Votar contra el miedo

Votar contra el miedo

Lo que está pasando es de una gravedad difícil de advertir, entre otras cosas porque tenemos miedo a asumir lo que está ocurriendo.

El grito, de Edvard Munch.Christophel Fine Art via Getty Images

Repetir mucho las palabras hace que pierdan su sentido, como cuando los políticos dicen “libertad” o “independencia”. Hasta las más enormes se gastan de usarlas en exceso, mientras las acciones pierden el sentido al ejecutarlas sin interés. Y este domingo se presta a votar con desgana. La vieja frase hegeliana atribuida a Marx dice que la historia se repite como tragedia y luego como farsa. Hemos votado tantas veces para conseguir lo mismo (nada) que lo del domingo parece ya una pamplina, pero hay en estos comicios un actor que antes era secundario y ahora es protagonista: el miedo, que siempre busca que se le vea bien, hablemos de una tragedia, de una farsa o de una pamplina. Si gritamos fuerte y asustamos a otro lo tendremos paralizado durante unos segundos, suficientes para acabar con él, es el arma definitiva.

Hay que acabar con el miedo, y para eso no hay tanto que protegerse como combatirlo. La forma de combatir el miedo, a día de hoy, es votar este domingo. Siempre se ha agitado el miedo en las campañas electorales pero no terminaba de ser sobre una amenaza tan real, cuando ganaba el rival la vida seguía y el mundo no se acababa. Esto es distinto. Nunca nadie antes había repetido proclamas de Falange en un debate en directo en prime time, esas cosas quedaban para los partidos residuales en los anuncios de madrugada. Lo que está pasando es de una gravedad difícil de advertir, entre otras cosas porque tenemos miedo a asumir lo que está ocurriendo.

Si tienes más de 40 años probablemente estés desengañado. La democracia prometía ser otra cosa, los políticos iban a ser estadistas y España, en un corto plazo, Francia. No somos Francia, lo cual no es malo ni bueno, simplemente no lo somos y hay que asumirlo. Para seguir siendo lo que somos y para lograr ser lo que queremos ser hay que votar contra el miedo este domingo.

Lo que está pasando es de una gravedad difícil de advertir, entre otras cosas porque tenemos miedo a asumir lo que está ocurriendo.

Si tienes entre 20 y 30 has mamado el miedo y has tomado una de las dos opciones: vomitarlo o interiorizarlo. Han jugado contigo como con tu futuro y resulta obsceno pedirte que confíes en el sistema pero es que más allá del sistema están los malos. El sistema es una mierda pero detrás hay algo peor y ese algo habita en el miedo. Este domingo hay que votar contra el miedo.

Si naciste en la posguerra la palabra vuelve a ser desengaño, o tal vez no. Nadie te puede pedir que creas, eres tú quien debe exigir a los demás porque los demás están donde están porque tú trabajaste para ello. El sistema no te ha tratado como debiera pero aún podemos conseguir que corrija su pornográfica tendencia. Este domingo hay que votar contra el miedo.

Vota a quien quieras pero vota.

Pocas cosas producirán un hastío semejante al de volver a votar. La papeleta es la piedra de Sísifio rodando montaña abajo con nuestra dignidad a cuestas. Estamos soportando un fracaso de nuestra clase política tras otro pero debemos seguir haciéndolo. Cada cual conjura su miedo como puede, hay quien canta, hay quien aprende artes marciales, hay quien simplemente quita la sábana al fantasma para ver que no hay nadie debajo, porque con miedo se piensa peor. Este domingo hará bueno. Tomemos café en el barrio, salgamos a correr o resucitemos de una resaca pero hay que votar contra el miedo. Ellos sí van a votar, no van a fallar porque saben que es su oportunidad.

Y si dudas de que en la calle existe ese miedo, no los he nombrado pero en todo momento has sabido de quien hablo.

Síguenos también en el Facebook de El HuffPost Blogs