Volver a empezar…

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A Artur Mas, Como a Hassan II, le funcionó el invento del enemigo exterior.

Bandera de la República Árabe Saharaui Democrática. SteveAllenPhoto via Getty Images

Siempre ocurre lo mismo. El refranero popular tiene una sentencia que va a misa: “A perro flaco todo son pulgas”. Hace unos años que la algarabía política en España, y la mediocridad e ignorancia enciclopédica de su clase política, con algunas excepciones, han debilitado peligrosamente al Estado, en el peor de los momentos posibles de la peor crisis desde el 23F de 1981. Una circunstancia agravada, encima, por la ya llamada ‘Gran Recesión’ que, aprovechando la oportunidad, sirvió para financiar el coste de la recuperación exprimiendo a la clase media y empobreciendo más a los pobres, y enriqueciendo más a los ricos.

Una disparatada y cruel aplicación del principio de los vasos comunicantes que ha contribuido a la indignación de la gente corriente, y a la aparición de movimientos que se aprovechan del destrozo del sistema inmunitario. Podemos y Vox, así como Ciudadanos, cada uno en una onda distinta y con diferentes equivalentes internacionales por esos mundos de dios y del diablo, son hijos de la desesperación o cuando menos del desconcierto y la incertidumbre. 

En esa encrucijada –sobre todo con el empeoramiento del problema catalán, que ha derivado en una rebelión por fascículos– hay algunas señales que indican claramente la situación de flojera y falta de energía, y hasta de imagen de la ‘marca España’, que se ha ido desacreditando sin remedio.

Esta sintomatología tiene que ver asimismo con algunos hechos que tienen el epicentro en Rabat. La repentina avalancha de pateras desde la costa marroquí, después de un tiempo de contención y de aumento de la vigilancia de la marina real, es una tradición enraizada en el vecino. Este sube y baja suele tener su intencionalidad. Lo singular en esta ocasión es que la oleada de barquillas repletas de inmigrantes, con los inevitables muertos cuando la mar está revuelta y no ‘apaterada’, coincide con las maniobras del Gobierno del rey Mohamed VI – Gobierno y Rey vienen a ser lo mismo–  para extender sus aguas territoriales hasta sobrepasar la zona económica exclusiva de España en las Canarias. 

El motivo que todos los analistas y la diplomacia dan por evidente es extender el dominio marroquí a un suelo y subsuelo marino, cercano a las islas, al parecer lleno de riquezas minerales (esos metales raros fundamentales para la tecnología digital), aunque a profundidades que en la actualidad son difíciles de superar. Pero en un próximo futuro esa barrera caerá, al paso que va esta nueva era de los descubrimientos. En un gesto que forma parte del decorado, ante las protestas de los gobiernos español y canario, el Parlamento marroquí decide aplazar los dos proyectos legislativos cuyos ecos también llegaron a Bruselas. Pero el aviso está dado.  

De vez en cuando Rabat acompaña su diplomacia con amagos de repetir los hechos consumados, y una versión magrebí del palo y la zanahoria. El antecedente más espectacular, y que conviene tener siempre a la vista, fue la marcha verde organizada en noviembre de 1975 por S.M. Hassan II para quedarse con el Sáhara español puenteando las resoluciones de la ONU y el proceso de descolonización que había iniciado España. Francisco Franco estaba en plena agonía en una habitación del Hospital La Paz, de Madrid, su sucesor a título de Rey, Juan Carlos de Borbón, barloventeaba lo que podía con las fuerzas del régimen que declinaba. Fue entonces cuando, como reconoció en una entrevista-libro con un periodista francés, llevó adelante el ‘horrible chantaje’.  El monarca alauita necesitaba, por motivos de seguridad interior señalar un enemigo exterior que uniera al pueblo en una causa nacionalista. Es una receta que no suele fallar, y no falló. Lanzó pues el órdago a lo grande apostando en realidad su futuro a esa carta: el envío de cientos de miles de súbditos a cruzar la frontera, sin disparar un tiro, que de eso ya se encargaban otros en otros lugares del mismo frente. Además, Madrid estaba en horas más bajas de lo habitual en las capitales europeas y americanas tras las últimas condenas a muerte firmadas por el dictador. Washington en realidad apoyó discretamente a Hassan II. España abandonó su colonia en 160 días apresurados, arriando la última bandera el 26 de febrero de 1976.

Casado y Arrimadas deben actuar con sentido de Estado y dejar atrás los arrebatos y los odios sarracenos.

