Sostenibilidad social e igualdad de género

Sostenibilidad social e igualdad de género

Todos nacemos y morimos siendo cuidados por alguien, generalmente por una mujer.

Imagen de archivo de la marcha del 8M en MadridGABRIEL BOUYS via Getty Images

Hay un detalle que, desde que soy presidenta de La Rioja, la primera mujer después de casi 40 años de autonomía, me impacta de la Administración Pública de la comunidad. Nuestro cuerpo autonómico de trabajadores públicos está compuesto, mayoritariamente, por mujeres. Mujeres mayores, jóvenes, en el área de Turismo, en Hacienda, en Vivienda, en todas las consejerías. Las mujeres constituyen el 65´05% del personal de las consejerías, el 70´46% del personal docente, el 75´79% del personal en la Administración de Justicia y alcanzan el 81´03% del personal público sanitario. Además, la mayor parte de las oposiciones están copadas por mujeres, tanto en las candidaturas presentadas como en la asignación de plazas tras los procesos selectivos. Pasa de la misma manera en el resto de las comunidades autónomas, y en el resto de niveles de la Administración, ya sea en el Estado o en los entes locales.

Sin embargo, en casi la totalidad de actos institucionales y encuentros protocolarios a los que acudo como parte de la agenda presidencial los invitados son, mayoritariamente, hombres. Ellos ocupan los puestos de responsabilidad en las fundaciones y asociaciones principales, en las universidades, en los medios de comunicación, en los órganos directivos de las grandes empresas del país, en los sindicatos mayoritarios. El espacio público sigue estando monopolizado por hombres.

La ausencia de mujeres en estos encuentros, salvo contadas excepciones, no es casual. La presencia mayoritaria de mujeres en puestos de trabajo públicos o aspirando a ellos, tampoco. En la Administración Pública, los mecanismos de acceso a un trabajo son razonablemente objetivos y es mucho más difícil penalizar la maternidad o la posibilidad futura de ser madre. ¿A cuántas mujeres trabajadoras en la empresa privada nos han preguntado en una entrevista de trabajo si somos madres o tenemos pensado serlo? Tras esta práctica se adivina la desigualdad entre hombres y mujeres.

El espacio público sigue estando monopolizado por hombres.

Nuestra incorporación al mercado laboral y al espacio público ni ha desactivado nuestro rol tradicional en el ámbito privado, ni ha terminado de activar el papel que los hombres deberían desempeñar en este. Pese a que las mujeres ahora trabajamos fuera de casa, seguimos teniendo la mayor carga de la responsabilidad dentro de esta. Una responsabilidad no remunerada y poco valorada socialmente que impide nuestra participación en igualdad de cara al posible desarrollo de una carrera profesional. Esta desigualdad en el uso del tiempo nos penaliza constantemente en el mercado laboral pese a todos los esfuerzos legislativos hechos en la materia. Las mujeres seguimos siendo quienes enfrentamos, mayoritariamente, los conflictos que genera la conciliación entre el trabajo en casa y el trabajo fuera de casa.

Esta desigualdad se agrava, además, con las tendencias laborales y sociales actuales. La precarización generalizada de las condiciones del empleo tras la crisis económica de 2008, el envejecimiento de la población con la consecuente mayor presencia de miembros dependientes que requieren cuidados en el seno de las familias, o la reducción del tamaño de los hogares que limita las posibilidades de acceder a una ayuda intergeneracional (¡ay!, si no fuera por las abuelas y abuelos…), vienen a ahondar en las nuevas formas de desigualdad. La consecuencia de lo anterior es que, en nuestro país, la mayoría de las personas inactivas que no buscan empleo por motivos familiares son mujeres, entre las cuales existe además una menor expectativa respecto a sus posibilidades de encontrar empleo en el futuro.

Y, aunque los hombres, día a día, aumentan su parcela de responsabilidad respecto al trabajo doméstico, siguen cumpliendo por lo general un insuficiente papel de “ayuda”, y todavía no son totalmente corresponsables del trabajo en casa. Según la Organización Mundial del Trabajo, durante 2019 en España una mujer destinó de media cuatro horas y 23 minutos al trabajo doméstico al día. Más del doble de las dos horas diarias y seis minutos que le dedicaron de media los hombres.

Garantizar la igualdad de género en el ámbito público es tan importante como garantizarla en el ámbito privado.

Es cierto que, desde el comienzo de siglo XXI, hemos asistido en España a una transformación, espoleada por el movimiento feminista ciudadano, en el tratamiento de la igualdad de género por parte de los poderes públicos. Pero también es cierto que ese tratamiento se ha venido focalizando, fundamentalmente, en la igualdad de género en el espacio público. No hemos prestado la atención que requiere al hecho de que el origen de la desigualdad reside, también, en el mantenimiento de la división tradicional del trabajo en el espacio privado. Y aunque nuestras Administraciones Públicas han redoblado esfuerzos persiguiendo facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar, las políticas públicas desarrolladas en esta materia siguen siendo insuficientes.

Por ello, es necesario que, como sociedad, todos asumamos nuestra corresponsabilidad en esto. Empezando por las Administraciones Públicas y siguiendo por las empresas, los sindicatos, los medios de comunicación, la sociedad civil y la ciudadanía en general para que la conciliación y el trabajo de cuidados pase de ser una realidad que compete sólo a las familias y, dentro de éstas, mayoritariamente a las mujeres, a ser un fenómeno responsabilidad de la sociedad en su conjunto. Garantizar la igualdad de género en el ámbito público es tan importante como garantizarla en el ámbito privado. Cuanto antes asumamos la realidad de que todos nacemos y morimos siendo cuidados por alguien, generalmente por una mujer, antes daremos soluciones a futuro a la sostenibilidad de nuestro sistema de bienestar, asegurando así la cohesión de nuestra sociedad. Únicamente desde la lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres podremos encarar los retos laborales, sociales y demográficos que presenta nuestra sociedad actual.

Concha Andreu es presidenta del Gobierno de La Rioja.