Un primero de mayo muy especial para el campo español

Un primero de mayo muy especial para el campo español

Algo muy profundo está cambiando en la visión de la sociedad española hacia sus agricultores y ganaderos.

Una mujer trabajando en un cultivo durante la pandemia. JOSEP LAGO via Getty Images

Este es un primero de mayo único y especial. Sin duda es dramático, pues la humanidad está haciendo frente a una pandemia sin precedentes, con millones de afectados y muchos miles de muertos. Un dolor indescriptible. Además, la lucha contra el coronavirus está dejando –y dejará- un reguero de efectos muy dañinos en la economía y en el empleo de todos los países.

Esta pandemia se está cebando especialmente con España. Las cifras –y el dolor que esconden– son terribles. Sin embargo, la sociedad entera trata de sobreponerse, no nos queda otra. Debemos seguir adelante. Y en ese trabajo está claro que cada país, y cada uno de nosotros, tendrá que dar lo mejor de sí. En estos días ha quedado de sobra demostrado que una de las mejores cosas que tiene España es su cadena agroalimentaria.

Parece que algunos se han sorprendido en estos días de que no haya faltado ningún alimento. Muchos parecen haberse dado cuenta durante esta pandemia de que hay miles de personas en España (unos cuantos cientos de miles), que viven y trabajan en los pueblos, que nos dan de comer a todos. Agricultores y ganaderos, agricultoras y ganaderas, que producen alimentos sanos, saludables y sostenibles, cumpliendo las más estrictas normas del mundo, y permitiendo que todos disfrutemos de ellos a un precio asequible.

Tal vez demasiado asequible en ocasiones, o al menos mal distribuido. Estos días comprobamos también la importancia de que los productores percibamos un precio justo por nuestros productos, para evitar el cierre de explotaciones, para que los jóvenes agricultores y ganaderos apuesten por vivir y trabajar en los pueblos y sigan alimentando a la sociedad en el futuro.

Muchos parecen haberse dado cuenta durante esta pandemia de que hay cientos de miles de personas en España que viven y trabajan en los pueblos, que nos dan de comer a todos.

La sociedad debe proteger a la agricultura y ganadería familiar. Esta deberá ser una de las claves de los pactos de la reconstrucción que está impulsando el Gobierno y en cuyo debate debemos ser escuchados y tenidos en cuenta. España debe reforzar sus pilares estratégicos y desechar las banalidades o los intereses particulares.

Nuestra agricultura, nuestra ganadería, nuestro medio rural, nuestro medio ambiente, toda la cadena agroalimentaria, desde el agricultor y ganadero hasta los tenderos detallistas, pasando por las miles de industrias alimentarias y empresas de la distribución y sus miles de empleados, dando la cara frente al virus cada día, o nuestra ejemplar Red de Mercas, o las empresas auxiliares que nos prestan servicios. Todos y cada uno de nosotros somos imprescindibles. Estos días han servido para ser aún más conscientes de ello.

  Un agricultor trabaja con su tractor sus cultivos en Madrid, durante la pandemia. Europa Press News via Getty Images

El empleo en el campo

La agricultura y la ganadería en España generan empleo. Esto es de perogrullo. Durante la pandemia se ha hablado mucho, quizá demasiado, del empleo en el campo. Algunas voces han alertado de posibles problemas de falta de mano de obra debido a las restricciones de movimiento a nivel nacional y transnacional. La realidad es que esos problemas son localizados y no generalizados en todo el país, a pesar de que llevemos más de un mes oyendo hablar de ellos. Y estamos trabajando desde el sector para tratar de resolverlos según se van produciendo

La estructura del empleo en el campo es peculiar y especial. España es muy diversa y cada sector es un mundo. La temporalidad es obligada en muchos sectores, pues la carga de trabajo es muy desigual a lo largo del año. A pesar de que los agricultores españoles llevamos mucho tiempo apostando por modelos de producción cada vez más estables, con campañas que se alargan en el tiempo y permiten mantener más el empleo.

La agricultura y la ganadería deben ser uno de los pilares de una economía fuerte y diversificada.

El empleo en el campo debe cuidarse y fomentarse. Y para ello lo más importante es garantizar unos precios justos en origen. Está demostrado que una agricultura rentable crea empleo. Y ese debe ser el primer objetivo. El segundo es apostar por un modelo familiar, de personas que viven y trabajan en los pueblos, conformando un tejido socioeconómico del que no debemos prescindir en absoluto. Cualquier intento de deslocalización de la producción de alimentos debe ser desechado de inmediato. La cruda realidad lo ha dejado bien claro.

¿Debe ser la agricultura un refugio para el empleo en tiempos de crisis? Yo no lo veo así. La agricultura y la ganadería deben ser uno de los pilares de una economía fuerte y diversificada. Y en ese contexto crearán empleo en tanto en cuanto lo demanden. No debemos acordarnos de Santa Bárbara solo cuando truena. Cientos de miles de personas seguirán trabajando en la agricultura y la ganadería en la ‘nueva normalidad’ que ya estamos conformando, con el orgullo, además, de alimentar al mundo con su trabajo. Igual que millones lo harán en los servicios y en la industria. Personas que lo deberán seguir haciendo con los máximos derechos laborales y con la mayor dignidad.

Lorenzo Ramos Silva es secretario general de UPA.