Da igual que el teletrabajo te guste o no: también te está quemando y estos son sus síntomas

Da igual que el teletrabajo te guste o no: también te está quemando y estos son sus síntomas

"Nos hemos quedado atrapados en esta forma de trabajo y no está claro cuándo cambiará la situación".

Muchas personas siguen trabajando desde casa, pero eso no significa que sea más sencillo ni menos estresante, aunque ese estrés no es el mismo que en la oficina.

Ahora, las nuevas oficinas son los salones, dormitorios, comedores o habitaciones para invitados, de modo que los límites entre la vida laboral y la vida personal se han difuminado. Es muy fácil ponerse a mirar el correo a las 9 de la mañana porque el portátil está al lado de la cafetera o saltarte el descanso de después de comer porque tienes la mente puesta en el proyecto. Y así, aunque no te des cuenta, es muy fácil acabar quemado por el trabajo.

“Trabajar desde casa limita la variedad de acciones de tu día a día: no estás cara a cara con tus compañeros, no habláis sobre asuntos extralaborales, no puedes pensar en tus cosas de camino al trabajo, las reuniones son más estresantes porque se hacen por videoconferencia...”, expone la psicoterapeuta Lucy Fuller.

“Nuestros días, por tanto, se vuelven grises y nuestra mente se nubla por pasar tanto tiempo sin descanso delante de la pantalla. Nos hemos quedado atrapados en esta forma de trabajo y no está claro cuándo cambiará la situación”, comenta.

Philip Karahassan, psicoterapeuta y miembro de la Asociación Británica de Consejería y Psicoterapia (BACP), no cree que la gente conozca los síntomas del agotamiento laboral por teletrabajo. “Muchas personas piensan que será como un día tranquilo de oficina en el que podrán ir a su propio ritmo” y, por ello, empiezan el día con expectativas.

  CerillasMHJ VIA GETTY IMAGES

El año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó este síndrome del trabajador quemado, agotamiento laboral, burn-out o agotamiento vital como un fenómeno ocupacional, dando legitimidad a la experiencia de los millones de trabajadores que lo sufren.

“Este síndrome es el resultado de un estrés crónico en el trabajo que no ha sido bien abordado”, explica la OMS. Se caracteriza por tres factores: sensación de agotamiento, mentalidad negativa en el trabajo y menor productividad.

Si no se soluciona a tiempo, también puede derivar en problemas físicos: un estudio incluso lo asoció a la fibrilación auricular, una irregularidad en los latidos del corazón que puede desembocar en un infarto.

Cuando trabajas desde casa, los síntomas del agotamiento laboral son algo distintos de los que se padecen en un trabajo tradicional, señala Fuller. “Este agotamiento laboral se da con menos síntomas físicos, pero con más deterioro mental”, asegura.

Quienes lo padecen se sienten agotados, confusos y se vuelven más olvidadizos. Otros síntomas son mayor frustración, rabia y tristeza.

Pero este agotamiento laboral o síndrome del trabajador quemado se manifiesta de diferente manera en cada persona, por lo que es importante que cada uno analice cómo se siente y esté atento a posibles cambios de conducta que no conviene ignorar.

¿Cómo se puede prevenir?

Hacer cambios en tu rutina laboral para prevenir este problema es importante, ya que, en palabras de Fuller, es más fácil caer que recuperarse.

Coger vacaciones para descansar es un buen punto de partida, sobre todo si los últimos meses son un borrón estresante en tu mente. “Mucha gente ha cogido vacaciones últimamente y no se ha ido a ninguna parte, y puede parecer un despilfarro de días libres, pero tiene sentido tomarse un respiro y hacer algo distinto unos días sin la presión del trabajo”, asegura Fuller.

Si no te quedan semanas de vacaciones, haz lo posible por separar tu vida laboral de tu vida personal. Karahassan recomienda establecer límines lo antes posible. “Escoge un lugar exclusivo para trabajar, otro para descansar y otro para hablar. Puede ser tan sencillo como reservar una esquina de una habitación para poner tu ordenador”, sostiene.

“Algo que me ha ayudado es tener mi propia mesa para hacer mi trabajo en vez de tener que ponerme el portátil sobre las piernas. Son esos pequeños cambios los que a largo plazo mantienen un equilibrio adecuado entre vida personal y laboral”, insiste.

Establece límites también con las personas que te rodean. Diles cúando trabajas y cuándo puedes estar con ellos, y cíñete a ese horario.

Quizás te guste establecer minidescansos a lo largo del día que sustituyan el tiempo que antes pasabas yendo al trabajo y viniendo. “En circunstancias normales, la jornada tiene esas interrupciones por desplazamiento, pero ahora tenemos que crear esas interrupciones”, explica Fuller. “Puede ser un poco de ejercicio, poner música o darte una ducha. Sea lo que sea, aprovecha ese tiempo de ocio para desconectar del trabajo a lo largo del día”.

¿Y si mi trabajo ya me ha quemado?

Antes de nada, para un momento, recuérdate que estás haciendo un gran trabajo y date un respiro fuera de casa. “Sal a pasear y siéntate en un banco en el parque. Si no puedes salir de casa, date una ducha o lávate la cara. Esos 5 o 10 minutos de descanso te darán tiempo para recuperar el control de tus pensamientos y sentimientos”, aconseja.

“Apaga la pantalla y date un capricho. No te arrepentirás”, añade Fuller.

Evita vicios como fumar y beber alcohol y, en su lugar, recurre a actividades positivas para tu salud mental: haz ejercicio, conecta con tus seres queridos y, en definitiva, no trates de trabajar más, sino mejor.

Practicar mindfulness puede ayudarte a vivir en el presente en vez de seguir pensando en la siguiente videoconferencia. Otro consejo es escribir tres cosas que han ido bien hoy para darte cuenta de que también tienes motivos para dar gracias.

Los ejercicios de respiración son útiles cuando sientes que la situación te supera. Reserva cinco minutos al día en tu horario, siéntate en cualquier lugar cómodo y céntrate en tu respiración. Hay muchas aplicaciones gratuitas y vídeos de YouTube que pueden guiarte.

Si nada de eso te ayuda y cada vez te encuentras peor, háblalo con el médico o con un psicólogo.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.