¿Se puede mejorar el rendimiento intelectual privándonos de ciertos placeres?

¿Se puede mejorar el rendimiento intelectual privándonos de ciertos placeres?

Conseguir una mayor atención, mayor creatividad y un óptimo rendimiento podría pasar por controlar la comida, la bebida, el sexo y las relaciones sociales.

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Los trabajadores de Silicon Valley han puesto de moda una nueva tendencia que denominan “ayuno de dopamina”. ¿En qué consiste? Básicamente en evitar pautas que se asocian a posibles adicciones y que suelen coincidir con cosas que generan placer y gratificación. Por ejemplo, comer, beber, tener sexo, las relaciones sociales y, por supuesto, “los vicios” (el alcohol, los estupefacientes, el tabaco, etc).

¿Cuál es el objetivo final de este programa de privaciones? Conseguir una mayor atención, mayor creatividad y, en definitiva, un óptimo rendimiento laboral. ¿Se puede conseguir ayunar de dopamina? Aquí te lo contamos.

La dopamina es inevitable

La dopamina no es una molécula dañina para el cerebro. Bien al contrario, el cerebro está absolutamente adaptado para poder disponer de la dopamina para muchas funciones físicas y psíquicas, para regular su producción y para metabolizarla.

La dopamina se produce por las neuronas y participa en numerosas funciones, desde la memoria, la motivación, la recompensa, el aprendizaje, la atención y los estados de alerta. Es por ejemplo esencial para prepararnos a la huida cuando tenemos delante un peligro. Por otra parte, también regula funciones motoras, se estimula cuando nos enamoramos e incluso actúa regulando la producción de la prolactina (la hormona que estimula la producción de leche en la mama).

La dopamina es esencial para, entre otras cosas, prepararnos para la huida cuando tenemos delante un peligro

Dada la gran variedad de funciones que aborda la dopamina, es lógico pensar que el organismo ejerce asimismo una exquisita regulación de su producción para que no sea escasa ni excesiva. Por consiguiente, desde el punto de vista neurocientífico, es difícil concebir una bajada voluntaria de la producción general de dopamina en el organismo por el mero hecho de controlar algunos aspectos que tienen que ver con la producción de dopamina.

En las adicciones hay más dopamina

Sin embargo, la dopamina aumenta sus niveles en las adicciones que correspondería a esa vez machacona que se nos instala cuando, por ejemplo, se nos impide fumar en un local. ¿Por qué? Porque frente a una adicción nuestra cabeza sigue solicitando la “recompensa” de manera insistente al aportarnos el objeto de nuestro deseo. En esta situación, la dopamina está jugándonos una mala pasada, produciendo esta sensación permanente de desazón y desasosiego en ausencia del premio así como la sensación imperiosa de necesitar cubrir esa necesidad para poder subsistir aunque seamos conscientes de que esa práctica nos está perjudicando.

Otro aspecto a tener en cuenta es que la dopamina aumenta su producción con la simple anticipación de una recompensa. La mera previsualización de una tarea para el cerebro es como si ya la estuviera haciendo. Este es un aspecto que conocen bien en neuromárketing: imaginar un chocolate que se funde en la boca nos genera mayor producción de dopamina que tomar el chocolate.

Por consiguiente, hay aspectos en la generación de pensamientos que ni siquiera somos capaces de controlar conscientemente y que nos pueden generar un aumento involuntario de dopamina. De hecho, la mayor parte de los pensamientos que forjamos cotidianamente ni siquiera se hacen conscientes.

¿Se puede controlar la dopamina voluntariamente?

La dopamina se produce por un ejército inmenso de células por lo que su control voluntario no parece factible. La dopamina es esencial para nuestra existencia.

Sin embargo, lo que pretenden los trabajadores de Silicon Valley con el ayuno de dopamina es establecer intervenciones personales conscientes para reducir aquellas prácticas que nos generan un aumento de dopamina. Por ejemplo, la necesidad de estar permanentemente conectado a las redes sociales, consumir alimentos dulces o alcohol diariamente.

