Turista en mi ciudad: 24 horas de hotel en Barcelona

Turista en mi ciudad: 24 horas de hotel en Barcelona

La pandemia confirma una teoría que muchos sabíamos, no podemos vivir sin bares ni restaurantes, pero tampoco sin hoteles.

La Dolce Vitae. Carlos Garralaga

Son las 12 en punto del mediodía cuando cruzo el umbral de uno de los hoteles más emblemáticos de Barcelona, el Majestic Hotel & Spa. Este cinco estrellas, cerrado a cal y canto durante más de siete meses a consecuencia de la crisis sanitaria que atravesamos, reabrió sus puertas hace poco más de un mes confirmando así que él ha llegado para quedarse. “Tenemos mucho que agradecer al público local”, cuenta su director de comunicación, Santiago Martín. “Siempre nos hemos sentido arropados por la ciudad, pero ahora más que nunca”. En una Barcelona asolada por la carencia de turismo en general, que aún se agudiza más si hablamos del turista del segmento lujo en particular, es de agradecer que hoteles de esta categoría apuesten por abrir sus puertas con todo lo bueno que esto conlleva en cuestiones de generación de empleo directo, como su equipo humano, e indirecto, como proveedores, etc., a sabiendas de que su índice de ocupación será bajo, posiblemente el más bajo que hayan visto nunca. Esta situación no tiene precedentes, ni para ellos ni para nosotros.

Las férreas medidas dictadas en Cataluña han hecho que durante semanas la vida social de los locales se haya reducido a la mínima expresión, ya que ni bares ni restaurantes han estado abiertos, algo que al parecer cambiará en breve y a partir del día 23 se permitirá la apertura de la hostelería, aunque de forma escalonada y con horario restringido. Algo es algo.

  Majestic. 

Mientras esto llega, y a pesar de que llegue, siempre nos quedarán los hoteles. Con poco más del 20% de la planta hotelera barcelonesa abierta, no han sido pocos los establecimientos que han decidido apostar por el turista local no para ganar dinero, porque no lo ganan, sino para ofrecer una vía de escape a los ciudadanos, quienes a pesar de la pandemia pueden cruzar el umbral hotelero para trabajar, desconectar, relajarse, comer y dormir. La vida es lo que pasa en un hotel durante 24 horas, y he tenido el placer de comprobarlo. Tras un control de temperatura y una desinfección obligatoria de manos y suelas de zapatos, pude registrarme para disfrutar de 24 horas en el Majestic Hotel & Spa.

Entre la emblemática Casa Batlló de Gaudí y la Pedrera

El Majestic ha sido uno de los hoteles que se ha sumado a la tendencia necesaria de abrir sus lujosas puertas a Barcelona, y a tenor de su éxito, parece que la ciudad está encantada. No es para menos. Es realmente difícil encontrar un mejor servicio en la ciudad, es un lugar donde nada es demasiado problema y donde todo funciona. No hay ningún local en Barcelona que no sepa de qué estamos hablando si mencionamos el hotel. Es el Majestic. “Todo el mundo nos conoce, pero hay gente que nunca había dormido con nosotros”, confiesa Santiago Martin, “y esto está cambiando gracias a las promociones que hemos creado para locales y que nos hacen un poco más accesibles”. Una de las promociones a la que se refiere Martín es la comercializan con el nombre de Disfrutar. Con ella, el cliente puede dormir una noche, desayunar y comer o cenar en su magnífica terraza en la azotea, la Dolce Vitae, donde también se encuentra la piscina, o en El Bar del Majestic, por 249 euros. Es una de las escasas vías de escape que nos quedan a los barceloneses para disfrutar más allá del umbral de la puerta de nuestra casa, y es que con los restaurantes a pie de calle cerrados, los hoteles son el nuevo Shangri-La del ocio, del descanso, o de lo que sea que desee su huésped. Solo ha tenido que venir una pandemia para confirmarlo.

  Café Gourmand. Carlos Garralaga

Decoradas con matices neoclásicos, el lujo que define al Majestic es clásico, pero nunca rancio. Incluso diría que todo lo contrario: es sobrio, contemporáneo y crea adicción. Doy fe. Las habitaciones, incluso las más sencillas, son realmente acogedoras, las camas amplias, los colchones altos y cómodos. Los amenities de los baños de mármol son de Atelier Cologne, perfumados gloriosamente y hechos a medida para el hotel. Entre las comodidades de bienvenida, todas las habitaciones incluyen máquinas de café Nespresso y agua de cortesía. Las habitaciones deluxe cuentan además con un sofá, y elevando la categoría casi hasta el cielo, en la novena planta del edificio se ubican sus nueve penthouses, con terraza privada y hasta jacuzzi con vistas a la ciudad. Es el colmo del lujo.

Siempre nos quedarán los hoteles

Tras semanas sin poder pisar un restaurante, la gastronomía de los hoteles se ha convertido en la única opción para los locales que desean comer fuera de casa. Para poder hacerlo ‘solo’ hay que estar alojado en un hotel. O contratar una habitación. Y a pesar de que Solc, el restaurante gastronómico del hotel permanece cerrado, no su terraza, que se ha convertido en el mejor lugar para disfrutar una buena hamburguesa o una ricas tapas en una propuesta gastronómica asesorada por el chef Nandu Jubany, muy vinculado a la casa desde hace años. En tiempos pre covid, esta terraza era también el punto de encuentro perfecto para darse un chapuzón o tomarse unas copas mientras un DJ pinchaba los temas del año. Por razones evidentes esto no es posible hoy en día, pero no me cabe ninguna duda de que no tardará en volver. Y allí estaremos, también, para apoyarlo.