Sí, la brecha de género también existe en el arte

Sí, la brecha de género también existe en el arte

Entre los 22 y los 65 años más del 60% de las mujeres artistas abandona su profesión.

.María LaMuy

Que las mujeres han sido ignoradas a lo largo de la Historia del Arte es una afirmación que ya no dejar lugar a la duda. Los numerosos estudios, artículos, informes, análisis y libros que abordan cuestiones como esta han permitido crear un corpus teórico de reflexión feminista que está cambiando el canon excluyente del arte. La no presencia de las artistas en las adquisiciones de los museos, en las exposiciones o en los seminarios es denunciada de inmediato, gracias también a la potente vía de comunicación directa y viral que son las redes sociales, y ha ayudado a que el paradigma esté en transformación, especialmente en la última década, en el caso español. En el Informe MAV nº19, elaborado por la asociación Mujeres en las Artes Visuales, se analiza la autoría de exposiciones individuales en diferentes museos y centros de arte en España, y los datos arrojan que frente al 21% de la década 1999-2009, entre 2014 y 2019 habrían crecido hasta el 31% (aunque aún muy lejos de la paridad). Centros como el DA2 de Salamanca, el Centre d’art La Panera en Lleida, el CA2M de Madrid y el CAAC de Sevilla sí cumplen con la paridad en sus programaciones, según el informe. 

Si bien la denuncia continua de las feministas ante la no presencia de mujeres está facilitando un lento pero constante cambio en las artes visuales, lo cierto es que la desigualdad que ellas sufren se ve afectada mucho más allá de la representación, se palpa en el día a día. Como cualquier otro sector, existe una profunda brecha de género en el sistema del arte que se ve, además, acuciada por la precariedad casi endémica de las profesiones culturales, sometidas a los vaivenes de la economía en su estadio más bajo. El sistema del arte es, además, un espacio de relaciones interclasistas, donde “juegan” desde los coleccionistas con grandes fortunas a los y las artistas que no llegan al SMI. De estos últimos, el informe La actividad económica de los/las artistas en España: estudio y análisis editado por la Universidad de Granada, detalla que menos del 15% vive de su trabajo artístico y casi el 47% declara que sus ingresos totales anuales, contabilizando todas sus actividades profesionales, sean o no artísticas, es igual o inferior a 8.000 € al año. 

Es importante analizar todas las variables y fijarnos además que, dentro de lo precario, existen unos condicionantes específicos que sufren las mujeres artistas (la brecha de género), lo que nos permitiría tomar ciertas medidas como solución, con un impacto más real, atendiendo a las diferencias que por razón de sexo sufren ellas. 

En 2019 se publicaba el estudio “Mujeres artistas y precariedad laboral en España. Análisis y comparativa a partir de un estudio global” por Marta Pérez-Ibáñez e Isidro López-Aparicio (mismos autores que el estudio “La actividad económica de los/las artistas en España: estudio y análisis” que citamos antes). El de 2019, del que parto para desarrollar este texto, pone su foco en la precariedad en el sistema del arte fijándose en las condiciones económicas y laborales de las mujeres artistas.

Si en otro ámbito profesional somos capaces de entender lo que significa el “techo de cristal”, la feminización de determinadas profesiones o cómo las mujeres “desaparecen” del mercado laboral una vez afrontan la maternidad, no podemos perder de vista lo que pasa en las artes. Si el 70% de quienes se gradúan en Bellas Artes son mujeres, ¿cómo puede ser que entre las artistas jóvenes (de menos de 20 años) ellas sean el 84,6% del total pero entre 21 y 30 sean el 62,5%? ¿Dónde están ese veintipico por ciento menos? Por supuesto, a más edad, más brecha de género: en el tramo de edad superior a 70 años sólo encontramos el 23,8% de mujeres. Podemos concluir, entonces, que entre la finalización de la formación universitaria (en torno a los 22 años) y hasta la jubilación (en torno a los 65) más del 60% de las artistas abandona su profesión. Si analizamos los datos al revés, vemos que entre los jóvenes ellos son un 15% con menos de 20 años, y un 76% con más de 70.

Entre los 22 y los 65 años más del 60% de las mujeres artistas abandona su profesión.

Este descenso resulta interesante si añadimos el dato que, según el estudio, el 75% de quienes residen fuera de nuestro país para afianzar su carrera o ampliar su formación son precisamente mujeres jóvenes de menos de 40 años, que bien son emergentes o bien mediana carrera, buscando desarrollarse profesionalmente. Además, el 72% de las mujeres encuestadas declara haber realizado estudios superiores en materia artística, frente al 53,6% de los hombres. Es decir, existe una intención clara en profesionalizar su carrera, en consolidar el trabajo artístico como una labor a futuro con formación superior y estancias internacionales.

Al hacer una distinción por sexo vemos que el 38% de hombres declara percibir menos de 8.000 € anuales, y en el caso de las mujeres el porcentaje asciende hasta el 55,7%. Cuando el estudio pregunta por artistas que se mantienen exclusivamente o casi de su actividad artística (si los ingresos procedentes del arte suponen entre el 80 y el 100% de los totales), ellos afirman que es así en el 17,9% y ellas el 11,6%. Es decir, en ambos casos ellas reciben menos ingresos, sean o no exclusivos de su actividad artística, o incluso por debajo del SMI.

