Todo lo que tienes que saber de Rishi Sunak, el nuevo 'premier' de Reino Unido

Todo lo que tienes que saber de Rishi Sunak, el nuevo 'premier' de Reino Unido

De 42 años, exministro de Finanzas, formado en Oxford, más rico que el rey Carlos, nieto de hindúes, perdió las primarias contra Truss y ahora se toma la revancha.

Rishi Sunak, en octubre de 2021, durante la conferencia anual de los conservadores, en Manchester. via Associated Press

Rishi Sunak (12 de mayo de 1980) será el nuevo líder del Partido Conservador y el nuevo primer ministro de Reino Unido. De 42 años, nacido en Southampton pero de origen hindú, multimillonario y exministro de Finanzas, llega al doble cargo apenas mes y medio después de haber sido derrotado en las primarias de los tories ante Liz Truss. Pero a la velocidad que va la política en su país, eso fue hace siglos, pasados, historia. La falta de otros candidatos con carisma y apoyos y su ambición lo han colocado en el 10 de Downing Street, con la confianza de aguantar más que su predecesora. Si no hay crisis internas previas ni elecciones anticipadas, tiene mandato por delante con mayoría absoluta hasta 2025.

Sunak fue considerado durante mucho tiempo el más probable candidato para suceder a Boris Johnson, pero se ha visto lastrado por una serie de errores y acontecimientos cruzados que han retrasado su coronación hasta hoy. Siempre se ha presentado como un candidato fiscalmente conservador, pero orgulloso de haber aprobado ayudas sensibles en tiempos de pandemia, muy bien acogidas por los ciudadanos, especialmente las relacionadas con el empleo. “Pragmático” es el calificativo que repiten hasta la saciedad sus asesores. Era el mandatario “con mejores calificaciones que cualquier político desde los días de apogeo de Tony Blair”, decían los analistas. Es el más joven mandatario en el país desde el siglo XVIII.

En su campaña en las primarias contra Truss, se enfrentó a ella por lo que llamó su “cuento de hadas”, su plan sobre reducir inmediatamente los impuestos y dar más ayudas. Sunak avisaba: no se puede hacer cuando la inflación está en los peores datos en 40 años. Lo que parecía un argumento de campaña se confirmó luego como un aviso planetario, del Fondo Monetario Internacional al Banco Mundial. Lo que quería hacer la excanciller era una locura. Y lo acabó siendo, tan loca que le costó el cargo la semana pasada. Sunak promete reducir los impuestos -es de derechas, no hay nada nuevo en eso-, pero “de forma responsable” y sólo “cuando hayamos controlado la inflación”.

En ese punto, las cosas serán muy diferentes respecto a su predecesora. Pero también hay un abismo en cómo se lee su figura respecto a Boris Johnson. Frente al continuismo de Truss, Sunak planteaba un paso al costado, un desmarque. Su dimisión del gabinete de Johnson en verano, mientras el aún premier explicaba a la BBC por qué había dado trabajo a un diputado tory que había sido investigado por acoso, contribuyó a desencadenar la caída del primer ministro. Si él no decide quejarse, quizá no se hubiera desmoronado el consejo de ministros o no tan rápido como lo hizo. Johnson nunca ha apoyado abiertamente a nadie en la carrera por sustituirle, pero sí que ha pedido el voto para cualquiera menos para Sunak. Quedan claros los cariños que se tienen. De traidor para arriba.

Sunak quedó de digno, a lo que sumaba un carácter fuerte, dinámico, que engancha. La nueva generación del conservadurismo, que tiene que venir a limpiar un pasado poco edificante. Se viste de buen gestor, entiende el Gobierno como una empresa que ha de ser exitosa, pero la crisis del coste de la vida de la primavera tampoco le permitió medallas. Los ciudadanos detectaban cierta lejanía de la calle, desde su torre de marfil, ante problemas reales de los que menos tienen.

En mayo, Sunak respondió a esas críticas con un paquete de medidas de 21.000 millones de libras destinado a ayudar a los ciudadanos a pagar las facturas energéticas. Si bien esto satisfizo a algunos miembros de su partido, enfureció a aquellos que están instintivamente en contra de mayores impuestos y más ayudas.