Lo que pretenden los trabajadores de Silicon Valley es que intervengamos conscientemente para reducir las prácticas que generan un aumento de dopamina

En sí la toma de conciencia de lo poco saludable que son estos hábitos no es suficiente para prevenir esos hábitos ya que la dopamina continúa aumentando su producción, lo que nos hace seguir reproduciendo estas prácticas. En este caso, si se consiguiera reducir la producción de dopamina de manera dirigida en zonas concretas del cerebro implicadas en las adicciones (como la corteza frontotemporal ubicada en la parte delantera de la cabeza) es probable que pudiéramos reducir la liberación de dopamina y sentirnos así más capaces de controlar estos hábitos nada saludables. En este sentido, ya se han efectuado algunos abordajes científicos en animales de experimentación en los que se ha conseguido, por ejemplo, reducir el antojo por el dulce.

También podemos entrenarnos en reducir aquellos estímulos que estimulan la producción de dopamina, generando nuevos ambientes alternativos en los que consigamos menos parámetros para disparar la producción de dopamina. Por ejemplo, cambiar la rutina de la cerveza diaria de las siete de la tarde por media hora de gimnasia o apagar los dispositivos electrónicos cuando estamos almorzando. Evidentemente, hacerlo un día no será suficiente para modificar estas pautas, pero los cambios en estas rutinas podrían sin duda reprogramar la producción de dopamina frente a estos estímulos que aumentan su producción.

Ni que decir tiene que si los cambios de contexto implican la eliminación del consumo de estupefacientes que estimulen a la dopamina el beneficio para el cerebro en el medio plazo será constatable, por la misma razón por la que nos sentimos físicamente mejor cuando dejamos de consumir dulces diariamente (que también son adictivos).

Sin dopamina no nos enamoraríamos

El ayuno total de dopamina es desde el punto de vista neurocientífico inimaginable. Son demasiados los parámetros fisiológicos y psíquicos que regulan su producción.

Sin embargo, por lo que he podido leer sobre la experiencia de trabajadores de Silicon Valley, el ayuno de dopamina consiste en muchos de los casos en la reducción de las horas de conexión a redes sociales, eliminación del consumo de fármacos o cambios en la alimentación adoptando pautas más saludables.

Los trabajadores que hagan ayuno de dopamina pueden notar una mayor capacidad de concentración en el trabajo y una mejor sensación de autoestima

En ese caso, ese “ayuno” sería altamente aconsejable para recuperar una mejor salud cerebral en general. Seguramente estos trabajadores notan una mayor capacidad de concentración en el trabajo, mejor sensación de recompensa frente a umbrales más bajos de estímulos y una mejor sensación de autoestima.

En sí, la propia decisión de hacer este pseudo-ayuno de dopamina estará per se estimulando la producción de dopamina para poder abordar esta práctica.

¿El ayuno de dopamina aumenta la producción de dopamina? Es probable que así sea. Pero no todo es ni mucho menos perjudicial en la sobreproducción de dopamina. La necesitamos también para enamorarnos. Sin esta maravillosa molécula es muy probable que no pudiéramos nunca sucumbir al amor.

Para saber más, visita mi blog: www.raquelmarin.net

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Raquel Marín es neurocientífica y catedrática de Fisiología. Coordina el grupo de investigación de «Señalización celular en enfermedades neurodegenerativas», de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, en la que también da clases. Estudió Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid, y fue allí donde se inició en la investigación médica. Máster y doctora en Biomedicina por la Universidad Laval de Quebec, sus tesis se centraron en investigar el sistema nervioso. Con posterioridad, y antes de llegar a La Laguna, trabajó en la Universidad Rockefeller de Nueva York. Investigadora de excelencia Ramón y Cajal durante cinco años, a lo largo de toda su carrera académica y profesional ha centrado su línea de investigación fundamentalmente en enfermedades neurodegenerativas asociadas al envejecimiento. Es autora de varias monografías y de casi un centenar de artículos científicos publicados en revistas internacionales referentes de su ámbito de estudio, ponente invitada en una treintena de congresos internacionales y conferenciante y divulgadora científica. Ha recibido el Premio a la Mujer Investigadora en Biomedicina en la Universidad Laval (Canadá), el Premio de Investigación Agustín de Bethencourt de la Fundación Caja Canarias, la Medalla Europea al Trabajo de Economía y Competitividad, y la Medalla de Honor del Instituto de Ciencias Forenses (Barcelona). En su página www.raquelmarin.net escribe un blog de divulgación sobre el cerebro, la nutrición y recetas neurosaludables. Dale vida a tu cerebro es su primer libro de divulgación, que tras cinco meses desde su publicación ha entrado en su 3ª edición.