He aquí el quid de la cuestión con la brecha de género: la edad. El sistema patriarcal y desigualitario que condena a las mujeres a mayor precariedad, pensiones más bajas o jornadas laborales a tiempo parcial se establece de manera paulatina pero constante a lo largo de la vida profesional, acrecentándose poco a poco a medida que pasan los años. Solo tenemos que ver cualquier análisis de la evolución de las mujeres y hombres en cualquier sector, sus cotizaciones, etc. para ver de manera evidente que la brecha se hace insalvable a medida que se cumplen años. Para muestra un botón: según el INE, el 96% de las personas que en nuestro país trabajan en jornada parcial para encargarse de las tareas de los cuidados son mujeres. En el estudio de Pérez Ibáñez y López Aparicio, además, se señala que las mujeres artistas son el número mayor con cargas familiares, ya sea en familias monomarentales con hijos o con personas mayores a su cargo.

Entre quienes llevan entre 36 y 45 años dedicándose a las artes, ellos son un 12,7% y ellas apenas 3,9%.

Cuando trasladamos este análisis al campo artístico, que como hemos visto sufre de precariedad e intermitencia para todas y todos sus trabajadores, vemos que esta brecha de género también existe y es importante señalarla: en lo referido al número de años dedicados a la actividad artística, a más años, menos mujeres. Así, entre quienes llevan menos de 15 años dedicándose a la creación, casi un 40% son mujeres frente a un 26,5% de hombres. La cifra es casi igual entre quienes llevan entre 16 y 25 años (casi un 22% en ambos casos) y, sin embargo, a partir de entonces la brecha se hace evidente: quienes llevan entre 36 y 45 años dedicándose a las artes, ellos son un 12,7% y ellas apenas 3,9%. A partir de los 46 años, ellos son un 6,3% y ellas un 1,1%. Si pensamos que ambos terminan sus estudios en torno a los 22-24 años, les faltan unos 6-8 años para los 30 (y entre los 30 y los 40 se sitúa la maternidad) podríamos pensar que entre los 20 años después de terminar la universidad se sitúa el dilema de tener o no hijos. Pues bien, en esa franja, cuando se llevan unos 20 años de carrera, es cuando se equiparan ambos sexos según la estadística. A partir de entonces ellas comienzan a descender.

En cuanto a datos económicos referidos a situación laboral ellas se encuentran, en el 38,1% de los casos, en situación de desempleo, frente al 23,7% de los artistas. Ser autónomo resulta la fórmula más habitual en el sector (insistiendo en la necesidad de reformular sus condiciones debido a la intermitencia de los contratos artísticos) pero aún así ellos suponen 36,2% del total frente al 26,1% de mujeres artistas. Muy pocos son empresarios: apenas un 1,2% de ellos pero ellas directamente no llegan ni al 1% (0,9%). Entre quienes se encuentran en la jubilación, un 9,8% son hombres y apenas un 4,2% mujeres.

En el estudio se revela también, por cierto, un dato interesante: casi el 88% de las mujeres vende sus obras por debajo de los 1.000 €, mientras que entre los hombres este grupo se reduce al 71,1%. La proporción de mujeres que vende sus obras con precios medios superiores a 5.000 € ronda apenas el 0,3%, frente al 2,4% de los hombres. Precarización en ambos casos sí, pero es necesario no olvidar la perspectiva de género incluso al hablar de las ventas.

Casi el 88% de las mujeres vende sus obras por debajo de los 1.000 €, mientras que entre los hombres este grupo se reduce al 71,1%.

Guerrilla Girls nacían a mediados de los años 90 con unas acciones reivindicativas que buscaban visibilizar algo innegable: las cifras. Sus análisis de la presencia de mujeres artistas en exposiciones en museos neoyorquinos no dejaba lugar a la duda de la evidente desigualdad de género existente. Una cifra era rápida, eficaz y directa. Por eso es importante analizar de manera compleja y profunda qué suponen las desigualdades para las mujeres en cualquier campo, pero es importante también pensar en las cifras que desencadenan esos análisis.

En el sector del arte muchas veces nos olvidamos de los datos concretos referidos a cuestiones vitales y del día a día como son las cotizaciones, los pagos de las cuotas de autónomos, el salario mínimo interprofesional… pero todas estas contingencias suponen qué tipo de vida y qué tipo de carrera se desarrollará a futuro…o cuál no. Entender la dimensión y el impacto sobre las mujeres que tiene la desigualdad de género no sólo nos hace más conscientes que la precariedad generalizada del sector sino que nos permite trabajar en herramientas para frenarla, con políticas concretas que atajen brechas tan grandes como la que hemos visto. Para ello, este informe de Marta Pérez-Ibáñez e Isidro López-Aparicio es fundamental. Ojalá más estudios ampliando algunas de las cuestiones que se apuntan. Solo así podremos construir un sistema del arte español menos precario, más estable y, sobre todo, menos desigual.