'Star Trek': otro paso más allá

'Star Trek': otro paso más allá

En esta nueva película, Hikaru Sulu (John Cho), el icónico timonel de la Enterprise, es gay, un homosexual sin ambigüedades timoratas, ni conflictos con aroma a naftalina, ni fuegos artificiales. Y es que hacen falta referentes LGTB normalizados en cuanto a sus afectos y tan excepcionales como haga falta en cuanto a todo lo demás.

Como su título indica, lo último de la saga trekkie procura ir un poco más lejos. Porque la hermosa nave Enterprise recorre el universo arrastrando la memoria de las proas talladas de los vikingos, de los navíos que lo desafiaron todo por llegar a los polos o de las sondas espaciales Voyager, claro, pero no solamente. Star Trek: Más allá (Justin Lin, 2016), además de visitar nuevos mundos, también da un paso para hacer visible la realidad del colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (LGTB).

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Sulu (John Cho) en Star Trek: Más allá (Justin Lin, 2016), © Paramount Pictures.

En esta nueva película, Hikaru Sulu (John Cho), el icónico timonel de la Enterprise, es gay. En el primer film del reboot o nuevo inicio de la saga supimos de su afición a la esgrima y de sus dotes como piloto -Star Trek (J. J. Abrams, 2009)-, en el segundo que como capitán en situación hostil es implacable -Star Trek: En la oscuridad (J. J. Abrams, 2013)- y ahora, en el tercero, que tiene una pareja de su mismo sexo y una hija que le esperan en la espectacular base estelar de Yorktown, entre anillos gravitacionales cubiertos de rascacielos y jardines. Este detalle biográfico, enmarcado en un film sobre que juntos somos más fuertes, sólo es algo que aparece, del mismo modo que hemos visto a tantas esposas esperando al héroe. Y ahí está la grandeza: Sulu es mostrado como homosexual sin ambigüedades timoratas, ni conflictos con aroma a naftalina, ni fuegos artificiales. Faltaría más que el colectivo LGTB fuera raro en un universo donde los mocos de ciertos alienígenas sirven para corroer el metal.

Por supuesto, en una franquicia que desde 1966 cuenta con cinco series de televisión estrenadas, otra en camino y una de animación, doce películas, doce videojuegos y un sinnúmero de novelas, cómics y juegos, han aparecido otros personajes LGTB. Muchos en su desarrollo literario, pero no tantos en las pantallas, aunque las series nos dejan capítulos con interesantes reflexiones sobre la libertad en relación al género y la orientación sexual -en "El paria" (Star Trek: La nueva generación, 1992) un miembro de una raza andrógina se enfrenta a su sociedad al sentirse mujer y ¡heterosexual, horror!-, y sabemos que en la próxima serie Star Trek: Discovery (Bryan Fuller, 2017) habrá un personaje gay. Sin embargo, después de cincuenta años desde que Gene Roddenberry creara su utópico universo, es Hikaru Sulu en Star Trek: Más allá quien abre la puerta LGTB a los personajes principales de la saga.

Ya era hora. Lo era porque es de justicia. Y porque es coherente con las aspiraciones de Roddenberry para Star Trek, que con su franquicia quiso mostrar un modelo de mundo mejor -lo comentamos a colación del film anterior-, inclusivo en todos los sentidos. Ya resultó novedoso en su día que el puente de la Enterprise fuera multiplanetario, multiétnico y, en plena Guerra Fría, multinacional, y que un trabajo tan simbólico como el de timonel estuviera en manos de un personaje de ascendencia japonesa. Hasta el momento, en la ficción lo habitual era que los asiáticos fueran malos malísimos como Fu-Manchú, traicioneros kamikazes o hormiguearan por lavanderías de dudosa legalidad. Aunque George Takei, el primer Sulu de la pantalla y un reconocido activista LGTB, sorprendentemente pataleara, tanto Simon Pegg -uno de los dos guionistas del film y en el papel de jefe de ingenieros Scotty- como Zachary Quinto -en la piel del lógico Spock- salieron a la palestra defendiendo la conveniencia de un Sulu gay.

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Ben (Doug Jung) en Star Trek: Más allá (Justin Lin, 2016), © Paramount Pictures.

En Star Trek: Más allá nos gustaría haber visto más sobre Sulu, Ben -interpretado por el propio guionista Doug Jung, toda una declaración de principios- y su hija. De hecho, podríamos haber visto un beso entre Sulu y Ben, y una conversación entre Sulu y Uhura, la oficial de comunicaciones -apropiada confidente-, en la que él se lamenta por haber llevado hasta Yorktown a su marido y a la niña, poniéndolos en peligro. Ambas escenas fueron recortadas, dejando apenas unos segundos de la relación amorosa y familiar de Sulu en un metraje de más de dos horas. Podríamos haber tenido más, sí, pero, pese a todo, esos segundos son un paso. Lo son porque en la ciencia ficción, como en la fantasía, hacen falta referentes LGTB normalizados en cuanto a sus afectos y tan excepcionales como haga falta en cuanto a todo lo demás. Si esto fuera así habitualmente, El Huffington Post no publicaría un texto de más de novecientas palabras sobre unos segundos de algo anodino. ¿Se imaginan que todo esto fuera porque en Yorktown le esperan a Sulu su esposa y su hija?

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A la izquierda, cartel de Star Trek: Más allá (Justin Lin, 2016), © Paramount Pictures. A la derecha, cartel de Star Trek: La película (Robert Wise, 1979), © Paramount Pictures.

En los títulos de inicio de la serie original de Star Trek (Gene Roddenberry, 1966-1969) se decía aquello de "para ir con valentía donde nadie ha ido antes", según traducción literal. "Con valentía", o "con orgullo", podríamos decir también, como ese orgullo que hay que seguir reivindicando entre banderas multicolor. Al menos, mientras haya quien recibe puñetazos por mostrar en la calle su afecto, o mientras haya niños acosados en la escuela sin tener ni siquiera un héroe de ficción al que remitirse -una carencia nada baladí en situaciones de homofobia o transfobia entre jóvenes-, o mientras haya obispos que no consideren que hijos con dos madres o dos padres forman parte de verdaderas familias. Por eso, el cartel irisado de esta nueva película trekkie, que homenajea el de la primera entrega cinematográfica -Star Trek: La película (Robert Wise, 1979)- cobra para muchas y muchos una nueva y orgullosa dimensión.