En Madrid unos y otros, Gobierno, los duros y los posibilistas, y la oposición  clandestina, desde la cristiano democracia a socialistas y comunistas, tenían pánico a una guerra en aquél desierto. Los demócratas en realidad tenían terror a que surgiera un nuevo general africanista que pudiera ocupar el Pardo.

Sería irresponsable que hoy las fuerzas constitucionales y todos los constitucionalistas no tomaran debida nota de la acogida que están teniendo en Europa las decisiones de la maquinaria judicial española, y por ello mismo, como primera derivada, del derecho emanado de la Constitución de 1978. Da lo mismo, que lo mismo da, el pronunciamiento de los jueces belgas o de los alemanes de la región de Schleswig Holstein, principio de todo este follón jurídico europeo. Si estos tribunales hubieran aplicado la euro-orden como estaba concebida para la extradición de Carles Puigdemont y de los otros fugados que pretendieron dar algo muy parecido a un ‘golpe de estado’, un mecanismo automático basado en la igualdad y en la mutua confianza de estados igualmente democráticos, los acontecimientos posteriores habrían sido distintos. Muchos, sencillamente, no habrían tenido lugar.

La reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la UE, que acepta la versión de Oriol Junqueras y por extensión de Puigdemont y de los otros secesionistas que salieron elegidos eurodiputados en mayo pasado de que una vez electos gozaban de inmunidad parlamentaria, ha sido sin duda un triunfo jurídico por parte de los abogados de los separatistas, pero no significa otra cosa que un trámite. No se les absuelve ni sobresee, ni se entra en el fondo de la cuestión, ni se anula la sentencia firme del Supremo; simplemente dice que debieron estar aforados, y ahora empieza otro debate jurídico y político que puede incluir un ‘suplicatorio’, que debe ser aceptado o no por el Parlamento Europeo.

Éste será otro desafío para España, del que hay que erradicar esa visceralidad y esa confrontación narcisista que inexorablemente acaba en chapuza: Los partidos netamente constitucionales, no los que en realidad tienen como objetivo final el estallido del sistema, han de empezar a convencer a sus socios europeos para buscar una mayoría suficiente. Casado y Arrimadas deben actuar con sentido de Estado y dejar atrás los arrebatos y los odios sarracenos.

No es solo España quien juega esta partida: casi todas las naciones europeas pueden verse más temprano que tarde con el mismo problema. Los estados europeos se construyeron sobre cientos de pequeños micro estados, reinos, ducados, condados, ciudades libres….A su vez esos estados trataron de no repetir los mismos errores y empezaron a edificar por fases la actual Unión Europea. Un contagio catalán puede ser un mortal VIH para todo el organismo.

La cortina de humo de Artur Mas, que está logrando pasar desapercibido, muy astutamente, eso es cierto, fue apretar el acelerador del soberanismo.

Artur Mas aconsejó a los independentistas ser astutos. Y con sofisticada cínica astucia han actuado. movido. Pero aún no está todo dicho; hay un proverbio al parecer ruso o chino que dice que cuanto más se mueva el zorro, antes acabará en la peletería. “Por ahora – dice un viejo socialista- parece que los zorros siguen moviéndose, pero la peletería sigue abierta”.

Todo el ‘procés’ ha sido ejecutado  con milimétrica precisión y grandes dosis de engaño, desinformación e intoxicación. Cataluña vivía en la normalidad hasta que coincidieron varias circunstancias: entre ellas, el escándalo del 3 per cent, el robo organizado por la familia Pujol, y los efectos sociales de la crisis económica con una Generalitat que tomó partido por el capitalismo de casino.

La cortina de humo de Artur Mas, que está logrando pasar desapercibido, muy astutamente, eso es cierto, fue apretar el acelerador del soberanismo. Como a Hassan II, le funcionó el invento del enemigo exterior. Todos los partidos soberanistas hicieron causa común en un terreno abonado con paciencia y meticulosidad desde que en los comienzos de los 90 el pujolismo (CiU) activó uno de los mayores lavados de cerebro colectivos de la historia moderna de Europa.

En esta encrucijada histórica, sin embargo, lo que sobrecoge es la irresponsabilidad, la frivolidad y la ciega soberbia al borde del abismo de casi todos los actores (PSOE, PP, Ciudadanos, PCE, regionalistas de buena fe…).

Decía Lord Byron: “Apenas son suficientes 1.000 años para formar un Estado, pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo”.

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