Un #MeToo para el tabaco

Un #MeToo para el tabaco

La industria tabaquera mata 10.000 mujeres al año y el cáncer de pulmón se triplica.

Srdjan Radevic / EyeEm via Getty Images

Mujer, libertad y tabaco. Edward Bernays, padre de la publicidad moderna y sobrino de Sigmund Freud, supo asociar de forma letal esos conceptos para los lucky strike de American Tobacco. Bernays inventó el flash mob en 1929 durante el desfile de Pascua de Nueva York, al contratar un grupo de modelos, para que encendieran simultáneamente sus cigarrillos. La escritora feminista Ruth Hale llamó a “encender las antorchas de la libertad para luchar contra otro tabú”, frente a los fotógrafos pagados por la campaña de publicidad más rentable y letal de la historia. Cincuenta años después, el cáncer de pulmón se había incrementado en un 600 por cien entre las estadounidenses. Casi a la vez, las tabacaleras aprovechaban la apertura democrática en España para enganchar a la mujer hablando de emancipación, sofisticación y delgadez, cultivando una epidemia de más de 10.000 mujeres asesinadas cada año, eso sí, en diferido, por una industria con ‘licencia para matar’.

Las muertes por tabaquismo entre las españolas se han disparado en los últimos 20 años. La prevalencia del tabaquismo se mantiene elevada en el grupo de mujeres entre los 35 y los 64 años de edad, con un 30 por ciento de fumadoras, y aún más, entre las mujeres de 45 a 54 años, con un 36 por ciento, que son quienes más sufren las consecuencias a través de distintos tipos de cáncer, EPOC y accidentes cerebrovasculares. El cáncer de pulmón aumentó un 300 por cien entre 1996 y 2006 en España, con el número de muertes creciendo de 1.500 a 4.853. “Hace ya 30 años la mortalidad por cáncer de pulmón en las mujeres americanas superó a la mortalidad por cáncer de mama y esto lo vamos a ver aquí dentro de 4 o 5 años”, explica Alberto Ruano, coordinador del Grupo Español de Cáncer de Pulmón. 

Isabel Nerín de la Puerta, neumóloga de la Unidad de Tabaquismo de la Facultad de Medicina de Zaragoza, afirma que “apenas el 2 por ciento de las mujeres de más de 65 años fuma, mientras que sí lo hace el 43,5 por ciento de las mujeres entre los 25 a los 44 años”. La generación de mujeres de la democracia en España es la que más humo ha inhalado en la historia. Nerín aconseja dejar de fumar antes de los 35 años para que los peores efectos puedan ser reversibles.

Las muertes por tabaquismo entre las españolas se han disparado en los últimos 20 años.

El tabaquismo entre los hombres descendió 18 puntos desde 1996, mientras que entre las mujeres apenas registró una bajada del dos por ciento. El CMCT, Convenio Marco para el Control de Tabaco, de la OMS, alerta del incremento de fumadoras entre las mujeres y niñas de todo el mundo y aconseja tener en cuenta el género a la hora de diseñar estrategias para combatir los efectos. Nerín no tiene dudas: “el enfoque de género es necesario porque las propias tabaqueras lo emplean para abrir mercado. Lo hicieron en el pasado y continúan haciéndolo ahora con el cigarrillo electrónico”. 

En efecto, en los años 30, Bernays promocionaba las cualidades adelgazantes del tabaco con eslogans como “enciende un lucky y nunca echarás de menos esos dulces que te hacen engordar”. Eso sí, cada vez que pillaba a su mujer fumando en casa, el paquete de Parliament acababa en el retrete. En 1968 la agencia de publicidad Leo Burnett ayudó a alumbrar para Phillip Morris los Virginia Slim, un cigarrillo diseñado específicamente para mujeres, con un tamaño de 100 milímetros, más sofisticado, con menos humo. Con el eslogan “nena, has recorrido un largo camino”, de nuevo asociando emancipación y delgadez, mezclando valores de liberación y a la vez de cosificación del cuerpo de la mujer, para captar adictas cada vez más jóvenes.

La estrategia sigue funcionando. La encuesta ESTUDES de 2017 del Ministerio de Sanidad, muestra cómo fuman más las adolescentes entre 14 y 18 años, el 36.9 por ciento, que los adolescentes, con un 32.6 por ciento. Comienzan a fumar impulsadas por los mismos deseos que hace 90 años consiguieron instrumentalizar las tabaqueras. Una adicción que ha pasado de ser algo de mujeres de clase media-alta, con estudios, a ir centrándose en mujeres de contextos socioeconómicos deprimidos.

La generación de mujeres de la democracia en España es la que más humo ha inhalado en la historia.

En enero de 1981, Takeshi Hirayama publicó el estudio que vinculaba el cáncer de pulmón en esposas japonesas que jamás habían dado una calada con sus maridos fumadores, nacía así el concepto de fumador pasivo. El Big Tobacco combatió durante décadas los resultados es este estudio, que resistió una y mil veces el asalto, para preservar el lucrativo negocio de los “palitos de muerte”. La lucha actual por los espacios libres de humo en las terrazas de hostelería, en las playas, en los parques, en los coches con niños, contra la interferencia de la industria es la misma lucha que comenzaron sin saberlo aquellas mujeres japonesas víctimas del humo. El río interminable de muertes que no cesan merece un #MeToo de las mujeres que hoy también sufren sin que les den voz por los años de vida robados por la amoralidad, crueldad y codicia de estas desalmadas corporaciones heteropatriarcales.