Todos los niños son unos genios, ayúdales a descubrirlo

Todos los niños son unos genios, ayúdales a descubrirlo

Todos los niños son genios. Cada uno a su manera. Cogerles de la mano y ayudarles a descubrirlo será la mayor aventura que podamos vivir. Con el respeto y la autoridad bien entendida como bandera. ¿Quién se apunta?

Si algún día encuentras la pasión de tu vida siéntete afortunado. Jamás estarás solo. Comprenderás que la alegría y la tristeza, el dolor y la felicidad son estados del alma cambiantes. Existe una certeza íntima de ser uno mismo que solo se experimenta cuando haces lo que amas y amas lo que haces.

Rubén Fernández García tiene 64 años y la convicción de que lo mejor que le puede pasar a una pasión es ser compartida. Mantiene la Orquesta Iuventas y a cerca de 200 niños tocando en grupo cada semana en la Escuela Arcos en Madrid, que montó en los años ochenta junto a su mujer Elvira López de la Manzanara.

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Rubén Fernández García

Estudió en el único Conservatorio que había en Madrid en los años sesenta y cuando se matriculó de violín, su profesor solo le tenía a él como alumno. Muchas partituras tenían que pedirlas a Barcelona. "Cuando hablamos de educación siempre nos referimos a las cosas negativas, pero la evolución ha sida extraordinaria", comenta mientras repite como un mantra "la música es un derecho de todos los niños. No solo de las familias cuyos padres han leído lo suficiente como para conocer sus beneficios".

¿Por qué estudió musica?

Por mis padres, que me apuntaron. Lo cuento cuando me dicen que a los niños no hay que obligarlos. Los padres intentan darle lo mejor a sus hijos. Quizá no les gusten las espinacas, pero hay que dárselas y explicarles por qué se las deben comer. Lo mismo pasa a la hora de tocar un instrumento.

¿En su familia había tradición musical?

Mi padre era huérfano, no sabía de quién era hijo, lo dejaron en el torno de un convento. Afortunadamente, en el hospicio de Madrid había una banda de música. En esa época, a los niños les enseñaban oficios. Llegó a ser trombón en la banda de Alfonso XIII. Por su afán de ser una persona socialmente aceptable siempre estaba estudiando. Tenía la necesidad de quitarse esa suciedad que marcaba entonces ser huérfano.

El afán de aprender de su padre marcó su vida

Un día vio un anuncio de clases de inglés gratis y, como no tenía dinero, fue. Eran unos misioneros protestantes ingleses. Y no solo aprendió el idioma, sino que se prendó de la religión y y se hizo pastor protestante en la España de Franco. Eso le llevó a tener una vida muy complicada y hasta pasó por la cárcel. Cuando le cerraron la Iglesia, recuerdo haber ido a recoger los bancos y las Biblias, nuestra casa se convirtió en el lugar de encuentro. Yo era el único protestante en todos los ámbitos en los que me movía.

Entonces, ¿su padre dejó el trombón?

Y se pasó al órgano, que lo tocaba en el salón de casa. Mi madre tuvo quince embarazos, yo fui el número doce. Vivimos nueve hermanos. Mi padre había intentado enseñarles música a todos. En el mundo protestante se canta mucho, se tocan instrumentos de forma habitual. En la cultura alemana musical tiene mucha importancia la reforma protestante. Pasa lo mismo en Suecia, Noruega o Finlandia. En España no tenemos cultura musical.

¿Con qué instrumento comenzó?

Con el piano, pero lo que yo quería era tocar el órgano como mi padre. Hasta que un día me enamoré del violín. Ocurrió mientras lo sacaba del estuche, me quedé prendado de la belleza, del arco... El profesor me motivó muchísimo, me decía que lo hacía muy bien y muy pronto. Con 15 años, me animó a ser profesional. En el colegio me trataban de desanimar: "Piensa Rubén, que si a esta edad no eres ya un buen músico, es tarde".

No les hizo mucho caso

Me marché a Düsseldorf. Alemania era el mejor sitio para estudiar. Conseguí una pequeña beca, pero no me llegaba. Trabajaba en un café por la noche y limpiaba un par de casas. Había conocido a Elvira el verano anterior, después de meses a carta diaria nos casamos y se vino conmigo. Pudo la nostalgia y dos años después estábamos de vuelta.

¿Y qué hizo?

Encargué unas tarjetas con la inscripción músico profesional formado en Alemania. Me salieron muchos trabajos de grabaciones de discos como el Hey! de Julio Iglesias o Señora de Rocío Jurado.También tocaba en la tele en el programa Gente Joven, donde salían aspirantes a famosos y otros como Aplauso. Una amiga me dijo que había plazas de profesores en el Conservatorio, conseguí entrar y comencé a dar clases.

¿Qué necesidad tenía entonces de montar otra escuela de música?

Una colega japonesa me invitó a un concierto de niños que seguían el método Suzuki. Me fascinó que tan pequeños interpretaran piezas tan difíciles. Y más aún, su entusiasmo al tocar con los más pequeños temas básicos como Estrellita. Era la forma opuesta a la que yo había aprendido. Significaba pasar de la soledad del alumno-profesor a la alegría de hacer música juntos. Otra dimensión.