El nuevo premier fue criticado entonces cuando salieron a la luz revelaciones sobre los acuerdos fiscales de su esposa para evitar pagos y el hecho de que tuviera una tarjeta de residencia estadounidense mientras él servía en el Gobierno, detalles que dañaron su marca. Tampoco hay que olvidar que Sunak, el de la nariz arrugada y alzada contra Johnson, fue uno de los miembros del gabinete que fueron multados por asistir a fiestas ilegales cuando los confinamientos y las distancias eran obligados para todos los británicos. En teoría, quedó claro. En su caso, estuvo en una reunión de cumpleaños del primer ministro en la Sala del Gabinete.

  Rishi Sunak con sus hijas Krisna y Anoushka y su esposa, Akshata Murthy, el pasado 23 de julio en un acto de campaña en Grantham.Christopher Furlong via Getty Images

Un emigrante en la élite

Sunak viene de la emigración, pero no de la necesidad. Sus abuelos llegaron a Inglaterra provenientes de la región india de Punjab en los años 60. Él nació en Southampton en 1980 y sus padres, un médico general y una farmacéutica de religión hindú, tenían un poder adquisitivo que les permitió llevar a su hijo a Winchester College, un elitista internado privado para chicos al que también fueron sus dos hermanos pequeños. Allí hizo las amistades y contactos que hoy marcan su carrera.

Estudió Filosofía, Política y Economía en la Universidad de Oxford, la famosa triple licenciatura que en Reino Unido parece garantía de poder en el mundo público, y gracias a una beca Fulbright, completó sus estudios con un máster en Administración de Empresas en la Universidad de Stanford (EEUU). Fue allí donde conoció a su futura esposa, Akshata Murty, la hija de N. R. Narayana Murthy, el empresario multimillonario indio que fundó Infosys. Hoy ella, con la que tiene dos niñas, es directora de la empresa de inversiones de su padre, Catamaran Ventures.

Antes de entrar en política, Sunak trabajó en finanzas en empresas como Goldman Sachs y como socio en las firmas de fondos de cobertura The Children’s Investment Fund Management y Theleme Partners y llegó a crear su propio fondo de inversión. Un emprendedor. De hecho, Sunak y Murty son dos de las 222 personas más ricas de Gran Bretaña, con una fortuna combinada de 730 millones de libras a partir de 2022.

Picando alto

A la política llegó más tarde, como un joven de éxito con aspiraciones. Sunak fue elegido miembro de la Cámara de los Comunes por Richmond (Yorks) en Yorkshire del Norte en las elecciones generales de 2015, sucediendo a William Hague. Apoyó el Brexit en el referéndum de 2016, sin medias tintas -Truss era una conversa-, lo que le llevó a alinearse con el ala dura de su partido, la de Johnson.

Al Gobierno llegó de la mano de Theresa May, con quien fue designado como subsecretario de Estado Parlamentario para Gobierno Local en la reorganización de 2018, en el segundo gabinete de la primera ministra. No fue de los díscolos que rompieron la disciplina de voto y pusieron a May contra las cuerdas en el Parlamento, sino que votó tres veces a favor del acuerdo de salida del Brexit de May.

Después de la renuncia de la premier, Sunak apoyó la campaña de Boris Johnson para convertirse en líder conservador. Y después de que Johnson fuera elegido y nombrado primer ministro, salió premiado como secretario principal del Tesoro. Reemplazó a un peso pesado del partido, Sajid Javid, como ministro de Hacienda después de su renuncia en la reorganización del gabinete de febrero de 2020.

Se presenta a sí mismo como un político dinámico inspirado por la creatividad del Silicon Valley estadounidense, ha confesado que es adicto a la Coca Cola y súper fan de la Guerra de las Galaxias. Siempre ha combinado sus acciones, las ayudas en pandemia, su marcha contra un Boris arrinconado, con una permanente buena imagen en medios, donde está en la diana con bromas y memes sobre su supuesto atractivo sexual y su dinero. Él siempre lo ha encajado con buen humor y eso suma.

Falta le va a hacer para ganarse, si no el cariño, sí la confianza de una población sumida en el desánimo tras encabalgar cuatro primeros ministros desde 2016. Que la fuerza lo acompañe.