Sin empresas no habrá recuperación

Sin empresas no habrá recuperación

El último informe de Cepyme arroja aún más pesimismo sobre el futuro de nuestro tejido productivo.

Comercios cerrados en Madrid por la pandemia. GABRIEL BOUYS via Getty Images

La economía española atraviesa una situación en la que la incertidumbre, por el momento, es la única certidumbre. La recuperación, nadando en un mar de indicadores, se ha convertido en un enigma indescifrable, únicamente entendible para economistas que logran desgranar lo que significa una recuperación en V, en L, en K, o en la forma de cualquier otra letra del abecedario; incluso se ha hablado de una recuperación en forma del logo de la compañía Nike.

Y es que, mientras la OCDE, el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como otra serie de organismos, señalan un peor comportamiento de la economía española; tan destacado que se sitúa como el peor comportamiento del conjunto de economías de la Unión Europea, el Gobierno de España, por su parte, habla de una recuperación de la economía ya a finales de año. Con crecimientos que, previstos en el nuevo cuadro macroeconómico configurado por este, pretenden impulsar la economía española el próximo trimestre un 1,5%.

En este sentido, y como anunciaba el propio FMI en la actualización de sus perspectivas para la economía mundial, existen muchos riesgos en el horizonte que ensombrecen el optimismo sobre el futuro de nuestra economía. Los rebrotes, de darse, tendrían un impacto muy notable en nuestra economía; al ser calificada por la OCDE como la más potencialmente dañada de darse estos en los próximos meses. Por tanto, atendiendo a esas declaraciones que hacía el FMI, no es posible realizar pronósticos fiables ante una pandemia de la que desconocemos su comportamiento. 

Sin embargo, quien tampoco conoce su comportamiento, pero ya no puede esperar más, son las empresas españolas. Hace tan solo unas semanas conocíamos un informe del Banco de España en el que se analizaba la situación que atraviesan las empresas. En un país en el que su tejido productivo se compone en un 99,9%, de pequeñas y medianas empresas, la situación de estas, en un momento de crisis, es motivo de alarmismo. Si a esto le sumamos el hecho de que hablamos de empresas con muy escasos recursos, la situación se vuelve aún más peliaguda.

La menor dimensión de nuestro tejido productivo, ante una crisis sin precedentes, está matando lentamente a nuestras empresas.

Como decía, las empresas españolas, además de ser pequeñas, presentan una limitación agregada como es el hecho de poseer tan escasos recursos. Atendiendo a la caja media de estas empresas, en España, las empresas presentan una caja media que, en su mejor momento, podría alcanzar los 60 días. Y es que, si hacemos un cómputo de la liquidez empresarial que poseen las empresas europeas, mientras que las empresas de nuestra vecina Francia contarían con el 20% de la liquidez empresarial en Europa, las empresas españolas cuentan con el 3%.

Lo comentado anteriormente enlaza con el informe del Banco de España que comentaba. En dicho informe, el banco central anunció la situación de quiebra técnica que presentan en estos momentos el 25% de las empresas en el país; un dato que, bajo la consideración del equipo de analistas del organismo, se situaría en el 30% si lo analizamos objetivamente y bajo un modelo realista. Una situación muy preocupante, sabiendo, además, que recuperar la economía pasa por contener nuestro tejido productivo.

Sin embargo, la agonía se hace cada vez más pesada de llevar para estos empresarios, los cuales manifiestan la dura situación, nuevamente, a través de un informe que publica la patronal Cepyme. En este informe, al igual que ocurría en el publicado por el Banco de España, el 50% de las empresas encuestadas considera que su supervivencia está en riesgo, mientras que un 5% ya ha cerrado definitivamente o prevé hacerlo. En concreto, el 92% de las empresas encuestadas ha afirmado que la situación económica actual es mala o muy mala, mientras que un 64% dice que las expectativas para los próximos doce meses son negativas.

Como vemos, esa menor dimensión de nuestro tejido productivo, ante una crisis sin precedentes, está matando lentamente a nuestras empresas. La aplicación de los ERTEs, pese a ser una medida acertada, se queda corta para contener dicha pérdida. Por lo que, en este contexto, si no somos conscientes de la situación de nuestras empresas y comenzamos a aplicar medidas para facilitar su adaptación al nuevo entorno, suprimiendo toda esa rigidez y limitaciones que, hasta ahora lo impiden, la recuperación será, como lo fue en junio, una utopía.