Uno de los primeros grupos Suzuki que se monta en España fue en el salón de su casa. ¿Imitó a su padre cuando trasladó la Iglesia a su propio hogar?

No lo había pensado nunca. Puede ser. Lo hacíamos los sábados por la mañana con los hijos de amigos y con las nuestras; Esther, que tenía ocho años, y Andrea con cuatro.

Reivindica la música como un derecho del niño

Todo el mundo sabe lo que aporta en el desarrollo. Lo mejor es que comiencen a tocar un instrumento antes de los cinco años, cuando se están creando parte de las conexiones neuronales que le van a valer toda la vida. La música es un derecho, no una caridad. Y únicamente la están disfrutando algunos.

¿Por eso quiere formar orquestas en los colegios?

Es la forma de que llegue a todos. Este año hemos creado, gracias a un grupo de padres, una orquesta en el colegio público San Cristóbal, de Madrid. También estamos en la escuela Fernando el Católico. Se intentó sin éxito conseguir financiación y las familias pagan una pequeña cuota. Les damos clase a la vez a 40 niños de Primaria. Algunos llegan con la actitud "yo soy tu enemigo", te dicen que no van a tocar porque quieren irse al patio a jugar al fútbol, pero luego los ves como se esfuerzan. Nos buscamos la vida para que no sea obligarles.

¿Cómo motivas a un niño para que estudie?

Yo he oído decir a Yo-Yo Ma, el mejor violonchelista del mundo, que odia estudiar. Y que lo hace porque puede más la experiencia de emocionarse y de emocionar a su público. A un niño no se lo puedes explicar así, pero debe saber que no es el único en el mundo al que no le gusta estudiar. También hay que recordarle lo que disfruta el día que se toca en un concierto. Los padres somos fundamentales.

¿Y los profesores?

Les digo que el lema de nuestras clases debe ser "el mejor recreo". No es fácil porque has de adaptarte a cada alumno, estar fresco y no siempre tienes un buen día. Pero, si trabajas con esa mentalidad, si el niño ve que le respetas, que no le estás obligando porque quieres imponer tu autoridad...

¿Qué es la autoridad?

Es algo que gestionamos muy mal. Tienes que cuidarla mucho y usarla en pocos momentos, pero importantes. Si tu hijo va a cruzar la calle sin mirar pégale un grito, ese es el momento de autoridad que necesitan, pero no todo el día gritándole. Tu hijo va a saber, por tu manera de mirar o de darle importancia a lo que está haciendo, que lo tiene que hacer, y que es bueno para él.

¿Se puede enseñar sin pasión?

Se tiene que vivir con pasión y yo intento enseñar así. El niño es un genio y la música les ayuda a serlo. Otras enseñanzas les van cortando las alas. Les dicen: tu ya tiene que ser un adulto, te tienes que sentar en una mesa, aprender a escribir, hablar inglés perfectamente y saber matemáticas. Si no, vas a ser un fracasado. Así empiezan a quitarles su fantasía, su creatividad, sus ganas de investigar y probar. El niño aprende sobre todo jugando, no lo puedes convertir en un oficinista desde que nace. Tiene que moverse, jugar, saltar, tener amigos con los que inventarse cosas. Si diriges eso hacia la enseñanza, va a aprender mucho mejor que de otra manera.

Ya, pero, ¿cómo le dices a un niño que tiene que ensayar cada día?

La música es un juego con disciplina. Un entrenamiento que alguien te enseña cómo hacer. Tiene que saber que la disciplina es algo bueno, que si se esfuerza va a tener resultados y conseguirlo les da autoestima. Eso es importante. El niño es un genio y lo respeto, no tiene que ser lo que yo quiera, voy a ayudarle a descubrir lo que él quiere, lo que ya tiene dentro.

El violín suena tan mal los primeros años de aprendizaje...

No hay que tener miedo a equivocarse y en la educación actual eso está perseguido: equivocarse es fracaso. Un científico que fracasara en su primer intento de conseguir algo... no inventaríamos nunca nada. El fracaso es parte del aprendizaje y de la vida. Si el niño tuviera miedo al error cuando nace no aprendería a hablar.

¿Podemos vivir sin música?

No. La razón es que habla a zonas de nuestra alma, personalidad o cerebro como no lo hace ninguna otra forma de expresión. Te conecta con lo indescifrable. Beethoven decía "donde no llegan las palabras llega la música".

¿Lo fundamental de su experiencia como profesor?

Primero hay que entender que todos somos diferentes, y respetar sus ritmos. No puedes dar la misma clase a todos los niños, eso es evidente y además injusto. Y segundo, si no te preocupas en formar profesores olvídate de todas las reformas educativas. No servirán de nada.

¿Qué es lo más bonito que le han dicho?

"Tu me enseñaste a amar la música, otros me enseñaron a tocar".

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Todos los niños son genios. Cada uno a su manera. Cogerles de la mano y ayudarles a descubrirlo será la mayor aventura que podamos vivir. Con el respeto y la autoridad bien entendida como bandera. ¿Quién se apunta?