Hablan los estudiantes confinados en Mallorca: "Esto muy legal no es"

Hablan los estudiantes confinados en Mallorca: "Esto muy legal no es"

María, Andrea y Laura son tres de los casi 250 jóvenes aislados en el 'hotel covid'. Denuncian malas condiciones y ser condenadas por algo de lo que no tienen culpa.

Jovenes confinados en el hotel piden libertad para volver a sus casasEFE/ Atienza

“No sabría si decir secuestro, pero lo que nos están haciendo muy legal no es”. La indignación corre más que el miedo al virus en el hotel Palma Bellver, donde se encuentran confinados forzosamente 249 estudiantes por el macrobrote surgido en Mallorca hace alrededor de dos semanas.

Agarrados a la emergencia sanitaria y con más de 1.300 contagios asociados a la oleada de viajes de fin de curso, la Consellería de Salut tomó una decisión drástica: obligar a hacer cuarentena en el ‘hotel covid’ designado a centenares de personas, positivas o negativas, en contra del criterio de la Fiscalía, que no lo ve “justificado ni proporcionado”.

Desde Salut balear nadie atiende al teléfono para hablar de la cuestión; quienes sí lo hacen son tres de los casi 250 estudiantes encerrados, que dan su particular versión a El HuffPost. Piden volver a casa y se defienden de las acusaciones de “irresponsables” que han venido soportando en los últimos días.

Andrea, María y Laura se ven como “las que pagan el pato” de lo que hicieron “otros”. Deberán quedarse en sus habitaciones hasta el 7 de julio si siguen sin contagiarse, algo que no descartan “por las condiciones que estamos sufriendo”. El Grupo Meliá, al que pertenece el alojamiento, asegura que, por su parte, “la gestión está siendo impecable”, pero declinan hacer más declaraciones por ser una operación a cargo del Govern, que ha aportado cerca de 400.000 euros, entre el alquiler del hotel y la seguridad, según detalla El Mundo.


Cómo fue el traslado de urgencia

“Todo empezó con el rumor de que iban a confinar a los estudiantes provenientes de Córdoba, el sábado. De golpe, nos dijeron que todos nos teníamos que quedar confinados y comenzaron a llegar ambulancias y guardias civiles para trasladarnos al hotel covid”, recuerda Andrea.

La estudiante asegura que “estuvimos unas horas sin saber qué pasaría y hablamos con nuestros abogados por si podíamos negarnos al traslado, porque también hay menores, pero nos movieron en ambulancias, de seis en seis”. “Al llegar nos hicieron un test de antígenos y una PCR. Una vez tuvimos los resultados, todos negativo, nos subieron a las habitaciones. Y hasta ahora”, prosigue.

En otra planta, su ‘compañera’ María cuenta que les avisaron, también el sábado, por ser contacto estrecho de un positivo, “que no lo éramos”. “Nos mandaron una PCR y en un principio nos negamos, aconsejados por nuestros monitores porque no había una orden legal, pero horas después nos advirtieron de que se había presentado la policía para venir a llevarnos al hotel covid”.

Las condiciones de vida en la habitación

A su llegada al hotel, ya el domingo, alegan que no se les dio ni comida. “Ese día hasta la noche hubo gente que no recibió nada”, defiende María, que explica su versión de lo que llama “condiciones insanas”:

“Todo mi grupo de Madrid dio negativo, pero no nos dejan irnos ahora, pese a lo que nos dijeron. Y aquí estamos rodeados de gente con coronavirus, otros estudiantes que sí han dado positivo y están en las habitaciones de al lado, de arriba o de abajo. A la terraza, por ejemplo, tengo que salir con mascarilla, porque estamos pegados balcón con balcón”.

La protesta no es solo a nivel epidemiológico: “La comida no llega a todo el mundo, no nos han cambiado ni toallas ni sábanas desde que llegamos el domingo. Ayer entró una señora de la limpieza a la habitación, salimos a la terraza para dejarle trabajar y apenas estuvo unos segundos. Ni limpió el baño ni cambió nada”, denuncia.

Desde su habitación, Andrea coincide: “Dejan la comida fuera, llaman a la puerta y la cogemos... eso cuando llega, que no es siempre. Otra cosa es que es escasa y, bueno, muy rica pues tampoco es”, confiesa mitad entre risas, mitad indignada. También habla de dejadez en el trato y que “ni nos cambian toallas ni sábanas, ni hacen labores de limpieza básicas”.

La comida no llega a todo el mundo, no nos han cambiado ni las toallas ni sábanas desde que llegamos el domingo
María, estudiante aislada en el 'hotel covid'

El personal del hotel declina hacer cualquier tipo de declaración y desde el Grupo Meliá, apenas acceden a señalar que “la atención y la gestión en el hotel es impecable”, si bien descargan responsabilidad, ya que “el hotel está alquilado y la operación es sanitaria, a cargo del Govern”.

Dudas legales y posibles denuncias al Govern

La compañera de habitación de Andrea es Laura, que interviene en la conversación para comentar lo que han venido hablando con sus abogados. “Nos dicen que esto es denunciable, porque no cumplimos las condiciones para ser calificado contacto estrecho y estar confinados aquí”.

Las tres coinciden en dudar de la legalidad de un proceso que Salut balear justifica en la protección de la salud pública y que la Fiscalía ve rechaza por “desproporcionado”.

Las estudiantes hablan de posibles denuncias encabezadas por sus padres —ya se ha conocido al menos una, de la madre de un joven— ya que varios de los cuarentenados aún son menores. Cuentan, tanto Andrea como María, ambas del grupo de menores, que sus padres están “indignados” porque “nadie les ha pedido autorización para nuestro traslado”.

“No somos los culpables de esto”

Siempre de acuerdo con la versión de los jóvenes confinados, se ven no solo víctimas de la situación sanitaria, sino condenados ante la opinión pública. Desde su aislamiento en el hotel niegan ser responsables de la situación, como niegan —con matices, eso sí— lo que se está diciendo de ellos en redes sociales y medios.

Lo que se dice de nosotros es falso... Nosotros llegamos a Mallorca el 23 y los botellones masivos acabaron en torno al 20
Laura, otra de las jóvenes aisladas en el 'hotel covid'

“Hace dos semanas hubo un macrobotellón y nosotros somos la consecuencia de esas fiestas”, afirma indignada María. Prosigue: “Sí sé, como se ha dicho, que algunos estudiantes han hecho llamadas telefónicas, en plan broma, tampoco más que eso. De que salgan de las habitaciones y se pongan a correr de noche, ni idea, al menos desde mi habitación no he oído nada”. “Lo que sí digo es que en mi grupo hemos respetado todas las medidas y ninguno hemos participado en botellones o fiestas”, relata.

Laura coincide, casi en los mismos términos: “Lo que se dice de nosotros es falso, eso de que los casos vienen de nosotros... Nosotros llegamos a Mallorca el 23 y los botellones masivos acabaron en torno al 20. Los que estuvieron esos días sí participaron en macrofiestas, sin medidas de seguridad, pero nosotros no, explica Laura. “De hecho —remata su compañera— cuando vinimos aquí no se sabía nada del macrobrote”.