Atentados, incendios y huelgas de hambre: así protestaban las sufragistas

Atentados, incendios y huelgas de hambre: así protestaban las sufragistas

El lema del Sindicato Político y Social de las Mujeres era 'Hechos, no palabras'.

Una sufragista arrestada por la policía británica en 1912.Getty Images

Los tiempos pasados no siempre fueron mejores. Ni más calmados. A pesar de que tras las manifestaciones y los disturbios por el encarcelamiento de Pablo Hasel algunos hayan querido tirar de libros de Historia para dar una lección de “protestas pacíficas” la realidad es que cuando se han conseguido avances históricos en algunas ocasiones ha habido más que palabras y debates contenidos.

Uno de los ejemplos más repetidos en redes sociales y por el que se ha llegado a criticar a la Ministra de Igualdad, Irene Montero, han sido las sufragistas. El movimiento de las mujeres que pedían el voto femenino a principios del siglo XX era mucho más que señoras burguesas vestidas de blanco y sombreros que pedían este derecho con una banda.

Las reivindicaciones en Reino Unido del Sindicato Político y Social de las Mujeres, liderado por Emmeline Pankhurst, incluyeron numerosos disturbios e incluso planearon un asalto a la Cámara de los Comunes.

Este movimiento acuñó el lema “Hechos, no palabras” que se basaba básicamente en eso: disturbios con los que su voz se escuchara más fuerte.

El cambio de tendencia del diálogo a la acción lo dio, precisamente, la represión policial. El 12 de mayo de 1905 el Parlamento declinó la propuesta de ley para el sufragio femenino y Pankhurst y el resto de las mujeres del sindicato se concentraron delante de la cámara incitando a un asalto a la población, pero fueron reprimidas a golpes por la Policía.

Para crear conciencia y plantar cara a la sociedad que les prohibía la igualdad frente a los hombres en las urnas, las sufragistas iniciaron una serie de incendios y pedradas que se extendieron desde comercios a casas de parlamentarios conservadores que se oponían al voto femenino.

Tras la represión policial y las agresiones de la gran marcha de Hyde Park del 21 julio de 1908, en la que se congregaron más de 500.000 activistas, dos de las sufragistas decidieron atacar la casa del primer ministro británico, entonces Herbert Henry Asquith.

Edith New y Mary Leight marcharon hasta el 10 de Downing Street para lanzar piedras contra las ventanas causando destrozos en el domicilio. Tras el incidente fueron encarceladas durante dos meses.

Entre otras de sus acciones estaba quemar el contenido de cientos de buzones de correos, romper las ventanas de miles de comercios e incluso cortar cables de comunicaciones. Otra actuación recurrente era mandar por correo frascos con fósforo que se rompían al ser manipulados por los carteros provocándoles graves quemaduras.

  Trabajadores arreglando los destrozos en los escaparates de Regent Street en 1912.Getty Images

Esta oleada de protestas violentas culminaría en 1913, el año en el que también moriría la sufragista Emily Davison en el Derby de Epson arrastrada por el caballo del rey Jorge V cuando trataba de colocar una pancarta de protesta.

“En mayo de 1913, se registraron 52 ataques, incluyendo 29 bombas y 15 incendios provocados en el país”, declara la historiadora Fern Riddel a la BBC.

Algunas de esas bombas colocadas por la actriz Kitty Marion y otras activistas sufragistas estallaron en la casa que se estaba construyendo David Lloyd- George, entonces ministro de Finanzas y futuro primer ministro.

Unas mil mujeres del Sindicato Político y Social de las Mujeres, incluida su líder Emmeline Pankhurst, fueron encarceladas desde 1905 hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914.

Durante su estancia en prisión, muchas de ellas se pusieron en huelga de hambre y fueron alimentadas a la fuerza por la boca, la nariz, el recto y la vagina en prisión. El gobierno respondió con esta medida como un “tratamiento hospitalario común”.

  Emmeline Pankhurst detenida por la Policía en 1914.Getty Images

“Fue entonces que me forzaron a abrir la boca insertando sus dedos, cortándome las encías y el interior de mis mejillas... Cuando estaba loca de dolor, me metieron dos grandes mordazas. Luego siguieron los tubos y presionaron mi lengua hacia abajo con los dedos y me pellizcaron la nariz para debilitar la resistencia natural de mi garganta”, describió la sufragista Mary Richardson en 1914.

Con el estallido de la I Guerra Mundial, todo el movimiento se paró. Emmeline Pankhurst suspendió la militancia del sindicato y el gobierno concedió una amnistía a todas los prisioneras sufragistas que prometieron apoyar al país en la I Guerra Mundial.

Tras la Gran Guerra se comenzó a considerar una reforma de la ley electoral en Reino Unido antes de que las sufragistas empezaran otra ola de altercados, que finalmente derivó en la ley que aprobaba el voto femenino.

Al final, las piedras y los incendios consiguieron la igualdad.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es