entendemos que hemos tratado de construir en estos 70 años un espacio común de libertad y paz basado en principios de solidaridad.

Mantengamos la fe y el compromiso con el proyecto europeo: Schuman está hoy de plena actualidad.

Somos ciudadanos europeos que vivimos en territorios distintos con realidades diferentes, pero que se complementan y se necesitan para la construcción de ese espacio europeo común que Schuman nos hizo imaginar el 9 de mayo de 1950 y que nos ha traído hasta aquí.

Es un momento clave para la UE, pero hay que ser optimistas. La mejor respuesta de la Europa a esta crisis que a la de 2008 es un dato esperanzador en un contexto difícil en el que no hace mucho, uno de los países fundadores del proyecto ha decidido abandonar, un país que también sufrió los horrores de la segunda guerra.

Mantengamos la fe y el compromiso con el proyecto europeo: Schuman está hoy de plena actualidad. Al igual que los marineros, cuando no existían grandes instrumentales de navegación y se adentraban en territorios desconocidos guiándose por las estrellas, por sus conocimientos, nosotros tenemos esos instrumentos bien resumidos en el discurso de Schuman. Aunque estemos adentrándonos en territorios desconocido, si los utilizamos correctamente, alcanzaremos un lugar donde encontraremos un mundo mejor que el que nos dejaron y que el que podremos dejar a las próximas generaciones.

Gustavo A. Matos Expósito es presidente de CALRE y presidente del Parlamento de Canarias.