Venezuela: ¿otro enero caliente?

Venezuela: ¿otro enero caliente?

Una oposición que devalúa sus apoyos y una dirigencia chavista que tiene una gran desconexión entre su discurso y su acción gubernamental.

El líder opositor venezolano Juan Guaidó.Agencia EFE

Venezuela en lo político viene de un año intenso, aunque terminó tranquilo, a diferencia de lo que ocurre en la región; lo que no significa que se hayan superado los problemas que se experimentan en el país, sobre todo los que se dan en el campo económico. A principios del 2019 la dinámica política venezolana fue efervescente y su repercusión mediática se globalizó. No había noticiero en occidente que no abordara la situación de nuestro país.

En ese mes presenciamos la acción ofensiva de la oposición a la revolución bolivariana en el campo político, de la cual se destacan los siguientes eventos: la elección de Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional, así como su posterior autoproclamación como presidente encargado en una plaza pública, lo que generó euforia en quienes quieren que Maduro se vaya, de tal manera que se retomaron las movilizaciones. Finalmente, terminó el mes con el anuncio de llegada de ayuda humanitaria por cualquier medio.

La realidad hoy es totalmente distinta, la oposición al chavismo ha implosionado gracias a los escándalos de corrupción en el manejo de los fondos relacionados con la ayuda humanitaria por parte del entorno de autoplocamado presidente interino; la pugna de los distintos sectores por la administración de los recursos que obtiene su causa (tanto los provistos por Estados Unidos de América, como los que han venido obteniendo de la apropiación irregular de activos de la república), así como la imposibilidad de construir una orientación común que se concrete en la unidad de acción (en este sentido hay sectores que se mantienen en el dialogo con sus oponentes, mientras los otros se desgastan en una retórica que no consigue cambiar la realidad que cuestionan).

La situación de la oposición venezolana compromete los intereses de su patrocinante, los Estados Unidos de América, al que solo le queda operar con medidas unilaterales para bloquear la acción del Gobierno bolivariano en el escenario comercial mundial, con el apoyo de los gobiernos de la región que se subordinan a su orientación diplomática, dígase el Grupo de Lima, ahora ocupados en gran medidas de sus situaciones internas.

Una oposición que no logra avances en función de sus objetivos y que en consecuencia devalúa sus apoyos, y una dirigencia chavista que tiene una gran desconexión entre su discurso y su acción gubernamental.

En este escenario observamos que la dirigencia la revolución bolivariana cada vez tiene menos escrúpulos para mantener el poder en el territorio, como se observa en el campo económico, donde hace cesiones al capital nacional y foráneo, mientras que en el ámbito internacional concentra gran parte de la tarea diplomática en sortear los obstáculos para colocar el petróleo y adquirir bienes esenciales para la población venezolana, lo cual se hace por cualquier medio posible.

En suma, tenemos un ambiente político frío, en el cual quienes muchos opositores al Gobierno bolivariano se avergüenzan de su dirigencia, fracasada y mentirosa, lo que los inmoviliza y da ventaja al contrario, puesto que a nivel nacional poco pueden hacer para neutralizarlo políticamente; y quienes militan en el otro lado comienzan a experimentar la tragedia de apoyar a un Gobierno que en su acción de resistencia se aleja continuamente de los principios de la revolución bolivariana o el legado de Chávez. Están comprometidas las expectativas: una oposición que no logra avances en función de sus objetivos y que en consecuencia devalúa sus apoyos, y una dirigencia chavista que tiene una gran desconexión entre su discurso y su acción gubernamental.

No hay duda, será un enero caliente...

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